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Estado español :: 04/08/2020

¡Ladrón a la fuga!

Iniciativa Comunista
El rey Felipe continúa con su habitual lavado de cara, ahora sí, desde el «sentido respeto y agradecimiento ante su decisión».

Ayer día 3 de agosto salía en toda la prensa la desesperada huída del Borbón Juan Carlos fuera del país. Todo ello, desde luego, bajo una gorda capa de maquillaje en la que todo parece un noble acto de responsabilidad por su parte. Pero los millones siguen en Suiza.

El rey Felipe continúa con su habitual lavado de cara, ahora sí, desde el «sentido respeto y agradecimiento ante su decisión». Como si todos sus problemas se fueran en ese avión. ¡No señor Felipe, tus problemas no acaban aquí!

Lo que queda constatado con estos hechos es la maniobra por parte del Estado y de la propia corona para protegerse de los chanchullos del rey desde que comenzaron a salir los casos de evasión de impuestos y blanqueo de capitales.

Por su parte el Gobierno «progresista» ha quitado importancia a estos delitos y ha resaltado el importante papel del rey en la continuación del Régimen capitalista y fascista. La propia Ministra Carmen Calvo ha mediado en la huída del rey emérito para que se fugue del país sin responder ante la Justicia y ante la clase trabajadora, que con su trabajo costea la Monarquía y sus cacerías. Mientras tanto la Justicia se mueve rápido y con saña para meter en prisión provisional a cualquier persona que detengan en una manifestación, o para condenar a prisión a raperos que denuncian la corrupción de la Monarquía, o para encarcelar a los chavales de Alsasua por una pelea con un Guardia Civil fuera de servicio, o para represaliar con 13 años de prisión a los líderes independentistas catalanes y un largo etcétera.

La fuerza que tiene el Estado para mantenerse con su legado fascista, de su monarquía corrupta y de su represión, y con la protección incansable de la socialdemocracia, depende en gran medida de la fuerza que tenga el relato que nos cuentan. Por eso, la clase obrera debe ser independiente y valorar por sí misma a qué intereses sirven las instituciones que gobiernan y en qué sociedad queremos vivir realmente. Esto sólo se puede conseguir mediante la memoria colectiva, la conciencia de clase, y la lucha al margen de las instituciones.

Hoy más que nunca se hace patente que no se puede luchar contra la monarquía sin luchar por la revolución. No basta con acabar con los monarcas corruptos, sino que hay que desterrar para siempre a toda la casta parasitaria burguesa y a quienes la sostienen.

 

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