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Madrid :: 19/02/2020

Alfon: ‘Los nazis en Madrid se sienten los amos’

Vilaweb
Entrevista al joven que fue condenado por tenencia de explosivos a raíz de una jornada de huelga y que despertó una ola de solidaridad antirepresiva

Nos encontramos con Alfonso Fernández Ortega , ‘Alfon’, en la cárcel Modelo de Barcelona antes de comenzar un acto antirepresivo en que participa. Precisamente es entre estas cuatro paredes llenas de memoria que nos cuenta un pequeño triunfo familiar que acaba de saber: dice que han encontrado la tumba de su abuelo, que fue torturado hasta la muerte en 1948 por no haber dado información sobre los guerrilleros de la zona de Córdoba. Se ve un poco trastornado, pero a la vez satisfecho.

La Modelo también le recuerda las historias que le habían contado algunos de sus compañeros prisioneros. En abril hará un año que salió de la cárcel, después de haber pasado cuatro años cerrado, a raíz de una condena por tenencia de explosivos de la Audiencia Provincial de Madrid. Lo detuvieron en Madrid en 2012, en una huelga general, acusado de llevar una bolsa con un artefacto, un hecho que él siempre ha rechazado y que los partidos de izquierdas y las organizaciones antifascistas han interpretado como un montaje policial para restringir el derecho de huelga y manifestación. La denuncia ha sido unánime en su barrio, Vallecas. Recuerda, agradecido, que el cura de la parroquia le ofreció refugio cuando lo condenaron. Y también recuerda la muralla popular que hicieron los vecinos cuando la policía lo fue a buscar. Ahora que ha salido de la cárcel pide que su rostro no se vea en las fotografías, por una cuestión de seguridad. Hay hablamos sobre su caso, sobre la connivencia de la policía y la ultraderecha en Madrid y sobre cómo se vive la represión y la lucha obrera y vecinal en un barrio como Vallecas.

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– ¿Quién eres y qué militancia política ha tenido?
-No empecé con una militancia formal, sino que me llevó la inercia del barrio, por la forma en que vivimos la política en Vallecas. Es algo muy arraigada, especialmente por una tradición de lucha que viene de los sesenta y los setenta, relacionada con la conformación del barrio gracias al apoyo mutuo de los vecinos. Tenemos el ejemplo de las Domingueras, una barriada construida por quienes llegaban del campo, de Andalucía y Extremadura. Los vecinos construían las casas el domingo por la noche para que de madrugada la policía lo encontrara terminado y no lo pudiera tirar al suelo. Esto creó un poso vecinal muy fuerte que dura hasta hoy. De muy joven estoy en contacto con la política por medio de la familia, los amigos, el instituto. Es un hecho muy cotidiano. Después hay otro componente, más de calle.

– ¿En qué sentido?
-En Madrid tenemos un problema de conflictividad con los grupos neonazis y la connivencia de estos grupos con la policía. Muchas de las agresiones que cometen quedan impunes. La ultraderecha en Madrid viene de un sector social con poder adquisitivo, situado en las élites. Muchos son hijos de jueces, de directivos de empresas … Esto les da mucha impunidad y ellos lo saben. Los nazis en Madrid se sienten los dueños de la calle. No son nazis con la cabeza rapada, sino grupos de jóvenes fascistas de los barrios altos que se dedican a zurrar las noches. Desde muy jovencitos tenemos confrontaciones con ellos hasta que hay un antes y un después, que es cuando matan a Carlos Javier Palomino, Un gran amigo mío del barrio desde que éramos niños. A partir de su asesinato, damos un paso adelante y decimos que no serán ellos que nos buscarán a nosotros, sino que nosotros los buscaremos en ellos. Esto tiene por consecuencia la represión. Muchos de nuestros jóvenes han pasado por torturas y cárceles a raíz de estas confrontaciones y esta batalla oculta contra los fascistas. Es la militancia inicial en que me desenvuelvo y luego formo parte de colectivos más consolidados. A través de Bukaneros , que es un grupo radical de fútbol, empiezo mi actividad política en el sentido de organizar eventos, reuniones, manifestaciones … El grupo tiene una connotación política porque es de Vallecas y su embrión es el sentido comunitario del barrio .

