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Estado español :: 09/04/2020

¿Controlar la pandemia o controlar a la sociedad?Cuánto hay de cada cosa en las medidas del Gobierno

Izquierda Castellana
La Pandemia de la COVID-19 es un grave problema socio-sanitario, pero tendremos otros mayores en el futuro. Sin duda alguna, entre otros, la extensión de la guerra

Los análisis de situación y la reflexiones teóricas de una organización revolucionaria tienen su pleno sentido si sirven para orientar la acción práctica del movimiento popular. Con frecuencia se pierde esa perspectiva y se cae en diferentes desviaciones de lo que tiene que ser la construcción teórica para la lucha popular.

Hay dos, llamémosle, desviaciones que son muy frecuentes.

Nos referimos en primer lugar a aquellos textos de cuya lectura se desprende, más que una aportación a la teoría revolucionaria, un intento de autobombo del autor, un alarde de conocimientos, aunque estos estén pobremente hilvanados y aún peor contextualizados. La utilidad de esta “producción teórica” para la lucha práctica colectiva es francamente escasa.

Por otro lado, tenemos los “divulgadores”, que al estilo de las tertulias que hablan de todo sin profundizar en nada, con tanta soltura formal como inconsistencia en el contenido, nos asaltan cotidianamente desde los medios de comunicación, especialmente las televisiones. De esta especie hay abundantes ejemplos en estos momentos, y siempre incluyen en sus disquisiciones un mensaje explícito o subliminal favorable, por activa o por pasiva, a la gestión del actual Gobierno.

Desde IzCa pensamos que la construcción teórica tiene que hacerse para servir al pueblo en la lucha, para conseguir que esta sea eficaz y pueda resolver los problemas que nos afectan. Un indicador de la calidad de la producción teórica es si con el paso del tiempo se demuestra su coherencia o acierto; esa es la prueba del algodón en la construcción teórica revolucionaria. L@s revolucionari@s no somos adivin@s, pero en base al conocimiento de la historia y al análisis científico y riguroso de la realidad tenemos que saber analizar las tendencias de esta a corto y a medio plazo; eso es lo único que desde la perspectiva teórica nos permite intervenir en la sociedad para influir en su devenir, siempre y cuando además dispongamos de las herramientas para ello.

Después de esta introducción que consideramos necesaria, vamos a analizar la actual coyuntura en sus diversos aspectos, así como su previsible evolución.

Desde IzCa consideramos, desde sus inicios, como así quedó reflejado en nuestro primer editorial de enero y en los siguientes sobre el tema, que la epidemia/pandemia de la COVID-19 era una cuestión importante desde el punto de vista socio-sanitario. Insistimos en ello porque hasta bien iniciado el mes de marzo, la línea dominante en el Estado español sobre la cuestión era la de minimizar el problema, aduciendo que la morbimortalidad era menor que la de una gripe estacional. A partir del momento en que se empezaron a contar muertos y contagiados autóctonos, los comunicadores se pasaron al otro extremo sin proceso de autocrítica alguno, induciendo un auténtico estado de pánico en la población. Este pánico resultó muy útil para que el Régimen, con el Gobierno de coalición a su cabeza, pudiera poner en marcha a partir del 14 de marzo todo un conjunto de medidas con una clara connotación represiva, bajo el paraguas de que su finalidad era exclusivamente la de combatir la epidemia. En ningún otro país europeo, excepto en cierta medida Italia, se han tomado medidas de control social similares a las del Estado español, que aquí además han llegado al mayor nivel coercitivo (3.051 detenciones y 353.929 expedientes sancionadores hasta hoy). Por supuesto, de hecho durante la vigencia del Estado de Alarma están suspendidos una buena parte de los derechos civiles y políticos.

Hay que destacar que a pesar de esas medidas draconianas, España es el país con una mayor afectación de la pandemia de la COVID-19 (España ya es el país con más muertes por millón de habitantes por Covid-19). No nos podemos engañar en esto.

