Su trayectoria vital es asimismo muy significativa y de rasgos peculiares. Provenía de una familia de clase alta de La Coruña, Galicia, donde nació en 1851. Supo ser una mujer de vida muy libre. Sin abdicar por eso de su condición de católica devota.
Decidida defensora de los derechos de las mujeres, en política se inclinó al menos por un tiempo, por el carlismo, corriente tradicionalista, enemiga de todo lo que implicara modernidad. Por lo tanto partidaria acendrada de la remisión del género femenino a sus roles tradicionales. Esa fue sólo una de las varias aristas contradictorias del itinerario vital y la escritura de Pardo Bazán.
Se casó en la adolescencia y tuvo tres hijos. Cumplió su rol de madre sin que eso le significara nunca abandonar el arte de la escritura. Por el que se inclinó desde la infancia e hizo sus primeras publicaciones en plena adolescencia.
Siendo madre, defendió siempre el papel de las mujeres por fuera de la maternidad. Escribió: "todas las mujeres conciben ideas, pero no todas conciben hijos. El ser humano no es un árbol frutal que sólo se cultive en la cosecha." En otro momento afirmó: "Aspiro, señores, a que reconozcáis que la mujer tiene destino propio; que sus primeros deberes naturales son para consigo misma."
También pueden citarse pronunciamientos más fuertes en la misma dirección: "Yo soy una radical feminista. Creo que todos los derechos que tiene el hombre debe tenerlos la mujer [...]. En los países menos adelantados, es donde se considera a la mujer bestia de apetitos y carga",
Años después se separó de su marido. En un país en el que no existía el divorcio, ella y su esposo acordaron quedar en libertad de acción. En base a ese acuerdo estableció libremente vínculos sentimentales, algunos efímeros.
La relación más profunda y duradera la sostuvo con otra figura literaria de primer plano, Benito Pérez Galdós. Lo que comenzó como una estrecha amistad se convirtió en una relación de amantes. Pasado el tiempo, retornaron a un intercambio más distante sin dejar de ser cálido y respetuoso.
Escritora de ficción y referente cultural
Su tarea de novelista tuvo el signo del naturalismo. Pardo Bazán incluso reflexionó acerca de esa escuela en numerosos artículos, que fueron reunidos en un libro bajo el título La cuestión palpitante.
Sus inquietudes intelectuales no se detenían en el campo literario. Se proveyó de una vasta cultura filosófica, influida por el krausismo, un movimiento con especial influencia en España. La obra de Emmanuel Kant fue una de sus principales lecturas de ese tenor. También estudió a los clásicos griegos y a los filósofos católicos de la Edad Media.
El periodismo fue otro ámbito de acción para ella. No sólo como articulista sino en carácter de directora de medios. Nuevo teatro crítico se llamó una revista editada e íntegramente escrita por ella que aparece en 1891. La denominación de esta publicación remitía al padre Jerónimo Feijoo, Teatro Crítico Universal. Una obra innovadora y audaz del siglo XVII cuyo espíritu quería trasladar a la actualidad.
Por esos mismos años se lanzó a la edición de libros, aún a costa de financiar el empeño de su propio bolsillo. La biblioteca de la mujer se llamó una colección que procuraba poner a las integrantes del género femenino en contacto con obras que analizaran de modo crítico la ubicación de las mujeres en la sociedad. Y que propugnaran una visión progresiva de sus posibilidades. Entre sus publicaciones estuvieron La mujer frente al socialismo, de August Bebel y La esclavitud de la mujer, de John Stuart Mill.
Los títulos de la biblioteca no fueron éxitos de ventas y terminó por cerrar la colección. Con un final irónico. La última publicación fue un libro de cocina de su autoría. Un aparente repliegue sobre los papeles tradicionales de las mujeres que a la vez era un chiste.
Si bien es hoy más conocida por sus novelas, los relatos breves fueron para ella otra labor permanente. Escribió alrededor de 600 cuentos. Viajera frecuente, otro género en el que incursionó es el de los libros de viajes. Publicó varios que narraron sus recorridos por España y varios países del extranjero.
Solicitó repetidas veces su ingreso a la Real Academia Española. Se lo negaron, no tenía cabida por su condición de mujer. La última vez que la rechazaron fue en 1912. Una mujer española llegaría a ser académica recién más de medio siglo después, en 1979.
