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Nuestro mañana es hoy
"No nos representan”
"PSOE y PP la misma mierda es"
"Que se vayan"
"Nuestros sueños no caben en vuestras urnas"
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"Me sobra mes a final del sueldo"
"No somos mercancía de políticos y banqueros"
"Juventud sin futuro"
Hace menos de una década estos lemas se atropellaban en las bocas de quienes llenábamos las plazas de diferentes ciudades del Estado. Hace menos de diez años.
Desde entonces tuvimos dos presidentes: Mariano Rajoy y Pedro Sánchez. Uno perteneciente al PP, el otro perteneciente al PSOE. Curiosamente, ambos pertenecen a los mismos partidos que ocuparon la Moncloa desde Felipe González.
En los últimos nueve años hemos asistido a la reforma constitucional – la del artículo 135- dos elecciones al Parlamento Europeo (entrada triunfal de Podemos), cinco elecciones generales, doce procesos electorales autonómicos, tres elecciones forales y tres elecciones municipales. Entre urna y urna nos impusieron la reforma laboral de 2012, la Ley Mordaza y un cambio en la jefatura de Estado. Si nada cambia, el 14 de febrero de 2021 asistiremos a unas nuevas elecciones en Catalunya. La “novedad” es que tanto el sector convergente como ERC parecen estar más preocupados por reafirmar las instituciones autonómicas y en consecuencia el estado español -“su enemigo declarado”-, que por conquistar la independencia.
En la IX legislatura (2008-2011) el Congreso de los diputados contaba con seis Grupos parlamentarios1, en la X (2011-2016) siete2, en la XI (2016-2016) ocho3, en la XII (2016-2019) siete4, en la XIII (2019-2019) ocho5y, actualmente, en la XIV, diez6. No se puede obviar la pluralidad numérica: en doce años se ha pasado de seis grupos parlamentarios a diez grupos parlamentarios.
Esta variedad cuantitativa, además de darle mucho colorido a las butacas, irrumpió cargada de promesas y palabras esperanzadoras. Con el correr de los meses y los debates parlamentarios las promesas se fueron matizando y las palabras esperanzadoras se convirtieron en debates broncos y ruidosos que tiene mucho de teatro y poco de política que aborde los verdaderos problemas sociales que viven las masas trabajadoras y populares de todo el estado.
La pluralidad numérica parlamentaria también posibilitó el primer gobierno de coalición en el Estado español. Quienes nueve años atrás gritaban en las plazas “PSOE y PP la misma mierda es”gobiernan hoy con el partido al que denostaban. En palabras de Pablo Iglesias Turrión: “Hace algunos años, los que siempre han mandado en España nos dijeron con arrogancia que si queríamos cambiar las cosas, dejáramos de protestar, montáramos un partido y nos presentáramos a las elecciones. Hoy, tan solo cinco años después de crear esta herramienta que es Podemos, vamos a poder empezar a cumplir el objetivo con el que nacimos: mejorar la vida de la gente desde el Gobierno de nuestro país.”7
Afinaron el olfato y vieron que el PSOE era una mierda que no olía tan mal y que no imposibilitaba la convivencia. Al mismo tiempo reflexionaron y decidieron que tampoco había tantas diferencias y, por lo tanto, del “que se vayan todos” pasaron al “todos, todos, no”. Comprobaron, quizás, que era más fácil adueñarse de las urnas que soñar a lo grande. Debe venir de ahí la matización del Vicepresidente segundo, Pablo Iglesias: “Recordad que los avances que más merecen la pena no se consiguen a la primera. Recordad que el cielo se toma con perseverancia.”8.
A unos meses de cumplirse un año de la investidura de Pedro Sánchez y del debut de Unidas Podemos en el gobierno, desde TrinCHEra afirmamos que la vida de la gente no ha mejorado como nos prometió Iglesias.
No perdemos de vista el contexto de pandemia por el cual atraviesa el Estado. Tanto es así que también afirmamos que la declaración del Estado de Alarma funciona en política como un manto con el que tratar de obtener nuevos poderes ejecutivos justificados por una situación de crisis. Ponemos como ejemplo de introducción de nuevos poderes ejecutivos en la declaración del último estado de alarma, contraviniendo el artículo 116.2 de la Constitución española:
“El estado de alarma será declarado por el Gobierno mediante decreto acordado en Consejo de Ministros por un plazo máximo de quince días, dando cuenta al Congreso de los Diputados, reunido inmediatamente al efecto y sin cuya autorización no podrá ser prorrogado dicho plazo. El decreto determinará el ámbito territorial a que se extienden los efectos de la declaración.”
Esto sienta un precedente importante.
