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Anti Patriarcado :: 21/01/2021

Twitter, un campo de batalla desigual para los derechos de las personas trans

Sandra Vicente
El acoso en redes sociales crece día tras día de la mano de usuarios que cuentan con miles de seguidores

El acoso en redes sociales crece día tras día de la mano de usuarios que cuentan con miles de seguidores. Juicios de valor sobre el cuerpo y la identidad, asegurar que las persona trans borran los derechos de las mujeres o, incluso, relacionarlas con pederastia o violanciones. Estos son algunos de los argumentos que el colectivo TERF usa en redes, encendiendo cada vez más las brasas de la polémica

“Si me hubieran dicho antes de descubrir que era trans lo que me iba a tocar vivir, no sé qué se me habría pasado por la cabeza. Nadie transiciona para estar en esta situación. ¿Habría ‘destransicionado’? Con todo el dolor: posiblemente”. Este tuit fue publicado por Rosa María García un día después de que la escritora Lucía Etxebarría le dedicara un polémico vídeo en redes, en el cual negó su condición de mujer y preguntó a sus seguidoras en Instagram si “os quedaríais a solas con Rosa María en un cuarto de baño”. ¿El pecado de Rosa María? Ser una mujer trans no binaria y colgar un vídeo explicando su primera experiencia en un aseo de mujeres.

El post, que recibió el apoyo de otros referentes culturales como Paz Vega, empezaba con el relato de la violación que sufrió la propia Lucía Etxebarría. Pocas líneas después, la escritora hacía referencia al cuerpo de Rosa María y a su “pene funcional” para después preguntar a sus seguidoras si se sentirían seguras compartiendo baño con ella. De esta manera, seguía las pisadas de la dirigente del Partido Feminista de España, Lidia Falcón, quien aseguró que el movimiento trans empuja a la pedofilia y a la violación. “Hombres disfrazados de mujeres”, que pretenden “borrar a las mujeres” o que se cuelan en espacios femeninos “para agredir o violar” son algunas de las afirmaciones estrella del colectivo TERF (Trans-Exclusionary Radical Feminist, por sus siglas en inglés).

Los derechos de las personas trans a escoger su identidad de género y vivirla plenamente se han convertido en un debate en el seno -y fuera de él- del feminismo, que ha estallado con fuerza en las redes, impactando fuertemente contra las personas trans que, a nivel personal, reciben a menudo ataques y vejaciones. Personas como Rosa María, que explica que “no es la primera vez que me pasan esta clase de cosas, llegando incluso a exponer desnudos míos”. Dice que no se lo toma como algo personal, “es solo por pertenecer al grupo al que pertenezco”. Pero las críticas TERF hacia el colectivo trans acaban, a menudo, impactando sobre personas y cuestiones relativas a su intimidad.

Ya sea si se hormonan o no, si deciden operarse o no, la clase de vida que llevan, “todo es objeto de debate en redes. Parece que sea pecado hablar de tu autonomía corporal y cualquier persona que esté explorando su identidad sufre mucho estigma”, reflexiona Rosa María. Esta doctoranda en filosofía cuenta con más de 10.000 seguidores en Twitter y usa esta red social y el altavoz con el que cuenta para ayudar a personas trans que tienen dudas sobre su proceso o identidad. “Me sigue mucha gente y eso me expone mucho. La personalización de los ataques es una parte importante para entender cómo funciona el acoso”, apunta Rosa María.

 

Twitter, un campo de batalla

Las redes sociales son las trincheras de muchas polémicas y mensajes de odio, y el acoso a las personas trans no es la excepción. Twitter puede ser el escenario de ataques muy virulentos y también de las muestras de apoyo. “Hay quien sufre un acoso y usa las redes para denunciarlo o quien se vuelve víctima de una persona que no la conoce de nada y cuestiona su vida e identidad”, resume Cristian Carrer, psicólogo social y coordinador técnico del Observatori Contra l’Homofòbia (OCH).

