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Argentina :: 31/07/2022

Massa al poder

Guillermo Cieza
La estrategia de que un gobierno resista las presiones de la derecha económica entregándole la conducción de la economía a un superministro de derecha, no es original

La intentó en 2001 el Gobierno de De la Rúa trayéndolo a Cavallo, diez meses antes de que el país estallara.

El ex-presidente De La Rúa ha insistido recordar en sus memorias que quien le sugirió a Cavallo fue Chacho Alvarez, su ex Vicepresidente. Es decir fue una iniciativa del “progresismo” del Frepaso que incluso llegó a imaginar, en la misma jugada, un retorno de Alvarez como Jefe de Gabinete.

Cristina Fernández sugirió a Manzur como Jefe de Gabinete, pero no puede asegurarse que ahora lo haya promovido a Massa como timonel de la economía. Lo que es seguro es que el kirchnerismo ha mantenido, durante este primer año de gobierno, una estrecha relación con el nuevo superministro. También las editoriales de Página 12 con respecto a que la llegada de Massa tranquilice a los mercados y atraiga nuevas inversiones, parecen calcadas a las que publicaba ese mismo medio cuando asumió Cavallo.

Massa no es un liberal progresista como es Alberto Fernández. Es un liberal desarrollista que no cuenta con un pasado militante, ni es hijo de desaparecidos como Juan Cabandié o Wado de Pedro. Massa viene de la derecha ucedeísta, del partido del Alvaro Alsogaray, y se acercó al peronismo en tiempos del menemismo.

Las lealtades de Massa son siempre coyunturales. Después de ser Jefe de Gabinete de Néstror Kirchner se unió a De Narvaez para enfrentarlo. Fue elegido por Mauricio Macri para que lo acompañe al Foro de Davos. Se sumó a la liga del peronismo anti K donde participaban De la Sota, Urtubey, Lavagna, Miguel Pichetto y Manzur. Cinco minutos antes del cierre se olvidó de sus socios y se sumó al Frente de Todos, negociando la presidencia de la Cámara de Diputados.

Su postura en el plano internacional es conocida. Es un antichavista confeso. Sus afirmaciones sobre el proceso bolivariano son contundentes: “ha perseguido a opositores, yo tengo una histórica relación con Leopoldo López, (Henrique) Capriles, y con muchos jóvenes universitarios que terminaron presos sólo por pensar distinto“. Fue mencionado por el informe Wikileaks como un asiduo visitante de la Embajada de EEUU.

Cuando Evo Morales estuvo asilado en nuestro país, mostró preocupación por su actividad política. Comentó: “En Bolivia hubo un golpe de Estado, y en este sentido es bueno que la Argentina abra los brazos, pero la condición de refugiado no debe ser usada para afirmaciones políticas más allá de lo mínimo e indispensable, porque esa es la condición para ser refugiado“.

Haciendo un repaso de los últimos cambios en el gabinete, el que cede más puestos vuelve a ser Alberto Fernández, que cada vez parece más relegado al papel de un presidente decorativo. Esta condición lo obligará a tomar precauciones con sus discursos para no quedar más en ridículo. Hace unos días, mientras él convocaba a resistir a los especuladores, Massa, antes de asumir, estaba negociando con CEOS del complejo agroindustrial la concesión del dólar soja.

Esta primera mediación marca un rumbo de lo que seguramente será su gestión. Va a dar luz verde a toda las iniciativas del modelo extractivista dejando de lado cualquier reparo o reclamo de movimientos ambientalistas, campesinos o de raigambre progresista. La gran apuesta será ofrecer a las multinacionales que están haciendo inversiones o puedan traerlas al país, las mismas facilidades que les ofrecería el macrismo.

Para la militancia peronista que adhirió al Frente de Todos para que no ganara Macri, pero también por la posibilidad de que se avanzara con una gestión progresista, la llegada de Massa como hombre fuerte del gabinete significa el cierre de un ciclo de expectativas. Un sapo demasiado grande para digerir.

En 2001, los límites al proyecto de Cavallo, los puso una rebelión popular. Han pasado más de 20 años, el país ha cambiado y nadie puede asegurar que la historia se repita. Lo que es seguro es que las respuestas que surgen de la política tradicional siempre terminan en el mismo punto. Y que hay que poner las esperanzas en las respuestas que encuentren los pueblos desde abajo y a la izquierda.

La Haine

 

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