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Estado español :: 03/07/2020

Acabar con el régimen del 78 es una necesidad vital

Izquierda Castellana
El Régimen monárquico del 78 es un impedimento total para el avance moral, social y económico de los Pueblos bajo su jurisdicción

La historia, pero también la vida cotidiana, nos demuestra cada día que las contradicciones, las crisis en un sentido genérico, son una parte inherente a la vida colectiva e individual de la humanidad y de la naturaleza. Esa aspiración subjetiva al equilibrio estático, en el que lo alcanzado permanece no se sabe por qué inercia, nada tiene que ver con la realidad. La vida individual y colectiva se construye día a día, si es que tenemos un proyecto para tal cosa. Si no lo tenemos, simplemente otros lo construyen por nosotr@s.

La gran diferencia entre el pensamiento dialéctico científico y la dialéctica idealista es que mientras la segunda considera que todo evoluciona hacia el equilibrio y por tanto hacia la solución de los problemas de forma “natural”, el primero considera que “las cosas” tienden a evolucionar de forma caótica, si no hay una intervención racional y consciente para conducir esa evolución. Desde una perspectiva revolucionaria comprender tal cuestión es imprescindible.

En las pasadas décadas, las del “paraíso del neoliberalismo”, nos contaban que las “leyes del mercado” lo resolverían todo, lo colectivo y lo individual; que el Estado como instrumento de “intervención y regulación social” había que reducirlo al máximo, puesto que el “Dios-Mercado” se encargaría de hacerlo de forma natural.

Hoy nos encontramos ante una brutal crisis del capitalismo, especialmente en su versión neoliberal y de su expresión universal (el globalismo), después de tres décadas de hegemonía mundial tras la caída de la URSS; y ello a pesar del brutal sufrimiento causado a la humanidad y al conjunto de la naturaleza por ese modelo. No nos autoengañemos , ni nos dejemos engañar: la llamada crisis ecológica está esencialmente condicionada por el capitalismo, especialmente por el neoliberalismo, así que no nos vengan con vainas sobre el “capitalismo verde”, porque simplemente es mentira. El capitalismo verde no es más que una nueva versión del capitalismo decadente. Los que quitaron los tranvías eléctricos en los años 60 del siglo XX para sustituirlos por autobuses de gasóleo son los que ahora nos quieren vender el coche eléctrico.

Cabe recordar la interminable lista de guerras impuestas, en sus formas más convencionales o con nuevos formatos, cuya cadena comienza con el golpe de Estado en Chile contra el Gobierno de Unidad Popular de Salvador Allende el 11 de septiembre de 1973 y que supone el trágico debut del neoliberalismo; después vendría la imposición de dictaduras militares en una gran parte de los países de Latinoamérica, las guerras de la ex-Yugoslavia, las de Afganistán; Irák, Libia, Siria o el este de Ucrania… Ningún continente ha quedado libre de intervenciones militares imperiales cuyo objetivo era eliminar cualquier barrera a la extensión del neoliberalismo globalista. Esa y no otra es la causa común de todas las intervenciones militares del imperialismo capitalista, ya haya sido a través de la OTAN o de otras herramientas político-mediático-militares.

Con la caída de la URSS el imperialismo capitalista llegó a la convicción de que “todo el monte era orégano” y que no quedaban más que algunas “pequeñas dificultades” para extender de forma absoluta su modelo de dominación, pequeñas dificultades que se irían resolviendo una a una, tal como hicieron “manu militari” si la resistencia social y política en cada uno de esos lugares evolucionaba hacia posiciones numantinas, tal como por ejemplo ocurrió en Serbia; allí la OTAN no tuvo inconveniente en bombardear Belgrado tal como había hecho 50 años antes la aviación nazi. Como decimos, pretendían liquidar la resistencia en el Mediterráneo oriental a sus planes de imposición de su globalización capitalista.

El pensamiento capitalista es fuerte en lo tecnológico y frecuentemente en lo táctico, pero débil o muy débil en lo estratégico, y así se vuelve a manifestar.

Con la caída de la URSS y la llegada al poder del nuevo Estado ruso del Presidente Yeltsin, un alcohólico dispuesto a la venta de todos los recursos de su país en una auténtica política de rebajas al capitalismo occidental, algunos consideraron que el Pueblo ruso sería una presa sencilla de la globalización imperial. Olvidaban no ya la heroica historia de la Revolución de octubre de 1917, sino algo no menos heróico y mucho más cercano, como fue el papel de Rusia y del conjunto de la URSS en la Gran Guerra Patria Antifascista de 1941-1945, papel determinante para la victoria sobre el nazi-fascismo.

