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Asia :: 18/08/2022

Mingzi y fuchou, dos palabras que marcan la respuesta de China a la provocación de EEUU

Alberto Cruz
China ha vivido su "momento ruso", es decir, el momento en el que China ha mostrado a EEUU sus líneas rojas como hizo Rusia en diciembre del año pasado

Occidente es muy bueno en la propaganda, casi en lo único que sobresale en el mundo de hoy. Y eso hay que relativizarlo puesto que como han reconocido dos altos cargos de la UE, Josep Borrell, Alto Representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, y Emmanuela de Re, Enviada Especial de la UE para África, ni en la cumbre del G-20 celebrada en el mes de julio ni en las visitas que se han hecho a África se está haciendo caso de lo que dice Occidente, la UE en particular respecto a la crisis de Ucrania y a las sanciones contra Rusia, que no son seguidas ni por la mayoría del G-20 ni por la inmensa mayoría de los países africanos (ni latinoamericanos ni asiáticos).

Pero a Occidente le da igual que su discurso no se compagine con la realidad. Sigue insistiendo en la propaganda. El espectáculo dado por la presidenta del Congreso de EEUU, Nancy Pelosi, en su visita a Taiwán es una muestra fehaciente de ello, un espectáculo con el objetivo declarado de humillar a China y, de paso, elevar un poco la moral de las tropas occidentales tras una serie de derrotas recientes que comienzan en Afganistán y terminan, por ahora, en Ucrania.

Antes de la visita China había hecho todo lo posible por evitarla, incluso lanzó una serie de amenazas y advertencias como nunca las había realizado. En vano. Al igual que EEUU desoyó las quejas de Rusia con el tema de Ucrania hasta el punto de casi reírse del documento que Rusia presentó en diciembre del año pasado sobre la no expansión de la OTAN, con la consiguiente cosecha que está recogiendo en Ucrania (derrota sin paliativos a nivel militar y hundimiento económico de sus vasallos europeos), EEUU acaba de comportarse ahora de la misma manera. Y va a tener los mismos resultados.

Occidente nunca tiene en cuenta otra cultura y otras normas que no sean las suyas. Incluso las desprecia, aunque se tenga que tragar los desplantes sufridos en el G-20 y en África. Pero ahora ha ido a dar con un país que ha sido la cuna de casi todo lo que conocemos. Un país en el que hay dos palabras que forman parte de su idiosincrasia, que definen el carácter chino. Esas dos palabras son "mingzi" (salvar la cara, reputación) y "fuchou" (venganza). Dos palabras que son determinantes para conocer el carácter chino. Porque sin la primera, no hay la segunda.

El valor más importante para los chinos es "mingzi", la reputación. La pérdida de "mingzi" es peor que mentarles a la madre, es el final de todo. Y cuando se llega a esa situación el chino se vuelve temible y terrible. Por eso en China siempre se intenta evitar llegar a ella y se deja siempre una oportunidad para salir, para corregir errores y evitar la humillación total. En Occidente siempre se hace al revés, hundir al adversario hasta que no pueda levantar la cabeza nunca más. Eso es lo que ha intentado EEUU con el viaje de Pelosi que, en sentido estricto, es la tercera en el escalafón del poder nominal de EEUU detrás del presidente y del vicepresidente. Es decir, la provocación de EEUU es evidente porque derribar, interrumpir o lo que fuese ese avión era declarar la guerra sí o sí. China ha actuado con prudencia pese a las amenazas y advertencias, pero no ha podido evitar la humillación, la pérdida de "mingzi".

Por consiguiente, China no lo va a olvidar nunca y va a buscar la venganza más cruel, "fuchou". Una primera muestra ha sido la realización de ejercicios militares con fuego real nada más irse Pelosi de Taiwán, unos ejercicios en los que la isla ha quedado cerrada durante casi dos semanas y que ha desatado las alarmas en todo Occidente, que se mantuvo callado durante la provocación de EEUU pero ha salido de inmediato a condenar esa demostración de fuerza.

China ha dejado claro que puede cerrar el acceso a la isla cuando quiera y como quiera, llegando incluso al límite de las famosas 12 millas náuticas que se indican internacionalmente como aguas territoriales. Es decir, justo antes del acceso por tierra de la isla. El indicativo más claro que China ha hecho nunca de que cuando quiera puede iniciar el desembarco, a lo que se añade que por primera vez China ha disparado misiles que han sobrevolado la isla. No obstante esto no es más que otra advertencia, la más fuerte hecha jamás por China, para demostrar que no habla en balde.

