Si Mariátegui tuvo como aspiración principal que se le reconociese el mérito de meter toda su sangre en sus ideas, si al tiempo que abogaba por un temperamento polémico repudiaba a los que hablaban eufemística y mesuradamente, ¿con qué argumentos podemos negarnos a la intromisión de la subjetividad y la pasión en el despliegue teórico? Por supuesto, aspiramos a que la subjetividad y la pasión se manifiesten con el mayor grado de lucidez y rigurosidad posible.