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Madrid :: 23/02/2021

Hablan dos víctimas de las cargas policiales en Sol

Pablo 'Pampa' Sainz
“Los jóvenes estamos un poco hartos de luchar por lo mismo que ya lucharon nuestros padres”

Fueron protagonistas de una de las imágenes de las protestas en la noche del jueves 18, la de un grupo de chavales, indefensos contra una pared y con sus manos levantadas, soportando la carga policial. Tienen las marcas de las porras en sus extremidades y torso, pero consideran “inútil” denunciar.

“Querían obtener esas imágenes, querían acorralarnos y crear una ansiedad máxima en la gente para que reaccione y reprimir”, expresa Nuria López, joven agredida. 

Nuria López y Alexanther son dos de los jóvenes que en la noche del jueves 18 fueron a la Puerta del Sol a “defender la libertad de expresión” y salieron con sus cuerpos amoratados por la represión policial. Protagonistas involuntarios de una de las imágenes de la noche, cuando un grupo de adolescentes con las manos levantadas, amontonados contra una pared para distanciarse del foco de la protesta, fueron rodeados por antidisturbios y golpeados en reiteradas ocasiones.

No se conocían entre sí, pero coincidieron en el lugar donde se generaron los hechos que narran. Las lesiones que tienen son propias de personas que han sido literalmente apaleadas, con marcas de las porras en sus extremidades y el torso. Nuria muestra tres a lo largo de su pierna izquierda y una en las lumbares, aunque en este último caso la huella del golpe es menor, supone que “porque iba con sudadera, chaqueta y demás puede ser que haya amortiguado el golpe, pero duele un montón”. Alexanther describe “tres moratones en la pierna derecha, otro en la izquierda, un golpe en la cadera y uno en el brazo izquierdo”.

Nuria muestra las marcas que las porras policiales dejaron en su pierna izquierda. DAVID F. SABADELL

Nuria, de 21 años, había bajado desde Aranjuez con su compañera de piso, estudia el doble grado de Bellas Artes y Diseño Integral. Suele ir a manifestaciones feministas del 8M, estuvo en las del Black Lives Matter y algunas de reivindicación laboral. El jueves es la primera en la que ha estado “y que me pegaran por no hacer nada”, dice.

“Me motivó a ir la necesidad de velar por la libertad de expresión. Ya sé que Hasél tiene más antecedentes, pero lo que detonó su encarcelamiento fue su crítica a la monarquía. Y los jóvenes estamos un poco hartos de luchar por lo mismo que ya lucharon nuestros padres, y de seguir heredando un régimen decidido por un dictador y un asesino”, afirma.

Alexanther tiene 19 años y desde septiembre vive en Madrid. El tinerfeño estudia diseño de moda y era la primera concentración a la que iba en la capital. Asistió junto a dos compañeros de piso, también estudiantes, uno del doble Grado de Filosofía y Literatura, y el otro de Ingeniería Informática. No ha escuchado demasiado las canciones de Hásel, apenas conoce al artista detenido.

“Lo de Hasél era simbólico, fuimos a manifestarnos por la libertad de expresión y que no se encarcele a la gente por su obra”, destaca Alexanther

 “Nos informamos y vimos que España es uno de los países con más encarcelados por su arte, y nos pareció justo ir. Lo de Hasél era simbólico, fuimos a manifestarnos por la libertad de expresión y que no se encarcele a la gente por su obra”, destaca.

Pese a las ganas, ninguno de los dos volvió a la concentración del sábado por la tarde. Ella porque aún ni siquiera puede caminar con normalidad por el dolor que le han dejado las lesiones, además del temor porque se liara y le volvieran a pegar en el mismo sitio. Alexanther, que prefiere no hacer fotos, también tiene dificultades para moverse, aunque reconoce que el problema en su caso es más que nada psicológico.

“La verdad es que estoy mejor, pero en el momento fue bastante duro y agobiante. Y las horas después de salir, estando en casa, fueron bastante duras también. Me estaba planteando qué es la Justicia”, reflexiona. El sábado al salir a la calle vio coches policiales y de los nervios regresó a su casa. “No quiero decir que tengo un trauma porque no he ido al psicólogo y no me quiero autodiagnosticar, pero decidí quedarme”, confiesa.