Primeras consecuencias

En términos económicos, China ya está apretando la tuerca tanto en EEUU como en Taiwán, lo que pone de manifiesto que advierte militarmente y ataca económicamente. Por una parte, "congela" la creación de una fábrica en EEUU que iba a crear 10.000 puestos de trabajo y, por otra, ha prohibido el comercio total de varios productos desde el continente a la isla, uno de ellos la arena natural, imprescindible para la fabricación de cemento y vidrio. Esto no solo afecta a la construcción, sino a la fabricación de semiconductores electrónicos (chips), de los que Taiwán es puntera a nivel internacional. Las pérdidas para la isla ya se calculan entre el 50% y el 100% de sus exportaciones en varios productos, y buscar nuevos mercados no es nada fácil porque esa es la única riqueza de la que dispone, la exportación de productos y la importación de lo que necesita. Porque la economía de Taiwán está basada únicamente en el comercio exterior. Según los propios datos de Taiwán, el 64% de las empresas de la isla están afectadas por esa prohibición y no pueden vender sus productos en el continente.

A eso se añade algo tan relevante, o más: comienza la fuga de empresas estadounidenses de la isla. Al menos siete de la principales empresas de EEUU por nivel de ventas, según el índice Fortune 500, "están comenzando a trabajar para trasladar personas, infraestructuras y activos fuera de la isla porque no quieren que suceda lo que acaba de pasar en Rusia, donde perdieron miles de millones de dólares en activos, tanto financieros como tangibles, por lo que ya están buscando dispersar a la gente y activos a otros países" (1).

A nivel diplomático, protestas formales y negativa a reunirse con el Secretario de Estado de EEUU en la cumbre de países de la ASEAN a finales de la primera semana de agosto, una reunión que había sido programada y anunciada. No ha sido la única cancelación, también se ha hecho lo mismo con el ministro de Asuntos Exteriores de Japón por la postura de este país al firmar un documento conjunto del famoso (e irreal) G-7 y la Unión Europea criticando estas maniobras militares. Este documento ha sido considerado por China una reedición de "la Alianza de las Ocho Naciones" que iniciaron la guerra contra China hace 120 años para derrotar el levantamiento de los bóxers.

Es difícil que China, por ahora, vaya más lejos de esto. Ha puesto fin (de momento) a las maniobras, anunciando que las repetirá cuando y donde quiera y dejando claro, en un libro blanco sobre la reunificación con Taiwán, que sigue apostando por "un país, dos sistemas" pero sin cerrar la puerta a la opción militar, aunque la considera un caso extremo y solo si EEUU sigue enredando. Es una advertencia directa, para que nadie se llame a engaño. Pero a buen entendedor, pocas palabras deberían bastar. El problema es que Occidente, no solo EEUU, desde hace tiempo no se escucha más que a sí mismo.

El "momento ruso" de China

Sin embargo, ya se pueden hacer unas cuantas valoraciones de lo que significa esta provocación. Y la primera es que ya no hay vuelta atrás en la relación EEUU-China y que EEUU y China ya son, de hecho, enemigos totales. La III Guerra Mundial que esperaban algunos con la visita de Pelosi no ha sucedido, pero las consecuencias van a ser mayores que si la hubiese.

Descifrar el por qué de la provocación da para mucho, desde dar una baza al Partido Demócrata a nivel interno para las elecciones de este año a escenificar un supuesto enfrentamiento entre Pelosi y Biden, entre otras cosas como el intento de controlar por parte estadounidense el tema de los semiconductores. Sea como fuese, es irrelevante para China porque Pelosi, tercera en el escalafón institucional, ha utilizado un avión oficial, luego no ha sido un viaje de alguien fuera del establecimiento. Es decir, Biden es copartícipe y corresponsable del mismo.

Por lo tanto, para China queda claro que la retórica estadounidense de que sigue la política de "una sola China" ya no es creíble. Nada ni nadie de EEUU va a convencer a China a partir de ahora que es posible algún tipo de diálogo. Va a haber una mejor compresión por China de con quién tratan y cómo no es posible defender sus intereses sin recurrir a la fuerza. Las maniobras militares son una prueba visible de ello y el hecho de que China las haya calificado como "un ensayo de la operación de reunificación" y que estas maniobras y ejercicios militares de bloqueo y cerco a la isla se vayan a convertir en rutinarios.

Con este viaje, aunque no haya sido sino un episodio fugaz sin el menor efecto práctico para EEUU y Occidente, China ha vivido su "momento ruso", es decir, el momento en el que China ha mostrado a EEUU sus líneas rojas como hizo Rusia en diciembre del año pasado con el documento que presentó a EEUU y la OTAN y que, al ser rechazado por la típica prepotencia occidental, conllevó la actual crisis de Ucrania donde Occidente está siendo derrotado. Occidente humilló a Rusia y Rusia contestó. EEUU acaba de humillar a China, y China va a contestar con dureza. Que a nadie le quepa la menor duda de ello.

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Nota: (1) https://www.politico.com/newsletters/politico-china-watcher/2022/08/04/u-s-firms-eye-taiwan-exit-on-chinese-invasion-risk-00049694

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Enlace al artículo: https://www.lahaine.org/gB75