Llegaron al Vaticano en primera clase con hospedajes en hoteles cinco estrellas pagados con dinero de sus pueblos. Entre ellos no pocos parásitos, reyes vagos, genocidas y ladrones. Verdaderas aves rapaces, gavilanes, zopilotes y aura tiñosas
El presidente del PP español, Alberto Núñez Feijóo. Trump, presidente de EEUU. Biden, expresidente. Los presidentes de la Comisión, el Consejo Europeo y el Parlamento Europeo, Ursula von der Leyen,, António Costa y Roberta Metsola, respectivamente.
El presidente de Italia, Sergio Mattarella, y la primera ministra, Giorgia Meloni. Javier Milei, presidente de Argentina. Daniel Noboa, presidente de Ecuador. Volodímir Zelenski, presidente/dictador de Ucrania.
El presidente de Alemania, Frank-Walter Steinmeier. Emmanuel Macron, presidente de Francia. El príncipe Guillermo de Inglaterra y el primer ministro británico, Keir Starmer y Yaron Sideman, embajador de Israel en la Santa Sede. Los duques y el primer ministro de Luxemburgo. Los reyes de Bélgica. El príncipe Alberto II de Mónaco y su esposa Charlène.
Abundaron los neofascistas, neonazis, asesinos…corruptos. Invasores, criminales de lesa humanidad, auspiciadores de guerras atroces y miseria a granel. Llegaron con sus maletas portadoras de trajes lujosos y mucha hipocresía, cuales expertos simuladores. Todos entre rezos y hostias, sin golpes de pecho.
El papa no se levantó del ataúd ni sacó a los mercaderes y asesinos del templo.
Abinader (presidente de R. Dominicana) no podía faltar y llevó a su esposa. Tenía demasiado deseo de juntarse y abrazar a Trump, Milei, Noboa y a Zelenzki, y de rezar junto a ellos junto al ataúd del Papa, mientras dejaba atrás, en esta república caribeña, con fuerte componente afrodescendiente, las atrocidades de su gobierno contra humildes familias haitianas y contra mujeres negras en los hospitales, 88 de ellas sacadas a la fuerza en medio de sus labores de parto, en medio de la imposición de un nuevo protocolo de salud que agrava aún más las políticas racistas y discriminatorias contra personas haitianas y dominicanas de ascendencia haitiana y la negritud dominicana.
En ese contexto, autoridades militares, policiales y de migración, en el paupérrimo barrio de Mata Mosquitos-Bávaro (Punta Cana), habitado por inmigrantes y descendientes de inmigrantes haitianos y familias empobrecidas dominicanas, que trabajan en el próspero Este turístico, destruyen sus casas y a los que deciden irse voluntariamente no le dejan llevarse nada, solo una mochila.
Los sacan a la fuerza de las casas que alquilan a familias dominicanas a las que se le ha prohibido alquilarlas a indocumentadas so penas de cárcel.
De paso les roban todas sus pertenencias a las familias haitianas, dejando niños solos porque se llevan a sus madres, tumbando puertas y tirando tiros cuando tratan de huir.
Las construcciones del área están casi paralizadas y en riesgo de quebrar todas las que han cotizado proyectos con los precios de mano de obra anteriores. Ahora no hay personal para trabajar en ellas, abundan las multas por retrasos en los tiempos de entrega y muchos trabajadores haitianos huyen y duermen en los montes.
Y Barrick Gold arremete de nuevo en Zambrana para imponer su lago de veneno y está a punto de fraguar una tragedia.
Mientras, Abinader reza y se come una hostia papal al lado de Trump. Mientras, Pelegrín, su pana full, uno de los autores intelectuales de eso vandalismos oficiales, fiel súbdito de Donald Trump y guate del ladrón de Guaidó y del CIA de González Urrutia, goza mintiendo y llamando a más muerte y más violencia frente todo lo que huela a rescatar la memoria histórica de la gesta de abril de 1965 y a desempolvar el antiimperialismo que el seudo nacionalismo neofascista y EEUU quieren sepultar.
Mientras Abinader y su corte, subordinados a EEUU y asociados a lo peor de la oligarquía y la partidocracia, estigmatiza, tal y como hace Trump en EEUU, la emigración haitiana como delincuente para validar todas esas fechorías de Estado; y además protege el paramilitarismo neofascista y se asocia a la depredación minera.