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Europa :: 21/05/2025

Las elecciones portuguesas marcan un giro hacia la derecha

Pablo Castaño
Desde la Revolución de 1974 en Portugal, muchos consideraban que el país era inmune a la extrema derecha. Pero los 'socialistas' se derechizaron y llegó el auge de Chega

[En la foto, el líder del partido de extrema derecha Chega, André Ventura.]

La excepción portuguesa llegó a su fin. En las elecciones celebradas el 18 de mayo, el país experimentó un claro giro hacia la derecha: la coalición conservadora Alianza Democrática (AD) se impuso como fuerza principal (32 % de los votos), mientras que el Partido 'Socialista' (PS) apenas superó al partido de extrema derecha Chega («¡Basta!»), quedando ambos en segundo lugar, con alrededor del 23 %. La izquierda sufrió un colapso: incluso sumados, el Partido Comunista y el Bloque de Izquierda apenas obtuvieron un 5 % de los sufragios.

En noviembre de 2023, el entonces primer ministro António Costa, 'socialista', dimitió tras ser acusado de corrupción. Esto supuso el fin de ocho años de gobiernos progresistas que habían convertido a Portugal en una inspiración para la ceentroizquierda europea, y marcó el comienzo de un periodo de inestabilidad política poco habitual en el pequeño país ibérico. Tras un año y medio de investigación judicial, no se encontraron pruebas que sustenten las acusaciones contra Costa, lo que suscitó sospechas de que se trate de un caso de 'lawfare'.

Desde la dimisión de Costa, se celebraron tres elecciones en tres años, durante las cuales la centroizquierda perdió terreno de forma constante, mientras que Chega ascendió rápidamente. El partido de extrema derecha, fundado en 2019, logró su gran avance a nivel nacional en 2022 al obtener el 7 % de los votos. Las elecciones del domingo pasado marcaron la culminación de esta tendencia. En palabras del líder de Chega, André Ventura, «hoy podemos declarar oficialmente y con confianza a todo el país que el bipartidismo ha terminado». Tiene razón: la reñida carrera entre Chega y los 'socialistas' marca una ruptura con la dinámica electoral que definió la política portuguesa desde la restauración de la democracia en la década de 1970.

Estas elecciones se convocaron anticipadamente después de que el primer ministro conservador Luís Montenegro fuera acusado de irregularidades en sus relaciones con una empresa familiar y perdiera una moción de confianza en el Parlamento. Sin embargo, su coalición conservadora logró consolidar su posición. Las acusaciones de mala conducta no castigaron al primer ministro, pero amplificaron la retórica anticorrupción de Chega, que el partido supo utilizar para posicionarse como la única alternativa «limpia» al establishment político tradicional. Los casos de prostitución infantil, robo de maletas y conducción bajo los efectos del alcohol entre los representantes de Chega, minimizados por los medios, no parecen haber dañado la credibilidad de la retórica partidaria sobre la honestidad.

Junto con el discurso anticorrupción, la postura antiinmigración constituye el núcleo del mensaje de Chega. Esto se vio reforzado por el propio Gobierno conservador, responsable de diversos gestos xenófobos. En diciembre de 2024, Lisboa fue escenario de una serie de redadas policiales basadas en perfiles raciales, lo que se interpretó como una concesión del Gobierno a una retórica de Chega que, sin pruebas, vincula inmigración con inseguridad. Aunque como respuesta hubo protestas antirracistas, las redadas marcaron un paso importante hacia la normalización del discurso xenófobo de la extrema derecha.

El giro de AD contra la inmigración no detuvo el ascenso de Chega: los conservadores solo ganaron 140.000 votos con respecto a 2024, mientras que el partido de extrema derecha sumó 236.000. Una vez más, la adopción por parte de la derecha de los discursos de la extrema derecha no hizo más que alimentar su crecimiento.

El colapso de la izquierda

El gran perdedor de las elecciones portuguesas fue la centroizquierda en su conjunto. El Partido 'Socialista', liderado por el exministro Pedro Nuno Santos, perdió 350.000 votos con respecto a las elecciones de 2024, el tercer peor resultado de los 'socialistas' desde que se restauró la democracia en Portugal hace cinco décadas. Santos dimitió tras confirmarse el desastroso resultado. El colapso del partido es especialmente simbólico, dado que esta organización --que mantuvo el marxismo como su «inspiración teórica predominante» hasta la década de 1980-- desempeñó un papel clave en la construcción de la democracia tutelada portuguesa tras la Revolución de los Claveles de 1974.

La situación es especialmente preocupante para los 'socialistas', ya que es probable que algunos de sus votantes se hayan pasado a Chega, algo que ya ocurrió en 2024. Las encuestas postelectorales de ese año mostraron un giro de los antiguos votantes socialistas hacia la extrema derecha, lo que ayuda a explicar cómo Chega creció sin necesariamente quitarle votos a los conservadores (el otro factor principal fue su éxito en la movilización de votantes que antes se abstenían). Esto contrasta con España, otro país donde la extrema derecha surgió más tarde que en el resto de Europa, donde el partido de extrema derecha Vox se nutre principalmente de antiguos votantes del Partido Popular conservador.

Aún peor fue la derrota de los partidos de izquierda. El Partido Comunista Portugués y el Bloque de Izquierda fueron actores centrales entre 2015 y 2023, proporcionando apoyo parlamentario a los gobiernos socialistas de Costa. Hoy en día son casi irrelevantes en el Parlamento, con cuatro y un escaño, respectivamente. En conjunto, solo obtuvieron el 5 % de los votos. Solo Livre --situado ideológicamente entre los 'socialistas' y los partidos mencionados anteriormente-- mejoró ligeramente su resultado, obteniendo un 4,2 %. Pero la principal conclusión es que la coalición conservadora AD cuenta ahora con más escaños que toda la amplia centroizquierda en su conjunto.

El desglose geográfico de los votos también es desfavorable para este lado del espectro político. Mientras que el norte y el centro del país son bastiones de AD, los 'socialistas' compiten ahora con la extrema derecha en el sur. Chega superó al PS en 121 de los 308 municipios del país y ganó en cuatro de los veinte distritos, mientras que los socialistas solo quedaron primeros en uno. Se trata de una mala noticia para el PS --y para la democracia portuguesa--, ya que las elecciones locales están previstas para septiembre u octubre, y Chega podría convertir sus votos en poder institucional.

Dado que Portugal es una república semipresidencialista, corresponde al presidente, el conservador Marcelo Rebelo de Sousa, nombrar al nuevo primer ministro. El resultado más probable es otro gobierno en minoría liderado por Montenegro, ya que una coalición entre los conservadores y la extrema derecha no beneficiaría a ninguno de ellos a corto plazo. Ventura, de Chega, intentará sin duda presentarse como un 'outsider' en las próximas elecciones locales, mientras que un acuerdo con la extrema derecha sería arriesgado para el primer ministro de derecha Montenegro, en un país cuya democracia se construyó contra la dictadura ultraconservadora de António de Oliveira Salazar.

Con los resultados del 18 de mayo, tras años de inestabilidad política, Portugal se suma al giro hacia la derecha en Europa, donde las elecciones se convierten cada vez más en una contienda entre los conservadores tradicionales y la extrema derecha, con una socialdemocracia debilitada y la izquierda fuera del juego. España, donde la frágil coalición centrista PSOE-Sumar se aferra al poder sin mayoría parlamentaria, y Francia, donde la centroizquierda de La France Insoumise sigue fuerte, son las excepciones al giro conservador del continente.

Jacobinlat

 

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