Despreciaron también el potencial nuevo papel de China en el mundo y su capacidad para ir diseñando y practicando un modelo de relaciones internacionales alternativo al del imperialismo guerrerista y depredador. En su borrachera de “éxitos” de los años 90 les parecía una obviedad que desapareciera el socialismo de Cuba, sin entender que la mayoría de los cubanos y cubanas comprenden muy bien que si desapareciera el socialismo de Cuba, sería la propia Cuba la que desapareciera como nación soberana. Porque si hay algo que nos enseña la historia de los últimos 75 años es que solo en base al socialismo los Pueblos recuperan su soberanía y su dignidad: China; Cuba; Vietnam; Nicaragua; Venezuela…

El imperialismo interpretó mal la coyuntura histórica, sus potencialidades y la capacidad de resistencia de los Pueblos y eso les llevó a cometer graves errores, como el ejemplo de Siria; y también estratégicos, dando por finiquitado cualquier proyecto alternativo de vida al suyo.

Similares problemas, pero si cabe mucho más agudizados tienen lugar en el Estado español. La especial debilidad del “bloque dominante” para generar una dominación no digamos ya socialmente atractiva, sino simplemente tolerable, es un clásico. Las necesidad de recurrir a una tradicional y conocida familia de mafiosos como son los Borbones es uno de los ejemplos de esa debilidad estructural.

En estos momentos, en el capitalismo a nivel global y muy especialmente en los EEUU se ha roto la unidad y hay, en sus términos generales, dos estrategias para confrontar con la actual crisis:

 La de los que quieren mantener en lo fundamental la línea de acción de los últimos años, eso sí, vendiéndolo como el nuevo capitalismo de rostro humano y pseudoecologista, es decir los globalistas de siempre, representados por el Partido Demócrata a cuyo servicio tienen un potentísimo aparato mediático no solo en EEUU sino a nivel mundial, incluyendo Europa.La alianza entre los continentalistas, partidarios de recuperar la mayoría del aparato productivo exportado, con los trumpistas aportando un proyecto socio-político y electoral a la visión económica.

Esa no es una contradicción menor, como no era una contradicción menor la existente en el capitalismo a principios del siglo XX y que condujo a la I Guerra Mundial. El boicot a Facebook de una gran parte de las empresas globalistas (Microsoft, Adidas, Starbucks, Coca-Cola, Colgate-Palmolive, Honda, Levi’s, Mozilla, Puma, Reebok…) por no vetar a Trump en sus redes es un claro ejemplo de esta ruptura de la unidad. El que una información tan sustancial como que en el mes de junio se crearan 4,5 millones de empleos en EEUU no haya parecido en ningún medio generalista en el Estado español es otro ejemplo de esa política a muerte existente hoy en día entre las dos grandes fracciones del capitalismo-imperialista. En las elecciones presidenciales de noviembre de 2020 se librará una batalla a muerte entre esas dos fracciones del imperialismo y veremos mucha sangre. La línea de actuación en relación con la covid-19 es y será otro gran punto de fricción. Hay algo muy claro: el militarismo y el guerrerismo de ambas fracciones es absoluto.

La UE, ya sin el Reino Unido, es partidaria de la línea globalista aunque con sus contradicciones. En estas circunstancias el papel deAlemania,siempre principal, se refuerza aún más, pero la UE se va debilitando día a día y no va a superar la actual crisis. La decadencia puede ser más rápida o más lenta pero está asegurada.

El papel del Estado español es simplemente patético. Esperando a ver que migajas nos reparten los países ricos de Europa a través del apoyo de Alemania, migajas que por supuesto nos las van a hacer pagar a precio de caviar; es decir, inalcanzables para las clases trabajadoras. Pero qué se puede esperar de un Estado que tiene como su Jefe al hijo de un golfo y ladrón que a su vez sigue siendo el “Jefe Emérito”.

 El Régimen monárquico del 78 es un impedimento total para el avance moral, social y económico de los Pueblos bajo su jurisdicción, muy particularmente para el pueblo castellano. Es un auténtico deber patriótico y además con carácter inmediato acabar con este Régimen, el de la Monarquía corrupta.

Por la República. Por las Repúblicas.

 

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