La encina de Josete

Queremos o creemos que nuestros caídos están en el corazón del pueblo. Así debería ser sin duda. Razones de justicia aconsejan que la sabiduría popular atesore el recuerdo y el ejemplo de quienes lucharon incansablemente por un mundo más hermoso y más justo que el que sufrimos y nos hacen sufrir.

Luchamos y perdemos, pero seguimos, puesto que la resignación es la forma más triste de derrota.

Josete, José Luis de Roa, José del Barrio del Pilar, José de la Soli; varias maneras de aludirle pero sólo una de referenciarle: Dignidad, así, con mayúscula.

Hay una encina en la Dehesa de la Villa, un parque de Madrid, que hoy atesora sus cenizas. Un árbol que el plantó. Así, sencillamente, se cumple el ciclo de la vida.

Deseo que la encina de Josete tenga una larga vida, que simbilice fortaleza y amistad, sencillez y firmeza. Que dicho árbol, reforzado por los nutrientes de nuestro compañero resista los embates del tiempo y de la vida aunque sea solo en mitad de la tierra, cono dijo el poeta Pedro Garfias, que hunda sus raíces como Josete estuvo aferrado a la clase trabajadora.

Ningún informativo hablará de él. No nos hacemos falsas ilusiones. Pero una vida entera entregada a la lucha contra la opresión merece mucho más que estas líneas.