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Mundo :: 19/05/2020

Covid-19 y capitalismo: una interacción mortífera

Santi Ramírez


A mediados del pasado mes de enero, la epidemia del COVID-19 traspasó las fronteras de China y se fue expandiendo a nivel mundial. Al mismo tiempo, desde los gobiernos de los distintos Estados se nos ha venido anunciando con insistencia que, como consecuencia de la pandemia, se avecina una profunda crisis económica que, probablemente, será mayor que la sufrimos en la primera década del presente siglo.

Pero, lo que no nos dicen es que:

1º.- El estallido de esta epidemia tiene mucho que ver con el sistema productivo capitalista. Es más, puede decirse que es una consecuencia directa de la irracionalidad del sistema, en su conjunto.

En concreto, hay que tener en cuenta el desarrollo cada vez mayor del capitalismo agro-industrial, con la consiguiente apropiación y explotación de bosques primarios, así como de tierras cultivables propiedad de muchos pequeños campesinos y de comunidades indígenas. La deforestación de amplias zonas del planeta, especialmente en Asia, África y América Latina, con objeto de introducir nuevos cultivos, al margen, por completo, de las necesidades de las comunidades autóctonas, etc.
Todo ello, favorece que una serie de microorganismos patógenos que hasta ahora estaban aislados en determinadas zonas, se puedan extender a las ganaderías locales y a los seres humanos, produciéndose casos de zoonosis.

El empleo de piensos artificiales u orgánicos, con aditivos químicos, en la alimentación del ganado, para aumentar la productividad de las granjas; también contribuye, en buena medida, al surgimiento de nuevas enfermedades, como es el caso de las “vacas locas”, que acaban afectando también a las personas.

Cabe suponer que, en alguna medida, también estarán contribuyendo a la expansión de la pandemia el calentamiento global y el cambio climático, cuyos efectos son cada vez son más evidentes y que, en definitiva, obedecen a las mismas causas.

2º.- La pandemia actual no es la causa real de la crisis económica, que según nos aseguran se avecina, aunque contribuirá en buena medida a agudizarla.

Las causas de las crisis residen en el propio funcionamiento interno del sistema económico capitalista. A grandes rasgos, según la economía política marxista, podemos clasificar las crisis en dos tipos: las crisis de sobreproducción-subconsumo y las crisis de realización del valor (de valorización del capital).

En general, las crisis son consecuencia de la tendencia decreciente de la tasa de ganancia, la cual a su vez, en buena medida, es derivada de la tendencia ascendente de la composición orgánica del capital, como consecuencia de la competencia cada vez más feroz entre las propias empresas capitalistas.

En cuanto a las llamadas “crisis de realización”, fundamentalmente se deben al desequilibrio en el desarrollo de los sectores I y II de la economía capitalista. Es decir, entre el sector dedicado a la producción de medios de producción y el dedicado a la producción de bienes de consumo. No obstante, hemos de tener en cuenta que, en muchos casos, varios de estos factores actúan de forma simultánea y combinada, influyéndose recíprocamente.

Al mismo tiempo, también conviene recordar que desde hace ya varios años, antes de que estallase la actual pandemia, se nos venía hablando de la existencia de una “desaceleración” de las principales economías mundiales, entre ellas las de EEUU y Alemania, precisamente como consecuencia de una dificultad, cada vez mayor, para revalorizar el capital (a la que ya hemos hecho referencia), así como de la guerra comercial desatada entre EEUU y China, con el incremento recíproco de aranceles a la importación; así como al embargo y bloqueo económico unilateral impulsado por el imperialismo yanqui contra Irán.

3º.- Las distintas potencias imperialistas, hace ya tiempo que se preparan para la guerra porque, aunque esta pueda suponer una enorme destrucción de vidas humanas, es el medio al que históricamente han recurrido para resolver sus contradicciones y “reactivar” sus economías.

Esto resulta totalmente evidente, si nos fijamos en el acelerón experimentado, en los últimos años, por la carrera armamentista desatada entre las potencias que forman parte de los dos bloques imperialistas (EEUU, Gran Bretaña, la UE, Japón, China, Rusia, etc.) con el frecuente ensayo de nuevos modelos de armamento, cada vez más sofisticados y las enormes inversiones efectuadas, por unos y otros, en el terreno militar.

Para hacernos una idea del enfrentamiento entre ambos bloques y el creciente peligro de guerra entre ellos, conviene tener una visión global de las zonas donde actualmente se produce el “choque” de sus intereses económicos, políticos, geo-estratégicos y/o militares (Oriente Medio, Mar del Sur de China, Asia central, Europa central y Balcanes, región ártica, así como determinadas zonas de América Latina y África). Esto nos dará una idea aproximada del alcance y la agudización de las contradicciones entre ellos.

4º.- Con el pretexto de combatir la pandemia actual, los distintos Estados burgueses están ensayando diversas técnicas de control de masas. Desde la identificación personal y la geo-localización, hasta la compartimentización de la población, el confinamiento, etc. A lo que hay que añadir el creciente control sobre los medios de comunicación, las redes sociales, etc.

Técnicas y métodos que, con la experiencia ya adquirida, podrían aplicar en cualquier situación diferente de la actual crisis sanitaria, pero en la que pudiera estar “en peligro” el propio sistema capitalista.

En vista de todo lo anterior, resulta evidente que el futuro del planeta, nuestro futuro, está expuesto a todo tipo de consecuencias derivadas de la actuación irracional del capitalismo, que únicamente obra cegado por su obsesión de obtener cada vez mayores beneficios. El sistema socioeconómico (modo de producción) capitalista, conduce inexorablemente a la muerte y a la destrucción de millones de vidas humanas. Sólo la revolución socialista podrá evitarlo.

 

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