“Hay mujeres, que se denominan feministas, y consideran que la existencia de las personas trans les hace perder privilegios y no lo llevan nada bien”, considera Carrer, quien opina que las redes sólo hacen que aumentar la virulencia y la tensión de unos debates que “seguramente no son representativos del mundo real”. Así lo consideran también desde la cuenta Radfem Transinclusivo, un perfil de Twitter que fue creado por diversas personas al constatar que “faltan muchísimos espacios seguros para las personas trans, en redes y fuera de ellas”. Desde esta cuenta, trabajan en apoyar a las personas trans víctimas de acoso, así como en hacer pedagogia e intentar fomentar el diálogo. Pero no siempre lo consiguen.

“El origen de los ataques a las personas trans está en el miedo a lo que no se entiende. Por eso los ataques al colectivo van dirigidos a las personas que lo forman porque sus cuerpos aun son objeto de estigma social. Y, en redes ya nos hemos acostumbrado a que desprestigiar a alguien sea un argumento válido cuando no se defienden más que falacias”, apuntan. Rosa María asegura que está harta de recibir comentarios sobre su cuerpo como si fuera un objeto político válido para el debate. “Que si el tamaño de mi pecho, que si cómo son mis genitales…las trans parece que estemos atrapadas en contradicciones sociales”, reflexiona la filósofa. “Cada persona funciona como funciona su cuerpo y la transición comporta riesgos difíciles, muchos de ellos asumibles y otros no. Cada quien para donde considera y no por eso se es menos válido”.

 

Altavoces desiguales

La polémica del vídeo de Lucía Etxebarria sobre Rosa María derivó en dos hashtags en Twitter: #YoApoyoaPazVega y #YoApoyoaRosaMariaGarcia. El mismo instrumento, pero con resultados desiguales. A una semana de los hechos, el primer hashtag se hallaba en más de 26,000 tuits, mientras que el segundo no llegaba a los 10,000. Y es que los altzavoces y el alcance de las protagonistas de la historia tienen poco que ver entre ellos. Lucía Etxebarría cuenta con 93.600 seguidores en Twitter y podría ser considerada referente cultural por muchas personas de habla hispana. “Son personas con mucha influencia por su actividad profesional, con muchos seguidores, y es preocupante y peligroso que los que tienen este altavoz distribuyan mensajes de odio”, opina Cristian Carrer, del OCH.

Precisamente esta asociación interpuso a principios de año una denuncia por presuntos delitos de odio contra Lídia Falcón por su intervención en el programa El Gato al Agua (Interconomía), donde relacionó al colectivo trans con la pedofilia y la violación. “No podemos permitir que ciertas personas gocen de un altavoz para usarlo de esta manera”, considera Carrer, quien opina que personas como Lucía Etxebarría y su capacidad para viralizar mensajes, “tergiversan el debate”. En opinión de la cuenta Radfem Transinclusivo, un sector con gran potencia mediática “se ha erigido como representante del feminismo sin que nadie lo haya nombrado, mientras que trata al feminismo que apoya a las personas trans como si fuéramos misóginas cuidapenes”.

Mientras en las redes el debate se viraliza y se virulenta, aquello que sucede en el mundo digital no deja de tener repercusiones en la vida analógica. “En el sofá nos envalentonamos, porque no miramos a los ojos quien nos dirigimos. Pero detrás de las pantallas hay personas”, opinan desde Radfem Transinclusivo. “Se conocen muchos casos de suicidios motivados en parte por este tipo de acoso digital”, recuerdan. A pesar de que 2021 puede ser un año importante para la eliminación de los discursos de odio en redes, a través de una propuesta de ley de Podemos, y por la esperada entrada en vigor de la ley Trans, “la legislación no es suficiente para acabar con el acoso. Es algo que las mujeres sabemos bien”, dicen desde la cuenta de Twitter.

Para revertir esta situación y equilibrar la balanza entre los altavoces, tanto desde Radfem Transinclusivo como desde el OCH hacen hincapié en la educación como factor clave. Igualmente, se necesita que cada día más personas trans puedan llegar a visibilizarse como maestros, actrices, cantantes, escritores o políticas para que los referentes culturales, políticos y sociales dejen de ser eminentemente cis y heterosexuales. Pero mientras el cambio no se dé, Rosa María tiene claro que la lucha empieza desde dentro: “las personas trans tenemos que ser nosotras mismas, porque eso es lo que nos va a cambiar la vida. El mundo está ahí y es como es; nuestro mundo interior es el único que podemos cambiar”.

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