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Mundo :: 14/05/2025

El declive de EEUU arrastra al dólar y detrás va el Swift

Aidan J. Simardone
EEUU utilizó el SWIFT como arma para castigar a sus enemigos, pero ahora tanto aliados como adversarios construyen rutas de escape del sistema financiero mundial dominado por el dólar

La militarización de las finanzas globales se ha convertido en una piedra angular de la política exterior de EEUU. Para ello, ha sido fundamental el control de Washington sobre la Sociedad para las Telecomunicaciones Financieras Interbancarias Mundiales (SWIFT), un servicio de mensajería financiera que alguna vez se consideró una plataforma neutral, pero que ahora se utiliza abiertamente para hacer cumplir las sanciones occidentales y aislar a los adversarios.

Si bien Trump amenazó con castigar económicamente a los países que abandonaran el dólar, sus primeros 100 días en el cargo vieron la caída más pronunciada de la moneda desde la era de Nixon. Ese momento simbólico coincidió con un cambio global que ya estaba en marcha: un esfuerzo acelerado por parte de las naciones para reducir su dependencia de la infraestructura financiera controlada por EEUU.

En la actualidad, una coalición cada vez más amplia de Estados -algunos sancionados, otros simplemente cautelosos- se está alejando del dólar estadounidense y de la red SWIFT, adoptando nuevos sistemas financieros que prometen operar más allá del alcance de Washington.

Una herramienta de guerra económica

SWIFT no es un banco ni un procesador de pagos; Es una plataforma de mensajería que permite a las instituciones financieras enviar instrucciones de transacciones seguras a través de las fronteras. Su principal atractivo radica en su velocidad, encriptación y adopción y estandarización casi universales. Los bancos de diferentes países, que operan en diferentes idiomas y monedas, han confiado durante mucho tiempo en él para hacer negocios sin problemas.

Esa imagen recibió un golpe en 2006, cuando se reveló que SWIFT había proporcionado discretamente datos de transacciones a la CIA y al Tesoro de EE.UU. como parte del Programa de Seguimiento de la Financiación del Terrorismo (TFTP). Esa vigilancia continúa, y la Agencia de Seguridad Nacional de EEUU (NSA) monitorea los mensajes SWIFT en la actualidad.

Luego llegó 2012, cuando los halcones bipartidistas de Unidos Contra el Irán Nuclear (UANI) presionaron a SWIFT para que cortara los lazos con Teherán, acusando al país de violar las sanciones de EEUU y la UE. SWIFT cumplió rápidamente. Sin embargo, cuando los activistas palestinos exigieron que se hiciera lo mismo con Israel por los crímenes de guerra, la campaña fue ignorada. Con el precedente establecido, SWIFT expulsó a Corea del Norte en 2017 y a Rusia en 2022.

El mensaje era claro: SWIFT ya no era neutral. Era una herramienta de guerra económica.

Surge una nueva arquitectura

Quedar aislado de SWIFT puede paralizar una economía de la noche a la mañana. Los bancos se aíslan, incapaces de enviar o recibir pagos incluso con socios no occidentales. El comercio se paraliza. Pero la táctica está resultando contraproducente.

Después de que Occidente amenazara con desconectarla tras la anexión de Crimea en 2014, Rusia desarrolló su propia plataforma: el Sistema de Transferencia de Mensajes Financieros (SPFS), lanzado en 2017. En la actualidad, el PESA incluye a 177 instituciones extranjeras de 25 países.

Irán, que anunció en 2023 que había comenzado a integrar los sistemas de comunicación y transferencia interbancaria con Rusia, está trabajando en su propia infraestructura de mensajería financiera, conocida como Gestión Automatizada de Divisas e Informes Cambiarios (ACUMER).

Pero el mayor desafío para SWIFT no proviene de los estados sancionados, sino de las potencias emergentes que anticipan la futura hostilidad de EEUU.

China lanzó el Sistema de Pagos Interbancarios Transfronterizos (CIPS) en 2015. Aunque sigue utilizando SWIFT para muchas transacciones, CIPS tiene su propia capa de mensajería, lo que permite un comercio fluido con Rusia y otros socios. Cerca de 4.800 bancos participan ahora en CIPS, aproximadamente la mitad del total de SWIFT, a pesar de tener menos de una década de antigüedad.

