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Nacionales PP.Catalans :: 26/02/2021

Post 14F. Qué esperar

TrinCHEra - Organización Obrera Popular Revolucionaria
Doce días han pasado desde unas elecciones que han dejado todas las posibilidades de Gobierno abiertas. ¿Todas? Lo iremos viendo poco a poco

Doce días han pasado desde unas elecciones que han dejado todas las posibilidades de Gobierno abiertas. ¿Todas? Lo iremos viendo poco a poco. Las dos conformaciones más claras son la del ERC con el PSC y Els Comuns por una parte y por la otra ERC con Junts y el apoyo más o menos explícito de la CUP. En apariencia dos proyectos absolutamente contrapuestos con Esquerra haciendo de bisagra, entre un Govern pretendidamente independentista y uno de alianza con el Gobierno estatal. Ninguna opción es tan fácil como podría parecer, ni las cosas son exactamente lo que parecen.

Es cierto que, inmediatamente después de escrutados los votos, la patronal se posicionó a favor de una alianza entre PSC, ERC y Comuns. Un Govern de ERC, Junts y la CUP iría en contra de los deseos de la patronal y también de las instituciones europeas en un momento en que la burguesía necesita una unidad reforzada para hacer frente a la crisis económica y al malestar entre la clase trabajadora que no hace más que crecer. Además, sería un Govern inestable. Las desavenencias entre ERC y Junts han sido la tónica durante los últimos cuatro años. Ni qué hablar de los desencuentros de ambas formaciones con la CUP.

Un Govern catalanista no haría más que aumentar la presión y los conflictos hacia el Gobierno central. No hay que olvidar que el programa de las tres formaciones lleva la independencia de Catalunya como bandera. ¿Pero realmente se les puede llamar independentistas? El Procés está muerto y enterrado hace ya años y hasta la CUP plantea realizar un referéndum en un plazo de al menos 5 años. A pesar de que las fuerzas independentistas han conseguido más del 50% de los votos, los resultados sólo se explican por la baja, bajísima participación. Los resultados están inflados y todo el mundo lo sabe. Sin embargo, es imposible que de un día para otro estas fuerzas admitan frente a sus bases su cambio de línea.

De hecho, la alianza entre ERC y el PSC en Catalunya no haría más que reflejar la existente en el resto del Estado, gracias a la cual el PSOE consiguió aprobar los presupuestos y que prueba la deriva de ERC y una gran parte de la burguesía catalana hacia una política pactista con el Gobierno central. Es evidente. Los fondos europeos son una razón más que suficiente para volver al redil. El reparto de los fondos europeos nos recuerda la entrada del Estado Español a la Unión Europea, que implicó el reparto de millones vinculados a la construcción de infraestructuras, mejoras que la clase trabajadora pudo ver y tocar. Hoy, el objetivo de esos fondos son reformas en el tejido industrial, es decir, desindustrialización y recortes.

En ese momento, como hoy, el gobierno estaba en manos del PSOE, un partido que históricamente ha realizado las reformas de calado en el Estado Español. En esta situación, Podemos ha decidido mantenerse en silencio sobre la reconversión que se nos viene encima. VOX incluso ha avalado esta posibilidad con sus votos. Pero, obviamente, la cuestión es que sectores se van a repartir esa inyección de dinero. VOX analiza después del 14F que los resultados son una derrota, porque no consigue tener fuerza en ese reparto para los sectores que representa. Los sectores que están detrás de ERC y Junts tampoco quieren perder su parte. Pero, como mencionamos arriba, es de prever un gran conflicto entre los independentistas de base en caso de que el Govern pactista se confirme. Manuel Valls mencionaba que la solución para lo de Catalunya es un gobierno a la Mario Draghi como en Italia, un gobierno de tecnócratas bajo el control de Bruselas. ¿Pero realmente es necesario?

Pudiera parecer que ninguna de las dos opciones garantiza la gobernabilidad a medio plazo y siempre queda la posibilidad de volver a convocar las elecciones. Echemos un momento la vista atrás. La reciente repetición de elecciones de 2019 no supuso un cambio fundamental en los resultados electorales, tan sólo dio el plazo suficiente para negociar los pactos que dieron el gobierno a la coalición que aún se mantiene entre el PSOE y Podemos. No sería descartable un panorama parecido en el caso que nos ocupa en Catalunya. Sin embargo, en este caso, si se repiten las elecciones es probable que el llamado “efecto Illa” pierda su efectividad y el catalanismo tenga resultados aún más favorables. La aparición de la pandemia y la explosión de la crisis capitalista ya en gestación anteriormente hacen que el escenario se haya vuelto aún más volátil y eso no beneficia a ningún sector de la burguesía.

