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Mundo :: 08/10/2005

Perú: Transgredir la pobreza

Yásser Gómez
Tanto de justo tiene matar a un policía en el asalto a un banco, -por ser la continuación de la cadena de explotación- como si se hiciera con los dueños del mismo, quienes la mayoría de veces ocupan altos cargos en el gobierno capitalista de cualquiera de nuestros países

"Con este significado profundamente subversivo de que somos nosotros el poder, que somos nosotros los que volvemos las cosas al derecho y que es el mundo tal como esta constituido lo que está del revés".
Víctor. Sobre la justicia popular. Debate con los Maos
Michel Foucault / Un diálogo sobre el poder

¿Cuánta libertad se consigue asaltando un banco? ¿Es de justicia expropiarle las armas a la policía? ¿Por qué la vida de un ladrón no vale nada para la prensa? ¿Por qué es criminal rebelarse ante la pobreza? ¿Las armas están en poder de personas equivocadas? ¿Que tiene de inmoral hacer justicia por nuestras propias manos?

Tomar la comisaría de la provincia de Azángaro -en la sierra sur del Perú- y luego asaltar el Banco de la Nación de la misma ciudad, llevándose consigo alrededor de un millón de soles, le costó la vida a dos de los catorce peruanos, que se decidieron a hacer justicia por su propia cuenta.

Sí, hacer justicia. Expropiar aquel dinero que nunca recibirán por su miserable jornada laboral -si es que la tienen- de catorce o dieciséis horas al día, sin derechos a reclamo por nada, ni siquiera porque el mísero pago de 350 soles al mes, no le son cancelados por la patronal. Y, para defender esta explotación, existe el sistema penal, aquel que sataniza a la población marginal, al lumpen no sindicalizado, no organizado. Para él, son los miserables, los apestados. Son un peligro para la sociedad, para su hipócrita moral, que cada vez tiene menos adeptos en los afectados por el virus más mortal en la historia de la humanidad, el neoliberalismo.

Cuando los grandes malls globalizados como la Wall Mart, llegan a alguna ciudad o pueblo del mundo, inmediatamente bajan los precios de sus productos a niveles increíbles, cierran los pequeños negocios, las bodegas, los vendedores ambulantes tienen que mudarse, pues, son expulsados por los precios ínfimos de los malls, con los cuales no podrán competir y por la seguridad privada del centro comercial, porque su vestimenta y el color de su piel afectan la imagen de la empresa. Así mismo, esta fantasía creada de los "precios baratísimos" y "ofertas imbatibles" afectarán a los mismo pobladores, sobre todo a los jóvenes, quienes ingresarán a trabajar a la Wall Mart, con sueldos bajísimos, sin vacaciones, ni derecho sociales y cuando su jefe les ordene, deberán quedarse a trabajar más horas con la advertencia, que, si protestan, serán expulsados, y ya, no tendrán el privilegio de ocupar un puesto laboral.

Tanto de justo tiene matar a un policía en el asalto a un banco, -por ser la continuación de la cadena de explotación- como si se hiciera con los dueños del mismo, quienes la mayoría de veces ocupan altos cargos en el gobierno capitalista de cualquiera de nuestros países o si no, con sus otras empresas, obtienen turbias licitaciones con el Estado. Aunque estos mismos empresarios afirman que el Estado burocrático debería desaparecer, sobre todo si derrocha el dinero, atendiendo las necesidades de los pobres y marginales.

Cuanta infamia hay en nuestro Poder Judicial, en ese maldito edificio del Ministerio Público de la avenida Abancay, en los espurios pasadizos del Palacio de Justicia y sus húmedas carceletas, cuanta injusticia rebalsa en ese fortín de la mentira llamado Prefectura, y al frente de esta, se encuentra el cuartel de la moral ciudadana, denominado DININCRI.

Porque no nos conformamos con alimentarnos en comederos públicos, somos mal vistos, porque la justicia debe partir de nosotros. Sería nuestro mejor razonamiento. ¿Que tiene de inmoral hacer justicia por nuestras propias manos? Nuestros hermanos de Ilave concretaron esta linda forma de acabar con la injusticia parcialmente, hace más de un año. ¿Quienes se sintieron afectados? Los mismos de siempre, los poderosos, los que se divierten multiplicando la pobreza, los que se burlan de las etnias , los que imponen su moral, los que torturan por desobedecerlos, los que le colocan precio a la dignidad, pero a veces lo pierden todo, (hasta la vida) porque algunos seres humanos transgreden su pobreza, como los expropiadores de Azángaro y los aymaras de Ilave.

Fuente: Mariategui. La revista de las ideas

 

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