– Para quien no conozca su caso, situamos los hechos: que pasa el 14 de noviembre de 2012?
-Aquel día en Madrid se preparaba una huelga general contundente y se notaba mucha presencia policial. Salí de casa y la policía me hizo identificar. Llegaron los agentes con una bolsa y me dijeron: ‘Esto qué es?’ Les dije que no lo sabía. Miré dentro, sin cogerla, y vi unas botellas. Los reiteré que aquello no era mío. Me dijeron que de acuerdo, pero que de quién era. Yo, como ya dije a la juez, no especularé sobre de donde salió la bolsa. Dentro había un cóctel Molotov, eran botellas de plástico con gasolina, petardos relacionados con cinta aislante y una bombona de butano pequeña. En el atestado lo se consideró un explosivo incendiario. No especularé sobre el origen, pero la policía sabía que no era mío. Se lo dije: ‘Sabéis que no es mío, que esto es un acto ilegal y que no me puede detener.’

– Y cómo reaccionaron?
-Van risa y me dijeron ‘Aunque tienes que aprender mucho, muchacho.’ Yo tenía veintidós un año … Llegué a comisaría y me interrogaron. Iban con pasamontañas. La Brigada de Información actúa como la Brigada Político-socialdel franquismo y los agentes no enseñan nunca la cara. Hubo algún contacto físico conmigo y podríamos hablar también de tortura psicológica. Me amenazaron hablando de que le podría pasar a mi familia, de que me harían a mí … Te van moviendo de lugar, te enseñan vídeos de alborotos y te dicen: ‘Mira, tus colegas!’ Entonces llega un agente simpático y te ofrece un cigarrillo y viene otro y te dice: ‘Tú eres un rojo de mierda, una sentencia de muerte contra vosotros!’ Entonces el otro río … Son juegos habituales entre ellos.

– También hubo registros.
-Sí, me dijeron ‘Ya sabemos quién eres, te tenemos calado, malnacido.’ Después revolvieron mi casa y la sede de Bukaneros y no encontraron nada. De la sede, sólo se llevaron cosas tales como un ordenador con imágenes de viajes. Ellos sabían que no había nada, pero tenían que justificar lo que hacían. También me enseñaron imágenes de militantes antifascistas de Madrid y me pidieron quién era cada uno. Yo me negué a responder y el jefe de los policías me dijo: ‘Si no colaboras diremos que esto es tuyo y serás acusado de tenencia de explosivos.’ Les dije que no participaría en nada de aquello y aún menos sin haber hablado con mi abogado. Acabé con una acusación de tenencia de explosivos totalmente falsa, que ellos sabían que lo era, y estuve en prisión provisional hasta principios de enero. Formalmente deberían justificar la prisión provisional, pero en la práctica no lo hacen. He llegado a ver casos como el de un hombre que estuvo dos años en prisión provisional, se la prorrogaron y cuando cumplió los cuatro años lo dejaron en libertad y archivaron la causa.

– Había ninguna prueba de que la bolsa era vuestra o que no lo era?
-Una que demostraba que la bolsa no era mía: había unas huellas, y ellos hicieron la prueba. Les dijimos que las mostraran y se negaron a decir nada más, de las huellas.

– Y su defensa no lo pidió?
-Si, claro, pero nos lo denegaron. Hubo muchas irregularidades en el juicio …

– ¿Qué?
-Debería tener la lista preparada! Rompieron la cadena de custodia cinco veces, lo que es una negligencia brutal que debería anular cualquier juicio. Durante un tiempo, no se sabía ni quién tenía el explosivo ni qué había hecho. Pudo ser algo que no llevaba nada que fuera explosivo … Después, cuando se debe hacer el juicio, se aplaza para que los de la Brigada de Información alegan que hacen vacaciones. Unos días después, de repente la juez admite una prueba de última hora, que es qué líquido contenían los explosivos, para que no se habían acordado de ponerlo. Después no nos dejan presentar unas imágenes que demuestra cómo era el lugar de la detención, para ver que yo hubiera podido escapar corrientes en caso de haber llevado la bolsa. En ningún momento corrí ni ejercer resistencia … Nos dijeron que aquellas imágenes no interesaban. Iba todo enfocado a facilitar a la policía su declaración ya dificultar mi defensa. Y otra irregularidad: cogieron la bolsa sin que vinieran los TEDAX ni nada. La pusieron en el maletero del coche patrulla y se la llevaron.