“Si denuncias ya sabes lo que te van a decir, que es nuestra culpa por habernos manifestado en un sitio que no estaba convocado”, lamenta Nuria
No tienen informes médicos y ni siquiera se han planteado hacer una denuncia policial de los hechos. “No puedes hacer absolutamente nada, si denuncias ya sabes lo que te van a decir, que es nuestra culpa por habernos manifestado en un sitio que no estaba convocado, y ya está”, lamenta Nuria. A Alexanther lo de hacerla le parece inútil. “No tengo la fuerza de voluntad de ir siquiera a un centro de salud y desconfíen de mí, no tengo ninguna confianza en que me haga bien hacer una denuncia”, reconoce.

El relato de los hechos

Ambos coinciden en que la concentración transcurría con cierta tranquilidad hasta que la masa fue consciente de que los accesos a la Puerta del Sol habían sido bloqueados por la policía. “Era todo pacífico, cantos y tal”, describe Nuria. Alexanther confirma que “no hubo ni piedras ni botellas, ni nada, no había una agresión violenta de parte de los manifestantes cuando se produjo la primera carga policial”.

“La gente se pone agresiva porque no puede salir y la policía empieza a reprimir. Nosotras estábamos subidas en la fuente de Sol y un antidisturbios sube y nos junta para echarnos. A mi amiga le empezó a dar un ataque de ansiedad y fuimos hacia la salida de la calle del Carmen, le dijimos a un antidisturbios ‘mira por favor mi amiga está mal, ¿podemos salir?’ Y nos dice, ‘no, vete a la paralela’ (calle Montera). Vamos allí y nos dicen ‘no, vete a la que has estado”, recuerda Nuria, y agrega que en ese momento es que deciden quedarse apoyadas en unas de las paredes de una tienda.

Alexanther con sus amigos también se ubicaron en la fuente central porque veían que había prensa y pensaban que no reprimirían en esa zona. “Empezaron a desalojar desde donde está la estatua del oso y se repente cargaron contra nosotros, nos asustamos más y dijimos tenemos que irnos. Nos acercamos a la calle donde hay una tienda de abanicos (Montera), con las manos levantadas para que vieran que no queríamos hacer nada y nos mandaron a la calle de al lado. Ahí tampoco nos dejaron salir y un grupo grande nos pusimos contra la pared, otra vez con las manos levantadas”, rememora.

En ese momento Nuria y Alexanther con sus amistades, sin conocerse, quedaron contra la pared, con sus brazos levantados y sin poder escapar al cerco policial. Lo que cuentan ambos coincide en un relato sin fisuras. “Nos empiezan a apalear, la mayoría éramos chicas con las manos en alto. Les decíamos ‘queremos salir, queremos salir’ y unos 25 antidisturbios que, sinceramente, iban con su cara como enajenada, no sé si era la adrenalina o qué, empiezan a darnos mientras nos decían ‘joderos, joderos’. Era una ratonera”, dice Nuria.

La sensación para Alexanther es de haber estado “en una batalla”, incluso confiesa que en un momento los recuerdos se vuelven más difusos. “Tengo imágenes de estar acorralado, de estar rodeado de policías pegándome y una veintena de periodistas sacándome fotos mientras me estaba dando un ataque de ansiedad y a su vez cargaban contra nosotros, impresiona verte en esa situación”, admite.

El grupo de jóvenes acaba de ser agredido y huye. Detrás algunos aún sufren la carga policial. ÁLVARO MINGUITO

A su entender se trata de una táctica que escuchó en televisión, suele aplicar la policía para “calentar” las manifestaciones. Se refiere al “Síndrome de Serwood”, el nombre que le dio a esas tácticas el comisario general de Coordinación Territorial de los Mosso d’Esquadra, David Piqué.

“Si la manifestación no se prevé bastante violenta, se puede provocar un poco con detenciones poco justificadas para calentar el ambiente... Cuando la violencia empieza a ser generalizada, la actuación policial se retrasa deliberadamente, hasta que los daños causados, sean inaceptables. La consecuencia previsible es que acabará como una batalla campal. Es entonces cuando empiezan las cargas policiales, que en ningún momento quieren ser disuasorias. Se va directamente contra los manifestantes, que ya son considerados vándalos, y se les ataca con suficiente velocidad para que no dé tiempo a la fuga y se provoque el enfrentamiento físico”, planteaba Piqué.

Otros jóvenes que estaban entre el grupo de personas golpeadas han preferido no dar su testimonio, pero aseguran que tienen también marcas en sus extremidades de la violencia recibida en la noche del jueves.

https://www.elsaltodiario.com/libertad-expresion/jovenes-golpeados-en-sol-denuncian-la-represion-sufrida

 

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