Reconociendo la necesidad de una alternativa unificada y transfronteriza, el bloque BRICS comenzó a desarrollar "BRICS Pay" en 2018. Con el bloque superando al G7 en tamaño económico, los países BRICS representan más de un tercio de la economía mundial. BRICS Pay comenzó los pagos piloto en 2019 y recibió el respaldo total de China en octubre de 2024. Aunque todavía se encuentra en su fase piloto, su escala potencial lo convierte en el rival más serio de SWIFT hasta la fecha.

Salida rápida del dólar

Pero el alejamiento de SWIFT ya no se limita a los adversarios de EEUU.

En 2022, la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN), un bloque de 10 Estados mayoritariamente favorables a EEUU formado por 600 millones de personas, lanzó la iniciativa de Conectividad Regional de Pagos (RPC). Aprovecha los sistemas nacionales de pago en tiempo real, como PayNow de Singapur y PromptPay de Tailandia, para permitir transferencias directas sin depender de SWIFT.

Anteriormente, las transacciones transfronterizas entre los Estados de la ASEAN requerían la conversión a y desde dólares estadounidenses. Por ejemplo, si alguien envía dinero de Singapur a Filipinas, los dólares de Singapur se convertirían en dólares estadounidenses, y luego los dólares estadounidenses se convertirían en pesos filipinos. Con RPC, se evitan estas conversiones, lo que reduce los costos y aumenta la eficiencia.

Ese mismo año, la Unión Africana lanzó el Sistema Panafricano de Pagos y Liquidación (PAPSS, por sus siglas en inglés), que también se salta SWIFT y el intermediario del dólar.

Esta revolución silenciosa entre los socios de Washington señala un cambio más profundo: incluso los aliados desconfían de la politización de SWIFT.

Rompiendo el monopolio

A pesar de esta tendencia, SWIFT no va a desaparecer mañana. Muchas instituciones lo utilizan junto con alternativas para maximizar el acceso al mercado. Pero la difusión de nuevos sistemas de mensajería ofrece a los países opciones sin precedentes para afirmar su soberanía económica.

En 2012, Irán tuvo que depender del trueque y el contrabando de oro para eludir las sanciones. Hoy en día, puede comerciar con China a través de CIPS y con Rusia a través de SPFS. A medida que más estados adoptan sistemas similares, el impacto de cualquier prohibición futura de SWIFT se reduce significativamente.

Eso socava los puntos de venta clave de SWIFT. ¿Seguridad? Dañado por la vigilancia estadounidense y el hackeo del Banco de Bangladesh en 2016, en el que se robaron 81 millones de dólares. ¿Velocidad? Eclipsado por sistemas en tiempo real como RPC y PAPSS. ¿Universalidad? Desvaneciéndose con cada país expulsado de la red.

La verdadera fortaleza de SWIFT reside en su efecto de red: funciona porque todo el mundo lo utiliza. Pero con cada desconexión por motivos políticos, esa red se reduce. Por el contrario, el CIPS de China no tiene un historial de sanciones amplias, lo que lo convierte en una apuesta más segura para los estados que buscan estabilidad financiera.

El control del dólar se afloja

El declive de SWIFT va de la mano con el debilitamiento del papel global del dólar estadounidense. Dado que SWIFT sirve como guardián, Washington puede castigar a cualquier país que intente deshacerse del dólar en sus operaciones. Pero una vez que los sistemas alternativos eliminen ese apalancamiento, los países pueden explorar otras monedas comerciales. Además, las plataformas en tiempo real como RPC reducen por completo la dependencia de las monedas intermediarias.

China y Arabia Saudita ahora están explorando el comercio basado en el renminbi. Ese cambio habría sido impensable en la era dominada por el dólar del apogeo de SWIFT.

Por supuesto, la supremacía financiera de EEUU no se desvanecerá de la noche a la mañana. Pero el rápido aumento de los sistemas de mensajería paralelos muestra que las potencias mundiales, tanto adversarias como aliadas, están trazando caminos para salir de la órbita financiera de Occidente.

The Cradle

 

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