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Argentina :: 10/09/2023

Victoria Villarruel y una reivindicación perversa y tardía del terrorismo de Estado

Guillermo Cieza
La candidata a vicepresidenta del ultraderechista Javier Milei intenta poner en agenda la revisión de la historia de los militares genocidas en los '70

Eso cuando la derecha hace décadas ha sido derrotada en la batalla de la memoria colectiva. Esta iniciativa intenta aprovechar las fisuras creadas por la pérdida de independencia política de algunos organismos de DDHH en relación a los gobiernos.

La semana pasada se produjo el hecho lamentable que la Legislatura de Buenos Aires fue cedida a la candidata a vicepresidenta de La Libertad Avanza, para que hiciera un homenaje a “las víctimas del terrorismo”.

Victoria Villarruel tiene una conocida trayectoria por su persistencia en tratar de descalificar, con argumentos muy frágiles, a las luchas populares de la década del 70 y de reivindicar a los militares genocidas, clamando compensación y reconocimiento para las “víctimas del terrorismo”.

Imitando a VOX, que quiere rehabilitar al franquismo en España, Villarruel y sus compinches quieren hacernos creer que lo ocurrido no sucedió, tratando de empatizar con un selecto grupo de gorilas y militares retirados que añoran los viejos tiempos.

En el plano internacional, la última editorial del medio ultraliberal más difundido y respetado, “The Economist”, califica a Villlarruel como “una ex abogada de soldados acusados ​​de atrocidades durante la dictadura militar de Argentina de 1976 a 1983”, que “resalta los crímenes de los guerrilleros de izquierda que lucharon contra la Junta, en lugar de los actos más sangrientos de la Junta misma”.

¿Quien es Victoria Villarruel?

En la década del 70, muchos militantes populares llamaron a sus hijas Victoria, poniendo en ese nombre la esperanza de que vivirían en un país soberano y sin explotadores ni explotadxs.

Pero en 1975, cuando nació su hija, Eduardo Villarruel habría estado pensando en otras “victorias”. Formaba parte, como militar de carrera, del llamado “Operativo Independencia”, que creó el primer centro clandestino de detención de la Argentina, “La Escuelita” de Famaillá, donde mantuvieron secuestradas a tres mil personas.

La “victoria” que Villarruel habría celebrado era contra la militancia sindical y popular de Tucumán y los destacamentos del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP). Tenía el sello de la tortura, los asesinatos y el robo de bebés.

Campo de Concentración “La Escuelita”.

El Ejercito comandado por los generales Acdel Vilas y después por Antonio Domingo Bussi aplicaba en Tucumán una política de “quitar el agua a los peces”, que caracterizaba a cualquier población campesina cercana a lugares de actuación del ERP como cómplice o posible base de apoyo de la guerrilla, por lo que debía ser arrasada. También, que cualquier centro de estudiantes, sindicato, agrupación barrial o expresión cultural popular, eran parte del aparato de superficie de “la subversión” y por lo tanto debían ser detenidos y sometidos a tormentos para que confesaran su responsabilidad.

Victoria Villarruel reivindica a su padre como un héroe de Malvinas, y es cierto que fue a las islas, lo mismo que Pedro Giachino, oficial de la marina y represor en Mar del Plata y Batán, que murió en Puerto Argentino el 2 de abril de 1982. Pero como en el caso mencionado, haber estado en Malvinas no tiene efectos detergentes para limpiar un pasado oscuro.

El tío de Victoria, Ernesto, no solo tuvo un pasado oscuro, sino que fue denunciado y detenido por delitos cometidos en el centro clandestino de detención “El Vesubio”, y no fue juzgado al ser declarado “incapaz por cuestiones de salud”.

La vinculación de Victoria Villarruel con represores no se limita a sus familiares. Asociada con Cecilia Pando organizaban visitas al dictador Videla cuando estaba en la cárcel, y posteriormente apareció en la agenda del Comisario Miguel Etchecolatz cuando fue juzgado en La Plata y se produjo la desaparición del testigo Jorge Julio López.

Reivindicando ese prontuario familiar, Victoria Villarruel fundó y es presidenta del Centro de Estudios Legales sobre el Terrorismo y sus Víctimas (CELTYV).

Afiliada al negacionismo histórico, dice que los 30.000 desaparecidos nunca existieron, que “en los 24 de marzo solo se recuerda una parte de la historia”, y que “en una guerra es legal matar al enemigo”.

Pérdida de independencia política de organismos de DDHH

A partir de que Néstor Kirchner decidió descolgar el cuadro de Videla de la galería de los Presidentes, debe reconocerse a los gobiernos kirchneristas gestos muy importantes de condena al Terrorismo de Estado. También fue muy valioso haber impulsado anular las leyes de punto final y obediencia debida y promover los juicios a los genocidas.

El impulso a los DDHH en la Argentina, que es de avanzada en Nuestramérica y en el mundo, es fruto de años de movilización popular convocada por los organismos de DDHH, y es mérito de los gobiernos kirchneristas haber reconocido esa lucha.

La contracara de esos logros fue la cooptación de muchos militantes y organismos de DDHH que dejaron de ser militantes populares que apoyaban, cuando correspondía, decisiones de gobierno, para convertirse en militantes oficialistas que ejercían su influencia en el campo de los DDHH. Y como militantes del gobierno adornaron con su presencia decisiones políticas cuestionables para el conjunto de nuestro pueblo.

No faltaron las fotografías donde politiqueros repudiados trataron de lavar su imágen con luchadoras de pañuelo blanco. Tampoco Hijos de desaparecidos que ocuparon altos cargos de gobierno para ejecutar o avalar políticas impuestas por el Fondo Monetario Internacional, o la conveniencia política de no tensar la cuerda con el círculo rojo de los grandes empresarios.

El gobierno de Alberto Fernández, que no tuvo el contrapeso de los gestos progresistas del kirchnerismo, agravó la fisura que explota la derecha cuando denuncia “el curro [engaño] de los DDHH”. Y en jóvenes generaciones desinformadas penetró el discurso de que la militancia en DDHH es un escalón para acceder al cargo de funcionario, conseguir un empleo o acceder a fondos para algún proyecto.

El movimiento de DDHH fue muy anterior al kirchnerismo, al punto que en los años 90 en las Marchas de la Resistencia de las Madres de Plaza de Mayo era difícil encontrar una bandera peronista. Recuerdo que en tiempos de Menem, cuando íbamos con una bandera de Evita, parecíamos sapos de otro pozo.

Por eso, asociar los DDHH a lo que hoy esta representado en el gobierno no corresponde. Sí corresponde reivindicar a los Ex Detenidos Desaparecidos, al Encuentro de Memoria, Verdad y Justicia, al grupo de Adolfo Pérez Esquivel, y a unas pocas Madres de la Linea Fundadora que acompañaron a la excepcional Nora Cortiñas. Todxs ellxs demostraron que se podía seguir luchando por los DDHH sin hacer ninguna concesión a los gobiernos, incluidos los que apoyaban a los DDHH.

La política de la derecha ha sido siempre la de negar la memoria y los logros de nuestro pueblo. Ha sido la de confundir peras con manzanas en su propio beneficio.

La cruzada que hoy retoman Villarruel, Milei y compañía, fracasó con Videla, con la teoría de “los dos demonios” que impulsó Alfonsin, con la amnistía de Menem, con los negacionistas de Macri y volverá a fracasar con La Libertad Avanza, con Bullrich, o con quien se anime.

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