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Mundo :: 09/09/2023

Universalizar la resistencia

Noam Chomsky
Capítulo del libro de entrevistas ‘Universalizar la resistencia’ de editorial Altamarea, testamento activista y político de Chomsky a las nuevas generaciones de izquierda.

Una pregunta inicial para situarnos. Hace unos años, un amigo se declaró muy optimista sobre el futuro de los movimientos sociales. No tanto, sin embargo, sobre el de la humanidad. ¿Cree usted que ha habido alguna vez un periodo de la historia en el que un número significativo de personas se haya sentido así?

Bueno, ciertamente ha habido momentos más terribles que el presente. Mi infancia, por ejemplo, fue un periodo mucho más sombrío que el actual. Pero en la década de 1930 había confianza en los movimientos sociales. Estaba la organización del cio (Congress of Industrial Organizations), había presiones para poder desarrollar las medidas del New Deal. Se vivía en una esperanza generalizada. De hecho, es interesante comparar el periodo de entonces con el de hoy. Buena parte de mi familia era de clase trabajadora, inmigrantes de primera generación. En su mayoría desempleados..., pero había lugar para la esperanza. En primer lugar, estaban comprometidos con las cuestiones políticas. Tenían una animada vida social y cultural, sobre todo en torno a los sindicatos, que eran un centro de actividad cultural, de organización del tiempo libre, y de otras actividades. Transmitían la sensación de que «de alguna manera, saldremos de esta».

Por otro lado, si echas un vistazo a la Europa de aquel tiempo, la sombra realmente tenebrosa del fascismo se expande por todo el continente y va quién sabe hasta dónde. Y tuvo mucha resonancia en EEUU. Era algo completamente aterrador. Entonces, te preocupaba el futuro del mundo y el propio, pues nosotros somos judíos, así que lo que pasaba allí, por razones obvias, nos preocupaba especialmente. Al mismo tiempo, teníamos una sensación de optimismo local por las cosas que podríamos hacer aquí.

Hemos de pensar que hoy día reina una sorprendente sensación de desesperanza, de que estamos perdidos, de «no podemos hacer nada». Mucha de esa desesperanza, creo, tiene que ver con el hecho de que el movimiento sindical y la protesta laboral han sido más o menos sometidos, si no aplastados, mientras que entonces estaban vivos, eran apasionantes, en desarrollo, eran la vanguardia de todo lo que sucedía, y el centro de la vida de la gente. Era importante para la gente trabajadora.

Así, la destrucción de los sindicatos de trabajadores, especialmente en la década de 1980, fue algo terrible. Antes de eso, participaban activamente en las empresas. Pero, una vez acallado el movimiento obrero, una de las cosas que le oí con frecuencia a usted era casi una celebración del hecho de que haya tantas formas diferentes de resistencia y que florezcan a menudo en lugares inesperados. Y, sin embargo, parece que haya falta de coordinación, que falte un mecanismo para volver a asociar a las personas y que se centren en luchar por los grandes objetivos comunes. ¿Cómo compararía, digamos, el momento de las décadas de 1930 y 1940 y la sensación de esperanza con el periodo actual, en el que no hay un movimiento obrero poderoso, aunque tenemos otras formas de resistencia...?

Si analizas un poco la historia estadounidense y especialmente la década de 1920, el movimiento obrero fue reprimido con violencia. Había sido un movimiento bastante vivo, vibrante y activo, pero en realidad casi había sido destruido. El gran historiador del mundo obrero David Montgomery escribió un libro titulado The Fall of the House of Labor. Trata de la década de 1920, cuando resucitó de las cenizas tras ser destruido, lo que creo que podría volver a suceder. A diferentes condiciones sociales, diferente tipo de movimiento obrero. Aquel fue un activismo que tenía su centro en las grandes industrias, donde una gran cantidad de obreros trabajaban juntos. Ahora tenemos un tipo diferente de movimiento obrero. Gente que trabaja en el sector servicios, trabajadores temporales, un movimiento poco cohesionado.

Pero todavía se puede hacer algo. Es cierto que hoy hay mucho activismo político; si solo cuenta el número de personas involucradas, es probable que sea mayor que nunca. Mayor que en la década de 1950, mucho mayor. Pero está atomizado, es reflejo del hecho de que la sociedad está atomizada. Las personas trabajan alejadas unas de otras.

Ha escrito mucho sobre neoliberalismo. ¿Cómo se oponen a él los activistas políticos?

Hay muchas fuerzas anti-activismo. Volvamos a EEUU. La situación a la hora de organizarse para la lucha, aquí no es tan mala. Si observa las elecciones de 2016, Clinton obtuvo más votos, por lo que hay que explicar los motivos de la victoria de Trump, pues tiene que ver con las especiales características del sistema electoral de EEUU, que es bastante conservador, según los estándares mundiales. Entre la gente más joven, Clinton obtuvo una importante mayoría. Más importante aún, Sanders ganó por abrumadora mayoría. Esa es la parte más joven de la población. Eche un vistazo a los partidarios de Trump. Muchos de ellos habían votado por Obama. Fueron seducidos por el lema «Esperanza y cambio». Descubrieron enseguida que no tenían esperanza y que no hubo cambio. En 2016, votaron por otra persona que propone la esperanza y el cambio, aunque de otro tipo (Trump). Quieren un cambio. Tienen razón. Lo que ha sufrido gran parte de la clase trabajadora, y de la clase media baja, no es hambruna sino estancamiento.

Solo para ilustrar, veamos el detalle más esclarecedor de lo que se aclamó entonces como un milagro económico antes de que llegara la gran recesión de 2007. La gente trabajadora, los trabajadores no cualificados y sin responsabilidades, tenían sueldos reales inferiores, considerablemente más bajos, a los que tenían en 1979, que fue cuando empezó a imponerse el modelo de economía neoliberal. El salario mínimo, que había estado relacionado con la productividad, se estancó. Es decir, pasó a ser más bajo de lo que debería ser. Si hubiera continuado como lo hizo durante el periodo de gran crecimiento, probablemente ahora estaría alrededor de veinte dólares a la hora. Ahora, se considera revolucionario pedir quince. El salario mínimo es una base que sirve para establecer otros salarios. Es una indicación de lo que gran parte de la población aprecia como estancamiento o declive.

Mientras tanto, los proyectos neoliberales, también los globalizadores, han sido diseñados para hacer que los trabajadores compitan entre sí en todo el mundo mientras protegen a las élites profesionales. Los médicos filipinos no pueden ejercer en EEUU. Las élites profesionales están protegidas. Por supuesto, los llamados acuerdos comerciales son básicamente acuerdos sobre los derechos de los inversores. No tiene mucho que ver con el comercio, pero tiene mucho que ver con la protección de las megacorporaciones, como las farmacéuticas. El aumento de precios debido a los aranceles proteccionistas que rigen los acuerdos comerciales es una enorme carga económica para el consumidor. Hace que los precios de los medicamentos sean mucho más altos de lo que deberían ser en una economía de mercado.

Esto es algo general. No entraré en los detalles. Forma parte de un sistema definido. No son leyes económicas, son acuerdos políticos y tomas de decisiones, que han sido bastante perjudiciales para una gran parte de la población, para la gran mayoría, mejor dicho. También ha erosionado la fuerza de la democracia, tanto aquí como en Europa; allí, aún más. Es natural y está justificado que se exija un cambio, lo que da oportunidades a la izquierda. Muchas de las personas que votaron por Trump podrían haber votado por Bernie Sanders.

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