La gran pregunta es el porqué las cosas se están desarrollando así. En un editorial anterior (España e Italia, a la cabeza de la pandemia del COVID-19 en Europa. ¿Qué circunstancias pueden explicar esto?), abríamos una línea de reflexión sobre ello, que con el paso de la semanas se va confirmando en sus planteamientos esenciales. El Régimen del 78 es la forma concreta que adopta aquí el Estado; un Régimen totalmente corrompido e incapaz de gestionar los problemas de la sociedad. A nadie le extraña que en algunos estados del mundo, por su grado de ineficiencia y la incapacidad de sus instituciones, no puedan abordar eficazmente los diferentes problemas y crisis que surgen en sus sociedades. El caso de España y el Régimen del 78 es uno de ellos. Todo el trato dado por la Administración de Justicia Española al “Procés” demostró el carácter totalmente autoritario y protofascista de esta, así como su desviación de los estándares europeos. Similar cuestión estamos comprobando ahora, cuando se afronta un problema socio-sanitario de gran envergadura; y en este caso no por la responsabilidad de los trabajadores/as del Sistema Sanitario Público, sino por la gestión que desde la Administración se hace de este problema. A estas alturas aquí aún no tenemos un plan serio para luchar contra la pandemia de COVID-19, sino una serie de medidas parciales, bastantes de ellas muy mal planteadas. Eso sí, todo enmarcado en un plan global de control social, cuyo objetivo principal es garantizar la menor respuesta popular a un drástico plan de recortes en los derechos en todos los ámbitos, al que ya van dando forma y anuncian como un “el Nuevo Pacto de la Moncloa”.

Hemos tenido que oír al portavoz del Gobierno diciendo durante semanas que las mascarillas eran inútiles; que la realización de test diagnósticos de forma amplia era un error; que la toma de temperatura sistemática en lugares de entrada masiva una estupidez… Ahora nos anuncian que los sanitarios que hayan estado separados del servicio por enfermedad y lleven siete días sin síntomas se deben de reincorporar a este sin necesidad de someterse a test para confirmar su curación, es decir, ponerles en la situación potencial de volver a sembrar el coronavirus entre sus pacientes. Es posible que en las próximas horas digan exactamente lo contrario, y así, una tras otra, va discurriendo el relato de la epidemia en este país.

Decíamos que Italia junto a España son los peor parados en esta crisis socio-sanitaria y que ello se explica en bastante medida por las características estructurales de sus Estados mafiosos, también por los brutales recortes y saqueos en los sistemas sanitarios públicos respectivos. Pero al menos el actual Gobierno italiano ha tenido gestos en las últimas semanas que le sitúan en una esfera de un cierto grado de autonomía con respecto al imperialismo angloamericano y europeo, y que seguramente ha influido en la mejora de la evolución de la pandemia que se está apreciando en los últimos días: nos referimos a la presencia de expertos cubanos, rusos y chinos llamados por el Gobierno italiano para colaborar en el control de la pandemia. Aquí, a pesar de haberse solicitado su asistencia por parte de algunas instituciones, como el Gobierno autonómico de Valencia o la Diputación de Soria, provincia especialmente afectada por la Pandemia, el Gobierno central de coalición se ha opuesto por razones exclusivamente de carácter ideológico a tal cuestión.

La ofensiva mediática para convencer a la gente de que todo lo que se está haciendo es para controlar la Pandemia de la COVID-19, es decir, por nuestro bien, es absolutamente brutal y abarca todo el espectro de los medios de comunicación sin excepciones ni apenas matices. Estamos acostumbrados a ello. Cuando sucedieron los acontecimientos más relevantes del Procés en Cataluña, por poner el ejemplo más inmediato, también había unanimidad entre los medios de comunicación y fuerzas políticas españolas; también nos decían que Europa compartía los criterios de la Administración de Justicia de aquí; y que la extradición de Puigdemont se resolvería favorablemente en un plis-plas. Las cosas obviamente no fueron así. Ahora nos dicen que aquí se están tomando medidas similares a las de otros países europeos, y para mas inri con mejores resultados, cuestión completamente falsa. En otros países europeos se están tomando medidas de contención de la epidemia, pero respetando el sentido común y los derechos civiles y políticos: los niños/as en los casos en los que se han suspendido las clases, pueden salir unas determinadas horas al día acompañad@s por sus padres, o las personas mayores o con patologías crónicas por supuesto que también pueden salir a la calle para hacer el necesario ejercicio para que sus patologías no empeoren, por poner dos ejemplos. En otros países, como es el caso de Suecia, no hay apenas restricciones a la actividad cotidiana. Si que hay una clara diferencia con la mayor parte de los países de Europa, y es en el abordaje de otros aspectos de la Pandemia, tal como son las actividades preventivas en las que el Estado tiene que colaborar o financiar, como es el uso de mascarillas o la realización de test diagnósticos de la enfermedad, así como la investigación de contactos de los casos que dan positivo. Aquí aún no nos han dado números creíbles sobre el número de test diagnósticos que se han realizado, y siempre que hablan de ello se refieren a los que han pedido, que no es más que una mera cuestión contable, y que por cierto, según las informaciones de prensa en bastantes ocasiones han resultado ser operaciones fallidas.

