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Bolivia :: 11/03/2007

El testimonio vivo de las manos del Che

Vania Solares Maymura
Su captor, el capitán Gary Prado, buscó en ellas la cicatriz que confirmara su paso a la historia y la CIA se llevó las huellas dactilares para probar que su poder seguía intacto, pero el esqueleto sin manos brotó otra vez desde la pista de Vallegrande para testimoniar que el mundo debía cambiar

La Paz, febrero 2007.- Las manos del comandante Che Guevara tocan las puertas. Sus manos definieron el destino de tres momentos históricos, su captura, muerte (1967) y luego de 30 años, el hallazgo de sus restos. El esqueleto sin manos, numerado con el 2, que se encontró junto a seis en una fosa en la pista de Valle Grande en 1997, confirmó la identidad del combatiente.

Al amanecer del domingo 8 de octubre de 1967 se iniciaba un combate en las quebradas de El Churo y La Tusca, en el noreste de Bolivia, los campesinos habían informado sobre la presencia de hombres, guerrilleros que, según el relato del entonces capitán del Ejército, Gary Prado Salmón, intentaron salir por la posición de los soldados quienes ya estaban preparando el cerco con ametralladoras y granadas para lanzar al interior de la quebrada. "Al mismo tiempo que otras armas nos obligan a cubrirnos, era el fuego destinado a permitir el movimiento". En los quince minutos que perdió el grupo militar, para reforzar el número de soldados, los guerrilleros ya se habían desplazado.

Desde el interior de la quebrada de El Churo, a unos cinco metros, un soldado llamó a Prado Salmón gritando que había "agarrado a dos". El militar se encontró con los dos integrantes de la guerrilla, "desgreñados, llenos de polvo, demacrados, denotando un gran cansancio, sosteniendo aún sus armas y cubiertos por mis dos soldados que les apuntaban. Uno era sin lugar a dudas extranjero, tenía una mirada impresionante, unos ojos claros, una melena casi pelirroja y barba bastante crecida. Llevaba una boina negra con emblema del CITE, uniforme de soldado completamente sucio, chamarra azul con capucha y el pecho casi desnudo, pues la blusa no tenía botones. Sostenía en su mano derecha una carabina".

"El otro era bajo, moreno, de larga melena y una pequeña perilla de barba. Sostenía también su arma. Nada más verlos ordené que soltaran las armas.

¿Quién es usted?, pregunté, pese a que tenía casi el convencimiento de su identidad’.

"Soy Che Guevara, me respondió. Aparenté no darle importancia y me dirigí al otro a quien ante la misma pregunta se identificó como Willy. Me aproximé entonces a Guevara para observarlo más detenidamente, Le pedí que mostrara la mano izquierda y pude ver la cicatriz en el dorso,... es él".

El Che dijo que estaba herido. "supongo que no me irán a matar ahora. Valgo más para ustedes vivo que muerto. Nosotros siempre hemos curado a los prisioneros heridos".

La CIA le había dado toda información sobre el Che y Gary Prado estaba frente a la prueba más importante sobre su identidad. "Tengo a papá y willy. Papá herido leve. Combate continúa. Capitán Prado". La frases viajaron inmediatamente entre las ondas de su radio para lo irremediable.

Cuando cortaron las manos del Che

Ya en La Higuera, llegó el helicóptero de las Fuerzas Armadas con el general Zenteno Anaya, al agente de la CIA, Félix Rodríguez y el coronel Andrés Selich. El 9 de octubre de 1967, e n la escuelita de adobes del pueblo, el dictador militar René Barrientos ordenó el asesinato del líder guerrillero; el torturador y mercenario de la agencia interrogó al Che y como respuesta él lo insultó. Rodríguez por su lado ordenó que el sargento Mario Reque Terán dispare al guerrillero y ante la reacción tardía, le gritó:-¡Póngase sereno, y apunte bien. Usted va a matar a un hombre!

En la mañana del 11 de octubre, porque el cadáver apestaba, Barrientos ordenó a su ministro Antonio Arguedas cortarle las manos. Una public ación de El Clarín de Buenos Aires, de casi dos años, titulado " Las manos del Che, historia secreta de cómo se confirmó su muerte en Bolivia", establece que "tres policías argentinos, Pellicari, Delgado y Rolzhauzer, viajaron a Bolivia para comprobar que el guerrillero asesinado el 9 de octubre de 1967 era Guevara. Por primera vez, cuentan la historia de cómo tomaron las huellas de las manos del Che, amputadas por orden de la CIA ".

"Según contará el cubano de la CIA, Félix Rodríguez (que los peritos policiales argentinos conocerán), Barrientos habría propuesto cortarle la cabeza al Che y enviarla a Cuba para que Fidel Castro aceptara la muerte de su colaborador y amigo más entrañable. Sabía que alguna prueba debía enviar, que con las huellas digitales no sería suficiente para que Fidel anunciara al mundo la muerte del Che. La CIA estuvo de acuerdo en que fueran las manos amputadas y los diarios secuestrados la prueba final".

