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Euskal Herria :: 25/02/2021

La asamblea, la rutina, y la falta de debate y propuestas.

Ostegunetan

 

Se habla mucho de los movimientos sociales y de su situación actual, de la falta de capacidad para incidir en la sociedad y en el día a día de la lucha y la política. Se habla de su debilidad en forma de numero de militantes pero pocas veces se habla de las dinámicas internas, quizás las causas a esa debilidad externa ( incapacidad de incidir) e interna ( falta de cuadros) se deba a su propia dinámica de trabajo.

 Muchos son los colectivos en los que hemos participado y casi siempre, salvo muy honrosas excepciones, se repiten las mismas formas de organización, actuación y debate. Cayendo en una suerte de repetición de actividades y ordenes del día que lógicamente no soluciona ningún problema ni interno ni externo.

Asambleas donde mecánicamente se trata de los mismo aspectos, sin llegar a acudir a la misma puedes conocer lo que se va a tratar y lo que se va a decidir, sin hacer caso a lo que sucede de puertas para afuera ni abordar los verdaderos problemas del colectivo. En una suerte de vértigo colectivo se decide tácitamente no tratar esos temas, y quien se atreve a exponerlos se le plantea que no es el lugar ni el día correcto. Que no quieren que este se alargue hasta el infinito y cosas por el estilo. Tirando incluso de la propia burocracia del colectivo para impedir el debate de este o aquel tema.

Colectivos y asambleas zombies.

 Las organizaciones sociales plantean las mismas formas de lucha y repiten mecánicamente el mismo calendario de actos esperando que por inspiración divina la cosa tenga otro resultado en forma de mas militantes, mayor incidencia social y política, y mas apoyo. Pues lógicamente, eso no sucederá. Medios libres siguen pensando en sobrevivir pero no debaten el papel que les toca jugar en este momento histórico, no plantean a que temas o dinámicas dar mas voz en base a su ideología, incluso siguen planteando organizarse de la misma manera y conseguir financiación de la misma forma aun cuando esta no les funciona o es ya imposible.

Se cae en una suerte de rutina que en el mejor de los casos te permite sobrevivir, aunque sea una supervivencia sin sentido, ya que ni plantea metas ni tan siquiera un camino a recorrer para conseguir lo que reivindica. Una plaga de colectivos zombie que inundan nuestras ciudades.

Convierten a los colectivos en zombies y también a sus militantes, a quienes no aceptan esto los terminan por aburrir enseñándoles la puerta de salida. Los entierran en asambleas estériles y repetitivas, cortas y nada profundas. Alejadas del debate político que debiera guiar a quienes desde sus distintas barricadas aspiran a cambiar las cosas.

Por último se asombran y desacreditan a los espacios que si debaten y avanzan, lanzas infundadas críticas desde sus cómodas y acomodadas luchas procurando alejarse de quienes luchan y trabajan de forma distinta.

Que hacer.

Nada debemos esperar de estos espacios, quizás rescatar de ellos a quienes todavía de forma honrada militan en estas organizaciones. Son espacios ya muertos para quienes plantean de verdad el debate político, la lucha y la innovación en las formas de pelear. Alejaros de esos espacios zombie, de esas asambleas repetitivas y sin contenido, de esa gente que ha perdido las ganas de luchar e innovar.

 

Enlace al artículo: https://www.lahaine.org/fX14