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Andalucía :: 08/04/2020

Valores europeos/Valores andaluces

Miguel Cano
Infante insiste: “Pero jamás hemos dejado de ser lo que somos de verdad; esto es, andaluces; euro-africanos, euro-orientales…”

Incluso en momentos de crisis en los que esa misma Unión de Estados muestra su verdadero rostro, como con el trato a los refugiados, el cómo se les sacrifica en campos de refugiados o sin rescatarlos cuando se ahogan ante los ojos impasibles de las grandes personalidades europeas, no dejan de pensar que estamos ante el mejor mundo posible.

Ahora con la Pandemia, los Estados ricos del norte se frotan las manos con sólo pensar en el aumento de la tasa de ganancia que les supondrá el que a la lista de Estados fallidos como el Griego, tras la última crisis económica del 2008, se les puedan sumar los Estados español e italiano tras la actual crisis sanitaria de 2020.

Un nuevo Plan Marschall, pero europeo, reclama el pro-hombre de negocios español. Dicen que se necesita arrimar el hombro trabajadores y empresarios y recibir la financiación europea, léase endeudamiento de todos y todas por los siglos de los siglos, a costa de dinerito fresquito para favorecer un nuevo crecimiento económico, lo que es lo mismo, para seguir viviendo del cuento y de nuestro trabajo.

Y esta es su verdadera cara, la que corresponde a los valores fundacionales europeos surgidos hace unos quinientos años, los mismitos que tiene la Modernidad, el Capitalismo. Y es en el siglo XVII cuando se elabora su primera manifestación teórica oficial, el “pienso, luego existo” de Descartes, considerado padre de la filosofía Moderna.

Una cara que tapa sus propias vergüenzas cuando en las Universidades de todos los continentes se oculta que ese pienso luego existo del XVII, vino precedido de un “yo conquisto” del siglo XVI como nos indica E. Dussel, que por ser el siglo Ibérico también fue borrado de los libros cuando fueron escritos por los anglosajones.

Y que tapa también las consecuencias se ese pensar y existir luego de conquistar:la muerte del “yo bailo, luego vivo” africano de F. Eboussi Boulaga y la del “existo porque pienso y siento” andaluz de B. Infante, y la muerte de tantas formas de sentir de todos los pueblos y naciones de todos los continentes pues a todos abarca hoy el sistema racional europeo.

Como racionales son las guerras provocadas, matando seres humanos, destruyendo pueblos, robando heredades, segando jardines, talando bosques… con total frialdad calculada (B. Infante), con aplicación del método racional de Descartes, que considera al hombre europeo con una cultura y “civilización” superior a la de los otros pueblos, a la cuál tienen que someterse “por su propio bien y progreso” y todo al sólo objeto de aumentar la tasa de ganancia.

Blas Infante lo tenía claro cuando decía “Nosotros no podemos, no queremos, no llegaremos jamás a ser europeos” “No hemos podido llegar a ser europeos, a pesar del bárbaro coloniaje. No queremos, no podemos ser sólo Europa; somos Andalucía”.Europa convierte a los humanos en piezas de máquina, seres humanos convertidos por milagro del Mercado en simples recursos humanos.

Querer, desear, ser europeo cuando se está colonizado por esa Europa, no deja de ser una enfermedad mental que hace que el enfermo aspire a parecerse a quien le domina y explota por creerlo superior, modelo a quien seguir. En los Condenados de la Tierra, Frantz Fanon nos cuenta cómo ha comprobado en sus propias carnes, cómo a Europa se le llena la boca alabando al Hombre, mientras va dejando cadáveres de hombres en todos los rincones del planeta.

Estos son los principios fundadores de Europa, una entidad nacida de la conquista de pueblos, del genocidio, del etnocidio, del racismo, del machismo y el sexismo, del colonialismo, del imperialismo… de todo lo que permita y facilite elevar la tasa de ganancia, incluso por encima de la vida humana y la vida del todo el planeta Tierra.

Europa no; Andalucía. Pero la Constitución de la Oligarquía española del 78 no está hecha para Andalucía, ni siquiera para España. Está hecha para Europa, para ponerse al servicio de Europa, para que las grandes familias españolas amasen fortuna entregando eso que llaman patria, a las Bolsas europeas y a esa enfermedad europea que se llama Walt Street.

Andalucía tiene su propia Constitución y dice en su artículo 1º que “Andalucía es soberana y Autónoma; se organiza en una democracia republicana representativa, y no recibe su poder de ninguna autoridad exterior al de las autonomías cantonales que le instituyen por este Pacto”
Nuestra constitución, que al no ser efectiva constituye la base de nuestro programa revolucionario, reclama toda la soberanía. Es la Andalucía por sí, porque si no puede ser por sí nunca podrá ser para la Humanidad. De hecho ahora somos para el aumento de la tasa de ganancia de algunos y no para salvaguardar la vida de todos.

Un programa revolucionario que además no tiene intención de crear nada cerrado, sino una organización abierta a su ampliación con todos aquellos pueblos y naciones que compartan estos valores republicanos y democráticos. Y así poder orientar nuestras relaciones hacia nuestras familias más cercanas, a los nuestros.

Infante insiste: “Pero jamás hemos dejado de ser lo que somos de verdad; esto es, andaluces; euro-africanos, euro-orientales…”

La orientación en las relaciones internacionales que asumimos quienes pretendemos ser herederos de nuestro pueblo originario, de ser Andalucía libre en lugar de colonia gestionada por España al servicio de Europa, hubiera sido mediterránea.

Del norte de África llegaron nuestros hermanos bereberes con los que acabamos con el feudalismo incipiente de los godos, se dio término a los latifundios y se repartieron las tierras. A partir de ahí, centro de una cultura universal, pero mediterránea, al Ándalus.

Ese mismo norte africano que acogió a quienes fueron expulsados o huyeron de la barbarie y la conquista, el robo, el genocidio, el racismo… que los reinos del norte nos impusieron a la vez que lo impusieron a sus propios pueblos y campesinos, a la vez que volvieron los latifundios y nuestra esclavización.

Una gran avenida de agua entre Europa y África, como nos recuerda Antonio Manuel, el Mar Blanco, porque las casas de ambas aceras son de casas blancas. Pero avenida convertida por la avaricia de Occidente, en el mayor de los cementerios, camino de la trata de seres humanos, del narcotráfico, de los que huyen del hambre y las guerras que la avaricia europea provoca en sus países.

Ojalá este tiempo de reclusión sirva en ambas orillas, para que se desalojen de nuestras mentes esos valores colonizadores, imperialistas y racistas europeos y vuelvan a llenarse de los valores de amor a la vida que llevamos todos y todas en nuestras almas. Ojalá conquistemos la libertad para Andalucía y como Nación libre poder contribuir a la creación de la Nación de Naciones libres mediterráneas.

Miguel Cano

 

Enlace al artículo: https://www.lahaine.org/fR5s