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Estado español :: 18/03/2021

Que no se apague la llama

Edurne LH
Hoy se cumplen 3 años de esta foto, esa charla que dimos Valtonyc, Pablo Hasél y yo en el Teatro del Barrio, hablando sobre libertad de expresión y montajes policiales

Hoy se cumplen tres años de esta foto, esa charla que dimos Valtonyc, Pablo Hasél y (mi antigüo) yo en el Teatro del Barrio, hablando sobre libertad de expresión y montajes policiales. Faltaba un mes para mi juicio por el ‘Jaque a la monarquía’.

Asusta pensar que hoy, tres años después, uno de los tres está en el exilio simplemente por cantar, y otro en prisión (y además parece que, para bastante tiempo, ya que no hacen más que añadirle condenas) por cantar, por opinar y por organizarse políticamente.

En mi caso tuve más suerte, y digo suerte, porque mucha gente que ha pasado por lo mismo, teniendo las pruebas, los vídeos y demás evidencias de que las acusaciones eran falsas y que se trataba de un montaje policial, ha acabado condenada y en prisión. Pese a ello, viví varios años entre la espada y la pared, con un pie en la cárcel y sopesando la posibilidad real del exilio. Finalmente me comí una condena de año y medio por la Operación Araña, pero el caso más potente, por el que me pedían 6 años, lo pudimos desmontar. Así que, al no llegar a los dos años la condena, en mi caso no llegue al exilio ni a la cárcel, me quedé con unos bonitos antecedentes penales y la certeza de que me tienen en su lista negra de desafectxs al régimen.

Cuando, un par de meses después de la aquella charla en el Teatro del Barrio, Valtonyc tomó el camino del exilio, fue un escalón más en aquel ataque contra la libertad de expresión y contra los derechos y libertades civiles que había tomado fuerza en aquellos últimos años, con tantos casos que habíamos ido viendo y que seguían in crescendo: las detenciones de Pablo y Valtonyc, las detenciones y procesos judiciales contra medios y periodistas de contrainformación, como pudieron ser los casos de Apurtu.org, de Raúl Capín, de Iraitz Salegi o el mío propio, la aprobación de las leyes mordaza, las detenciones de decenas de personas en las operaciones araña, la detención y encarcelamiento de los titiriteros, el encarcelamiento de Alfredo Remírez, el proceso judicial contra los raperos de La Insurgencia, el brutal ataque del Estado contra el pueblo catalán por el Referéndum del 1 de Octubre… Y por primera vez, un rapero tenía que exiliarse del Estado español por el simple hecho de haber cantado lo que el Régimen no quería que cantase.

En estos tres años la máquina represiva no sólo no ha cesado, pese a los cantos de sirena de los partidos que integran el mal llamado “gobierno de progreso”, si no que se han seguido subiendo escalones en esa escalera sin fin de la represión y el control social en la que se mueve el Régimen español. Y mientras tanto a Pablo le han ido sumando casos, abriendo nuevas causas, añadiendo condenas. Hasta un punto en que, entre las condenas que ya tiene, las multas que no piensa pagar y que añaden más tiempo de prisión, y si le condenan por el resto de casos que aún tiene abiertos pueden llegar a sumar casi 20 años. 20 años en prisión por denunciar el carácter fascista del Régimen español y por organizarse contra él. Parece que hemos subido varios escalones de golpe.

La detención y encarcelamiento de Pablo ha provocado una interminable serie de protestas y de juventud que ha salido a las calles a expresar su rabia. Rabia por Pablo, pero también rabia por toda esa escalera represiva que parece que no tiene fin, Por los continuos recortes en derechos y libertades civiles, por la esencia misma de este sistema capitalista criminal que cada día nos exprime más y que aboca a gran parte de la sociedad a la precariedad, a los abusos laborales, a ser víctimas de los recortes sociales.

La respuesta del Estado ha sido la de seguir subiendo aún más escalones: deteniendo y agrediendo indiscriminadamente, sacando ojos a golpe de cartucho de foam, encarcelando a montones de jóvenes por participar en las protestas, creando aún más montajes policiales y hasta acosando jurídica y mediáticamente a la abogada de Pablo. Y mientras continúan subiendo escalones nos hablan de la ejemplar “democracia plena” española.

Este sábado 20, cuando ya hace algo más de un mes del secuestro de Pablo por parte del Régimen español, en muchas ciudades del Estado volvemos a las calles. Volvemos a las calles por solidaridad con Pablo, pero también para denunciar la herencia fascista de este régimen, su criminal sistema capitalista, su corrupta clase política y su sinrazón represiva que parece no tener fin.

El caso de Pablo ha sido el catalizador de un descontento que venía creciendo desde hace años, un descontento que ha sido respondido desde el Régimen siempre con un solo lenguaje: el de la represión, siempre más y más represión y más fuerte, tratando de apagar el fuego con gasolina. Y en este último mes hemos visto como ese fuego se ha extendido por todo el Estado. Por eso, este 20 de marzo volvemos a las calles, porque del pueblo depende que no se apague la llama.

@Edur_LH

 

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