Ahora han informado que van a llegar nada menos que cinco millones de test, pero estos no son diagnósticos, es decir, no sirven para determinar la existencia de antígenos de la COVID-19, sino que son para determinar la existencia de anticuerpos, que son las estructuras que nuestro organismo produce para defenderse en las infecciones. Estos test son útiles para diagnosticar la prevalencia que ha tenido la infección en una sociedad, dato epidemiológico de interés, pero no sirven para hacer el diagnóstico de la enfermedad, confirmarla o no en cada caso sospechoso.

La Pandemia de la COVID-19 es un grave problema socio-sanitario, pero tendremos otros mayores en el futuro. Sin duda alguna, entre otros, la extensión de la guerra si no somos capaces de revertir el camino en el que nos está metiendo el imperialismo.

La COVID-19 es un elemento nuevo de importancia en el escenario general en el que vivimos, pero su mayor relevancia radica en que esta está actuando de catalizador, es decir, acelerando de forma muy intensa las contradicciones existentes, tanto a nivel global como regional y local.

El mundo no va a cambiar sustancialmente por la Pandemia de la COVID-19; el mundo va a cambiar sustancialmente para bien o para mal, eso depende de cada uno de nosotros/as, porque las contradicciones que se han acumulado son ya totalmente insostenibles. La actual pandemia está poniendo esto abiertamente de manifiesto, sacando de debajo de las alfombras las contradicciones previamente existentes. Es por ello que, además de aclararnos sobre la Pandemia de la COVID-19 y tener una posición clara sobre ello, es de la máxima importancia que nos aclaremos sobre lo que se trae entre manos el capitalismo español y su representación política, el capitalismo europeo en sus diferentes versiones y, por supuesto, de primordial importancia, el imperialismo angloamericano, que va a ser el sujeto más activo y agresivo a nivel internacional (ya lo están siendo, de hecho).

El imperialismo yanki está retomando con nuevos bríos la intervención militar en Venezuela. Trump y su proyecto político la necesitan mas que nunca: dado que la Pandemia les está trayendo algunas complicaciones en el proceso de su reelección, ¿qué mejor escenario que una intervención militar sobre la Venezuela bolivariana de cara a sus bases sociales? Por supuesto que en ese proceso no hay lugar para las malas noticias que seguro se derivarán de esa hipótetica intervención para el Ejército imperial. Veremos como avanza el bloqueo, en todo caso la parte de la intervención que no tenga riesgos para los invasores o que estos sean míninos. La profundización, de esta, en su caso, quedará para despues de las elecciones presidenciales en EEUU.

También vemos como la campaña para presentar a China como responsable de la Pandemia de la COVID-19, campaña inspirada por la CIA, se intensifica. Se trata de ir creando una matriz en la opinión pública internacional sobre China como un grave riesgo para el mundo occidental y sus valores. Una campaña que sirva, en definitiva, para justificar a medio plazo el incremento de la militarización de ese conflicto, sin por supuesto descartar la guerra, último recurso del imperialismo en las crisis graves, tal como la historia nos ha enseñado.

En ese marco es del mayor interés analizar la posición del Gobierno español en relación con la solicitud de ayuda a China, Cuba y Rusia, cosa que han hecho como decíamos en Italia. Pero aquí el Gobierno español se ha negado radicalmente a ello. Hay que demostrar al imperialismo internacional que España es su fiel servidora. Sin fisura alguna.

Vivimos tiempos complejos. El imperialismo y el capitalismo en general pretenden aprovechar la actual coyuntura para profundizar en la explotación de las clases populares hasta donde haga falta. Muchas gentes ya son conscientes de ello y otras muchas lo serán mas adelante, cuando este proceso vaya avanzando. La tarea de l@s revolucionari@s es ser capaces de construir alternativas sólidas, progresistas y sociales que sirvan para dar salidas a la situación actual desde la perspectiva de los intereses de las clases populares. Esto no se podrá alcanzar en el marco del Régimen del 78. Solo en un marco republicano que defienda los derechos políticos y sociales de las clases trabajadoras, de las mujeres y de los Pueblos podremos avanzar en esa solución.

Izquierda Castellana, 6 de abril de 2020

 

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