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Estado español :: 05/05/2025

Cuando el odio se disfraza de fe: creencias, desconocimiento y transfobia

Gina Serra
Es hora de hablar claro. Es hora de dejar de blanquear discursos que criminalizan a nuestras vidas. Es hora de dejar de tratar como “debate” lo que es una vulneración de derechos humanos

x Gina Serra

El odio no siempre se presenta con gritos ni agresiones físicas. A menudo se disfraza con formas más sutiles, pero igualmente devastadoras: un sermón dominical, un discurso educado en un plató de televisión o una opinión compartida en redes sociales que dice “respeto, pero…”. Este odio se alimenta, con demasiada frecuencia, de un desconocimiento profundo sobre qué significa ser una persona trans, y más aún, de creencias propias o impuestas por instituciones que han hecho de la culpa, la vergüenza y la exclusión su bandera.

Desde hace siglos, muchas instituciones religiosas han contribuido activamente a la construcción de una sociedad binaria, heteronormativa y patriarcal. Nos han dicho cómo debíamos ser, de vivir, de amar e incluso de sentir. Han negado la existencia de las personas trans, las han condenado al infierno simbólico y real, contribuyendo a su marginación, empobrecimiento y, en demasiados casos, a su muerte. El suicidio de menores trans no es una tragedia individual, es una consecuencia colectiva de ese odio socialmente construido.

Pero la transfobia no nace sola. Nace del rechazo inculcado desde pequeños, del silencio cómplice en las escuelas, de las bromas cargadas de desprecio, del desprecio institucional y del miedo constante que genera no encajar dentro de lo esperado. No es casualidad. Es estructural.

El problema es que el odio, cuando viene en forma de fe, se presenta como verdad incuestionable. Y no, no lo es. La libertad religiosa nunca puede ser la excusa para pisar los derechos fundamentales de otras personas. Decir que las personas trans «van contra naturaleza», «son una ideología» o «confunden a los niños» no es una opinión: es odio. Y el odio mata.

Es hora de hablar claro. Es hora de dejar de blanquear discursos que criminalizan a nuestras vidas. Es hora de dejar de tratar como “debate” lo que es una vulneración de derechos humanos. Y es hora de mirar de cara a la realidad: somos personas. Vivimos, amamos, trabajamos, sufrimos y resistimos como cualquier otra. No somos una amenaza. La verdadera amenaza es el discurso que nos quiere fuera del mapa.

Educar en diversidad, en afectividad, en respeto real, es la única forma de deshacer tantos años de mentira y dolor. Es necesario hablar a los niños de las diferentes realidades familiares, de las identidades de género, de la riqueza de ser quienes somos. Y hay que hacerlo sin miedo, sin censura, sin la vergüenza que siempre ha favorecido a quienes nos quieren invisibles.

El desconocimiento puede ser una excusa en una ocasión. Pero cuando se convierte en sistema, ya no es ignorancia, complicidad. Y quien hoy se calla ante la transfobia, mañana puede ser cómplice del dolor de otra persona.

No nos resignamos. No vamos a callar. Continuaremos levantando la voz, no sólo por nosotros, sino por todas las criaturas que merecen crecer sabiendo que pueden ser quienes son, sin miedo y con dignidad.

Gina Serra Insua , presidenta de ATC Libertad y miembro de la Federación Plataforma Trans

 

Enlace al artículo: https://www.lahaine.org/gL3p