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Mundo :: 06/08/2023

Níger y la espiral neocolonial del Sahel

Manu Pineda
Hipocresía del imperialismo estadounidense y el neocolonialismo francés, que hoy se erigen en defensores de un país al que han condenado a la miseria

El pasado 26 de julio un golpe de Estado acababa con la frágil democracia nigeriense. Una facción del ejército apresó al presidente Mohamed Bazoum, y el denominado «Consejo Nacional para la Salvaguardia de la Patria» (CLSP) asumió el poder, decretando un toque de queda y el cierre de las fronteras aéreas y terrestres.

Bazoum ya había sufrido una intentona golpista en 2021, pocos días antes de asumir la presidencia del país. Níger ha alternado regímenes militares y democracias liberales desde su independencia de Francia en 1960. Y pese a la debilidad institucional y el carácter intermitente de la democracia parlamentaria, lo cierto es que el país es uno de los más estables de toda la región del Sahel.

El golpe de Estado en este país de 25 millones de personas y un ejército apenas profesionalizado, de unos 12.000 efectivos, parece responder a la más que probada injusticia y pobreza de Níger.

El país sahelino goza de grandes reservas de oro, metales, sal y es el cuarto productor mundial de uranio y el principal suministrador de esta materia en el mercado europeo. Hoy la inestabilidad en Níger hace zozobrar el potente sector nuclear francés, dependiente del uranio de Niamey. Hasta la fecha Níger ha jugado un papel importante como periferia economía del imperialismo norteamericano y singularmente de la exmetropoli francesa.

El país galo ha perpetuado un sistema de dominación neocolonial. París controla la política monetaria de sus excolonias del África Occidental; sus empresas siguen explotando los recursos naturales y el ejército continúa desplegado en varios países bajo el pretexto de combatir el yihadismo.

El peligroso cóctel que vive el Sahel, con integrismo islámico, crisis alimentarias y climática, instituciones débiles, economías dependientes y una miseria perpetuada por el neocolonialismo, es un caldo de cultivo idóneo para movimientos insurreccionales. Movimientos que se erigen de manera lógica contra el conocido enemigo francés y estadounidense aunque no necesariamente planean proyectos emancipadores para sus clases populares.

General Abdourahmane Tchiani, líder Consejo Nacional para la Salvaguardia de la Patria

El golpe de Estado ha sido rechazado por Naciones Unidas, la Unión Africana o países como Argelia, que exigen volver al orden constitucional y una resolución pacífica sin injerencias extranjeras. No obstante, otros actores occidentales, temerosos de perder su influencia, coquetean con la idea de interferir en el país e incluso impulsar una guerra civil o un nuevo golpe de Estado.

La eventual intervención estadounidense, francesa o de otros aliados en la región no busca en ningún caso «defender la democracia nigerina», sino garantizar que el país siga obedeciendo a sus dictados. El imperialismo defiende en cada país el modelo político que garantice sus intereses, y su actual rechazo al golpe de Estado solo responde a una preocupación por verse desplazados en el tablero geopolítico africano.

De nuevo, queda en evidencia la hipocresía del imperialismo estadounidense y el neocolonialismo francés, que hoy se erigen en defensores de un país al que han condenado a la miseria. Los mismos que promovieron el golpe en Bolivia, Perú o alimentaron la guerra civil en Siria hoy claman contra el golpe en Níger.

La probada voluntad de interferir en Níger ha provocado el rechazo de varios países de la región como Malí, Argelia, Burkina Faso o Mauritania, que ya han advertido que actuarían ante una eventual injerencia extranjera. Hoy el riesgo de una guerra regional es real si el imperialismo lleva hasta las últimas consecuencias sus ansias expansionistas.

Un escenario que sufrirían (y ya sufren) las clases populares sahelinas y que agravaría la crisis migratoria en una UE que pretende frenar a quienes huyen de la miseria que, directa o indirectamente, está generando la propia UE y sus aliados.

Este es el escenario que hoy sufre Níger. En esta maraña de intereses nacionales y extranjeros urge tener una posición sosegada que denuncie los retrocesos civiles y políticos que sufren las clases populares nigerinas al tiempo que rechace el neocolonialismo francés y las injerencias extranjeras. Nuestra apuesta es clara, deseamos que sea el pueblo nigerino quien conduzca su futuro sin intervenciones foráneas. Rompiendo con el yugo neocolonial y avanzando hacia el único sistema que puede garantizar la igualdad del género humano, el socialismo.

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