Se difumina la pluralidad ideológica que convive en el Congreso en estos “grandes momentos” en los que el sistema trata de salvarse a sí mismo. Veamos algunos ejemplos que, muy probablemente, son la antesala de un modus operandi al que pretenden acostumbrarnos:
Hubo mayoría absoluta (194 votos a favor) para decretar un estado de alarma de seis meses. La pluralidad numérica se ha diluido en un consenso de Estado que ha permitido aprobar un Real Decreto que prolonga el estado de alarma hasta el 9 de mayo de 2021.
Hubo mayoría absoluta (298) que votó en contra de la moción de censura que presentó VOX contra Pedro Sánchez. Aquí tampoco fue un impedimento la pluralidad numérica, menos aún la pluralidad ideológica.
Finalmente, salvo sorpresa de última hora, habrá mayoría suficiente para aprobar los Presupuestos Generales del Estado 2021 (PGE). De ser aprobados el Gobierno de coalición contará con un gran salvavidas para acabar la legislatura.
En algún momento tendremos que preguntarnos por qué no hay mayorías tan holgadas para aprobar reales decretos verdaderamente encaminados a mejorar la vida de trabajadoras y trabajadores, para introducir nuevos poderes ejecutivos para nacionalizar empresas estratégicas o para reforzar el sistema sanitario o educativo.
Mientras tanto, los meses siguen siendo cada vez más largos que los salarios; las prestaciones sociales cada día se achican más; los niveles de pobreza y empobrecimiento siguen acentuándose; la precariedad laboral se vuelve insoportable.
Mientras tanto, la violencia y opresión contra las mujeres no sólo no ha disminuido, sino que corre el riesgo de sufrir un aumento debido a importantes retrocesos: la unidad de convivencia, la familia nuclear, se ha convertido durante la pandemia en la institución por excelencia y ya sabemos qué lugar ocupan las mujeres ahí.
Mientras tanto, los buenos gestos encaminados a proteger el medio ambiente parecen haberse quedado en gestos. Nos han dicho que la lucha contra la COVID-19 es una guerra, pero no se destinó ni un euro del presupuesto de defensa contra esa batalla.
Mientras tanto, el malestar y descontento social va en aumento, por ahora con pequeños estallidos aislados y descoordinados.
Las instituciones y pilares de la sociedad burguesa están mostrando los dientes y su cara más conservadora, represora, antidemocrática, xenófoba y patriarcal
Seguimos siendo mercancía en manos de políticos y banqueros. Mientras el ruido parlamentario aumenta, las fusiones bancarias no se detienen (CaixaBank-Bankia; LiberBank-Unicaja) profundizando la concentración de capitales a la vez que destruyen miles de puestos de trabajo.
La “juventud sin futuro” que proclamaba el 15M es una realidad, un desagüe por el que el sistema traga-personas. Y no, no habrá futuro mientras sigamos esperando que un decreto-ley nos salve del abismo.
Ni el Fondo de Recuperación europeo ni los PGE harán caer dinero de los helicópteros. Hoy, cuando el Poder Ejecutivo adquiere poderes extraordinarios encaminados, por el momento, a limitar derechos fundamentales, luchar por la defensa y conquista de derechos democráticos es una necesidad imperiosa. Sí, exigir reformas – que no es lo mismo que el reformismo – que nos permitan reforzar la organización por la base y elevar la conciencia de nuestra clase con la perspectiva del socialismo/comunismo.
Porque el socialismo/comunismo se construye aquí y ahora. En el día a día. Es la superación permanente del estado actual de las cosas. No podemos permitirnos delegar y postergar debates tan importantes como nuestra economía, nuestras conductas patriarcales, la relación que mantenemos con la naturaleza, nuestros criterios organizativos, nuestros principios. No debemos olvidar de llevar a la práctica nuestros debates: la práctica debe ser trasladada al interior y al exterior de nuestras organizaciones. Debe trascender el papel que todo lo aguanta. Hay que resignificar la ética militante.
Cada instancia organizativa debe sostenerse y ampliarse sobre firmes principios éticos. Las conductas deben ser coherentes con nuestras teorizaciones porque de lo contrario caeremos en el oportunismo y la burocratización. Los principios deben regir nuestra conducta diaria sea en nuestras relaciones personales como en el ámbito social y político.
La perseverancia no significa una espera indefinida ni la postergación de lo que se puede hacer ya mismo.
Nuestro mañana es hoy.
TrinCHEra; Diciembre 2020
7 https://www.eldiario.es/politica/carta-pablo-iglesias-unidas-podemos_1_1252941.html
8 IDEM; las negritas son nuestras.