– Os condenaron por la declaración de tres agentes.
-Sí, la única prueba es esta. Un policía dice que ve como llevo la bolsa, arranco a correr y me cogen. Otro dice que ve como la llevo, la dejo en el suelo y me quedo allí y el otro dice que lo dejo en el suelo y salgo corriendo. Ni siquiera se ponen de acuerdo a explicarlo igual … La policía dice una cosa y la juez da valor de prueba.

– Os hicieron preguntas políticas al juicio?
-Sí, me decían: ‘Este grupo antifascista pide tu libertad.’ Yo me pedía de que me acusaban: de tenencia de explosivos o de antifascista?

– La prensa española ha publicado mucho sobre su caso. Os acusan de tener antecedentes penales y de haber cometido más delitos graves.
-Es intoxicación. Se apoyan en los antecedentes policiales, informes de la policía. Yo he sido detenido por conflictos con la policía, no lo niego. En Vallecas tenemos conflictos con la policía habitualmente, porque hay una dicotomía entre el barrio y la policía, un conflicto de clase en el que la policía desempeña el papel de ariete de las élites para tener los barrios bajo control. He tenido conflictos, he sido detenido y juzgado, pero me acusan de otros delitos, y esto es pura intoxicación.

– ¿Cómo es tu paso por la cárcel?
-Los dos primeros meses estoy en régimen FIES. Es mi primer contacto con la prisión, cuando empiezo a ver el trato diferenciado que recibes si entras por un delito de provecho material propio o por cuestiones ideológicas o morales. Hay un FIES especial, que es el FIES 3, el que aplican a quienes entramos por motivaciones ideológicas.

– ¿Qué implica?
-Hay grados diversos, pero con nosotros, los presos políticos, suelen aplicar el más duro, que es la intervención de las comunicaciones, el hecho de tener menos llamadas que el resto de presos … Sólo puedes enviar dos cartas semanales, y todas pasan por seguridad, son fotocopiadas y enviadas al Ministerio del Interior. Al igual que las llamadas, las comunicaciones en el locutorio y los vis a vis. Es presión psicológica. A mí me gusta mucho hacer bromas por teléfono, y un día vino el subdirector de seguridad de Navalcarneroy me dijo: ‘A ver si maduras un poquito!’ Era una manera de decirme que me escuchaba. Al final me retiraron el FIES para que el juez de vigilancia penitenciaria dijo que la sentencia no hablaba de pertenencia a grupo armado. El FIES 3 me la habían aplicado por banda armada, injustificadamente. Lo que el juez dijo de facto es que durante mucho más de un año me habían tenido de manera irregular en un régimen especial.

– Como os voy adaptar a la cárcel ?
-Me mentalizar rápidamente. La cárcel está llena de vallecanos porque está llena de pobres. Vallecas es un barrio de gente obrera y con pocos recursos y en muchos la vida los lleva a estos submundos. Como había mucha gente del barrio rápidamente hice contactos. También me dio mucho apoyo la lectura y el deporte, así como la solidaridad exterior. Cada día me entregaban cartas y eso es muy importante para los presos políticos. Allí también he hecho estudios. Es muy común en los presos políticos centrarte en estas cosas y aislarte un poco de todo el inframundo que se mueve.

– ¿Ha estado en prisiones de Madrid y Cataluña. Ha visto diferencias?
-En ambos lugares prisión es un instrumento de represión básico del estado. Para más competencias que tenga la Generalitat, sigue siendo un órgano de represión de clase. En Cataluña he tenido la percepción de que los recursos de vigilancia penitenciaria tienen más garantías y la prisión no tiene esta connivencia con vigilancia penitenciaria que sí he visto en Madrid. Pero depende mucho de la valentía del juez de vigilancia penitenciaria.