Entonces, más allá de los pactos, la cuestión de fondo es si el catalanismo mantendrá el carácter de confrontación que le ha caracterizado la última década o no. Desde Trinchera pensamos que el catalanismo institucional ya ha empezado a capitular. Ahora sólo necesita encontrar la forma de disfrazar esa capitulación de nueva “jugada mestra”. La aprobación por parte de ERC de los presupuestos generales es sólo un indicio. Pero hay más. En las pasadas elecciones a la dirección de la PIMEC, la patronal catalana de las pequeñas y medianas empresas, conocida por tomar posiciones a favor de la independencia durante los últimos años, el candidato de la ANC ha sido barrido en los comicios.

La conclusión a la que llegamos desde Trinchera es que, independientemente de que el Govern se conforme sobre la base de un pacto entre ERC y el PSOE o entre ERC, Junts y la CUP, a pesar de que la última opción no sea ideal para la patronal y para Bruselas, lo cierto es que no habrá gobierno contra la patronal. De una manera u otra, habrá gobierno de la burguesía, de pacto con el Gobierno central, de recortes a los trabajadores y las trabajadoras, de reducción de libertades y derechos y de represión a cualquier movimiento de resistencia.

Más aún, un Govern catalanista, tiene la capacidad de capitalizar la protesta social del movimiento independentista de base, el más importante en Catalunya hoy. De la forma más retorcida posible, la forma de desactivar el potencial transformador y crítico del independentismo es justamente conformar un Govern que parezca que responde a esas demandas de autodeterminación, que de ciertas concesiones, más formales que reales, que apoye la asociación de municipios por la independencia, impulse las mesas de negociación con el objetivo de liderar la desindustrialización que impone Bruselas y conseguir la mayor parte posible de los fondos europeos que la burguesía española se disputa. La ventaja de tener a los catalanistas en el Govern es que serán capaces de contener las protestas mucho más que si estuvieran en la oposición.

En esta situación, ¿qué podemos esperar de la CUP, el único partido con representación que se dice anticapitalista? Nuestra lectura desde Trinchera, tras hacer seguimiento de las vicisitudes que ha vivido y el desarrollo del partido durante los últimos años, es que la CUP entrará al Govern y jugará el mismo rol que Podemos en el gobierno actual. La otra opción, que de apoyo al Govern en cuestiones puntuales desde fuera, no parece establecer en el fondo grandes diferencias en la línea. La pugna por la presidencia del Parlament así parece demostrarlo.

La CUP parece comprometida con favorecer la gobernabilidad, incluso en este momento, en que presenciamos como se desata la represión frente a las protestas por el encarcelamiento de Pablo Hasel. ERC ha renovado toda la Consellería de interior, que será una de las patatas calientes del nuevo gobierno, después de estas semanas de protestas. Un guiño a la CUP, que mantiene una posición más testimonial que de principios. Mientras las protestas están reforzando las posiciones de los dos bloques, catalanistas y centralistas, de represión absoluta de los manifestantes.

En el ámbito de las bases de la Izquierda Independentista, prevemos graves tensiones según como se vaya desarrollando la entrada de la CUP en determinados acuerdos de gobernabilidad y las contradicciones que llevarán aparejadas. La campaña de lucha en la calle de Arran, “Embranzida”, más allá de los simbólico parece una forma de debilitar a ERC a nivel social y mediático con el único objetivo de reforzar a la CUP a la hora de llegar a acuerdos de investidura. A pesar de eso, no descartamos un proceso de ruptura en el seno de la EI, en una línea similar a lo que ha sucedido en Euskadi en la Izquierda Abertzale.

La represión por su parte, estalla. No es casualidad que se haya metido en prisión a Carles, conocido militante de Sants vinculado a la EI o la agresión policial a Dani Cornellà, diputado de la CUP por Girona, en el marco de las protestas en apoyo a Hasel. La represión se anuncia durísima y vendrá de un Govern de ERC y seguramente otras fuerzas catalanistas, subordinadas al PSOE a nivel estatal. Si las cosas se juegan como analizamos en este artículo, la clave que garantizará la estabilidad es que quién se moviliza hoy tendrá a sus referentes en el mismo Govern que los manda reprimir.

Aquellas personas que luchamos por un mundo radicalmente nuevo, lo vamos a tener más complicado. No sólo por el rol abiertamente retrógrado y represor de las fuerzas catalanistas, sino también por un aumento de la violencia de base, en la calle, entre sectores populares, que se escoran, a falta de cualquier referente de izquierda radical, hacia posiciones de extrema derecha.

Nuestra única opción es, de nuevo, la construcción de alianzas entre sectores revolucionarios, que aboquen sus fuerzas a construir un movimiento de base y de clase, en lucha por los derechos y libertades de las y los trabajadores, contra todo un sistema de opresión y explotación, por un mundo radicalmente nuevo. Desde Trinchera, hacemos un llamamiento a todas aquellas personas que comparten nuestro punto de vista a estas tareas, cada vez más necesarias y urgentes, en un plano de hermandad entre revolucionarios. Os esperamos.

 

Enlace al artículo: https://www.lahaine.org/fX1E