"A las 16 horas del sábado 14 de octubre de 1967 los peritos argentinos certifican indudablemente que las huellas de esas manos sin cuerpo y la letra del diario de Bolivia pertenecen a Ernesto Guevara, alias Che. Se deja constancia de todo lo actuado por ellos en un acta. Hicieron tres copias: una para el gobierno boliviano, otra quedó en la embajada argentina en Bolivia y otro para el gobierno de la Argentina.

Los militares estaban obsesionados con el tema, habían ideas y órdenes encontradas para incinerarlo, para no dejar huellas, hasta que "desaparecen".

Posteriormente, según otro testimonio del periodista y escritor, Jorge Suárez, quien mantenía contactos con Antonio Arguedas, el ministro de gobierno le encargó que escondiera las manos en Che en su casa, porque había la orden de destruirlas, junto a la mascarilla que le hicieron en la escuelita de La Higuera.

"Las manos en formol de Ernesto 'Che' Guevara fueron enterradas después de su muerte bajo el piso de una casa en la ciudad de La Paz, Bolivia". El mismo periodista guardó celosamente las manos y luego, antes de que se fuera de embajador a México, dejó las manos y la mascarilla a un familia amiga. En una entrevista con el periodista Oki Oñi, en Buenos Aires en 1995, Suárez que años después trabajó como director del periódico El Correo del Sur de Sucre, Bolivia, contó que cuando "aceptó invitación la embajada de México en 1969, los restos se quedaron donde habían sido depositados, de manera que no los entregué propiamente a nadie. Como Antonio Arguedas estaba al tanto de todos estos detalles, es probable que él, cumpliendo la decisión que había adoptado de preservarlos, hubiese autorizado su traslado a Cuba. Las manos se quedaron en la casa donde vivía, que a la vez quedó en manos de gente que era amiga. Esa gente fue la que hizo llegar los restos a Cuba". Nunca se supo del destino de las manos, muchas versiones y muchas también las especulaciones.

La confirmación de que era el Che

El sábado 5 de julio de 1997, y después de 18 meses de la búsqueda entre científicos cubanos y argentinos, se exhumaron los restos del Che Guevara junto a sus seis compañeros, en un trabajo que antes requirió la orientación de una metodología adecuada para recolectar los datos y testimonios históricos de la época, paralelamente los exámenes físicos rigurosos de cada uno de los restos para encontrar alguna seña personal. Las características del tamaño de los huesos eran importantes para comparar la estatura de los guerrilleros, por ejemplo. O las prendas de vestir que, pese a los años, estaban entre los esqueletos y que eran parte de la historia de cada uno y su desenlace. El 10 de octubre de 1967 y ante la mirada de la prensa nacional e internacional, en el piso de la morgue del hospital Señor de Malta de Valle Grande, yacían los cadáveres de seis combatientes los cubanos, Antonio, Arturo y Pacho, los bolivianos Willy y Aniceto Reinaga, y el peruano Chino.

El cadáver del Che estaba en la camilla. El periodista José Luis Alcazar relató en un artículo titulado "Esta noche he visto el cadáver del Che" que "el cuerpo del comandante más delgado que las últimas fotografías, daba testimonio de las últimas jornadas, seguramente fatigosas, cuando tuvo que vencer grandes distancias y someterse a muchas privaciones. Su uniforme verde olivo es ahora su mortaja. Completamente raído, muestra la piel blanca, algo tostada. Sus botas destrozadas y cubriéndole los pies, gruesos calcetines también verde. Hay una herida en el pecho cerca del corazón y sus piernas, virtualmente quebradas con ráfagas de ametralladora".

El equipo conformado por expertos del Instituto de Medicina de Forense de La Habana, la directora del Archivo Personal del Che, María del Carmen Ariet y el equipo argentino de Antropología Forense, notó algunas de las huellas de los disparos en los huesos de las piernas del esqueleto 2, y todo coincidía con los hechos históricos.

"La ausencia de manos en el esqueleto 2 permitió la primera confirmación de que él era el Comandante Guevara", me dijo María del Carmen, en Vallegrande, dos años después cuando encontró los restos de otros ocho guerrilleros de la Retaguardia, entre los que se encontraba mi tío, Freddy Maymura.

Dos años antes del hallazgo, en noviembre de 1995, Mario Vargas Salinas reveló dónde estaba sepultado el Che en una entrevista al periodista Jon Anderson. Luego fueron apareciendo más testigos, entre ellos el tractorista que enterró a los cuerpos, entre ellos el del Che Guevara.

Econoticiasbolivia.com

 

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