– Como la vive, la vuelta a la normalidad?
-También he aterrizado bien. Mi entorno me ha facilitado mucho. He salido con estudios y desempeño una profesión relacionada con esto que he estudiado. Pero te quedan secuelas. Los códigos de la vida en la calle no son los mismos que los de la prisión. En prisión estás en alerta y no ejerces ninguna autonomía. Te dicen: ‘Sube, baja, entra a comer, ponte a la cola, ve el polideportivo …’ Cuando salí me pasaba que me decían ‘su’ y se sentaba, pero quizás no me apetecía. Costa de recuperar la autonomía, la iniciativa. Vivimos una ola de represión que crecerá y debemos tener cuidado de esta gente que entra en prisión. Debemos procurar de protegerlos cuando salgan y tener comprensión con el desequilibrio entre vivir en la cárcel y en la calle.

– Después de todo este tiempo, qué explicación dais, en su caso?
-La primera cosa que viene a la mente es el concepto ‘cabeza de turco’, pero también tiene que ver la inercia de los acontecimientos, como se desarrollan en aquella época en Madrid. Hay un resurgimiento de las movilizaciones para pedir más democracia y libertad. Y esto tiene unas consecuencias. Hay represión porque el estado se defiende. No es casualidad que sea en Vallecas. Es donde hay un poso fuerte de movilización, un movimiento obrero arraigado que ha perdurado a pesar del solar que nos dejaron los ochenta y toda la desmovilización generalizada. La policía está muy pendiente en jornadas como ésta, en barrios como éste.

– ¿Cómo es la relación con la policía en Vallecas?
-Como dice la canción: la vieja dicotomía, el barrio y la policía. No es una cuestión de los jóvenes, son las familias, es el barrio. La policía no nos gusta. No lo entendemos como un aliado, sino como un enemigo de clase. Algunos lo entendemos de manera consciente, otros por instinto. Además, la proporción de policía por habitantes en Vallecas es desproporcionadíssima. Cuando un agente comienza a ejercer le dan créditos o puntos dependiendo de la comisaría en la que trabaje y la de Vallecas es la que da más.

– Y Bukaneros qué significa el barrio?
-Lo que pasa en el estadio de Vallecas es un laboratorio de represión. Cuando el Barça juega la final de la Copa del Rey requisan camisetas amarillas, pero nosotros hace muchos años que vemos como, aleatoriamente, ponen multas hasta de cinco mil euros a algunos chicos por lo que dice en su camiseta o en la bufanda. Una camiseta de ACAB, Por ejemplo. Cuando hemos ido al Bernabéu no nos han dejado entrar con banderas tricolor. La ley del deporte ha sido el laboratorio de pruebas de la ley mordaza. Formar parte de estos grupos también es un primer paso para politizarse, que es un poco mi historia. Esto explica que en Madrid haya tantos nazis en algunos barrios. Muchos son chicos del Madrid o del Altlètic. Se debería tener más cuidado de las gradas de los campos en nuestros barrios y ciudades, no dejarlas a esta gente y sólo hablar mal del fútbol, desterrando su esencia aglutinadora de las clases populares.

– Como veis la situación en Cataluña?
-Como madrileño, creo que algunos que vivimos en Cataluña tenemos que ejercer de vasos comunicantes, de un lado y el otro. Y acercar estas posturas comunes. Creo que la estrategia ahora es crear un frente común en todo el estado que luche por los principios democráticos que van desde la autodeterminación hasta la y del neoliberalismo. Que el estado ejercerá represión yo no tendría dudas, no me pondría las manos la cabeza. Creo que debemos asumir que es el peaje que hay que pagar en España si se quieren ejercer derechos democráticos. El estado, por pura esencia y composición, ejercerá represión como respuesta a situaciones políticas. Esto los antifascistas en Madrid siempre lo han sabido. Cuando se hizo la manifestación por la autodeterminación en Madrid losjóvenes antifascistas supieron que los nazis iban organizando para ir a apalear los catalanes. Y decidieron hacer un cordón de seguridad, poniendo el cuerpo, para evitar que los fascistas tocaran nadie.

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