Sí le fue otorgada una cátedra en la universidad central con sede en Madrid, con la asignatura "Literatura contemporánea en lenguas neolatinas".
Entre los intelectuales de su tierra tuvo enfrentamientos con algunos "galleguistas" que le reprochaban que prefiriera el castellano como lengua literaria. Eso no fue óbice para que sí ingresara en las instituciones académicas de la región.
Como parte de las contradicciones de Pardo Bazán puede contabilizarse que llegó a contar con el favor real. En 1908 Alfonso XIII, rey militarista y machista, le otorgó el título de condesa No se privó de usarlo. Tampoco de convertir la casa de su padre en una especie de castillo con reminiscencias medievales.
Nada de eso opacaba que fuera una gran escritora. Y que no se ciñera a temáticas "modestas" y "discretas" propias de una autora amoldada al lugar subordinado, de literatura "para mujeres". Su escritura está atravesada por el tratamiento de temas ríspidos como los abusos políticos y las desigualdades sociales. También el sexo, la violencia y los aspectos más sombríos de las relaciones humanas.
La Tribuna
Tal vez las novelas más famosas de Emilia son Los pazos de Ulloa y su continuación La madre naturaleza, publicadas entre 1886 y 1887. Allí retrataba la vida rural en Galicia. Entre terratenientes indolentes, "caciques" políticos y clérigos venales.
Surcadas por historias de amor, sobre todo la primera se dirige con singular eficacia a la crítica social y política. Sin descuidar el papel subordinado y explotado de las mujeres, aún las de las clases altas.
El díptico alcanzó un nuevo pico de difusión en 1985, cuando dio lugar a una miniserie española que tuvo buena repercusión.
Antes de esas obras, en 1882, la autora había publicado una novela que se desarrollaba en otro ámbito geográfico y en una clase social diferente. En este caso la acción se desenvuelve en una ciudad importante. Y la protagonizaban sobre todo trabajadoras asalariadas acorraladas por las carencias y los prejuicios.
En esa su tercera novela, Pardo Bazán elige dentro del espacio obrero a la mayoría de sus personajes así como los lugares en que transcurre la acción. Los contrapone a la vida de familias acomodadas pero no riquísimas, que buscan un mejor lugar social bajo el ala de otros más poderosos.
Estos personajes son sobre todo mujeres, partiendo de la protagonista, Amparo. Ella es una muy joven trabajadora de la industria que tiene que mantener a su madre paralítica.
Es católica devota. Lo que no le impide ser activista republicana y defensora de los derechos de las trabajadoras. A fuerza de carisma, ya que en el relato no aparece un encuadre sindical. Oradora nata, sus palabras conmueven a sus compañeras de trabajo. Sus dotes expresivas le valen el mote de "tribuna", término de corte clásico para denominar a alguien que toma la palabra en defensa y beneficio del pueblo.
Su prédica versa a veces sobre reivindicaciones salariales y atrasos en el pago de los salarios. Otras veces sus intervenciones atañen a la política nacional. Labora en una fábrica de cigarros y cigarrillos, un gremio con amplia mayoría femenina, pago a destajo y malas condiciones de higiene y seguridad.
La escritora toma cierta distancia de las convicciones republicanas y federalistas de su personaje. Hasta deja escapar cierto eco burlón hacia las quizás excesivas esperanzas de mejora de trabajadores y pobres. Las que se suponía serían un derivado del cambio de régimen.
El tiempo histórico de partida de la novela corresponde a "la gloriosa", la revolución que en 1868 derrocó por primera vez a la dinastía borbónica. Amparo se cuenta entre quienes no se conforman con un cambio de linaje real sino que aspiran a una constitución republicana a la que relacionan con la implantación de mayor justicia e igualdad.
Sin tomar el centro de la acción ocupan un lugar en la novela los comentarios e incidencias acerca de las alegrías y decepciones del proceso político que dio lugar a la primera república española. Incluida la reposición de un rey extranjero, el italiano Amadeo de Saboya, que se interpondrá entre las instituciones en crisis y la república.
La mayor parte de la trama transcurre dentro de la planta, en sus inmediaciones o en el barrio donde vive la protagonista. La atención no se circunscribe a la vida laboral y las incidencias cotidianas. El momento histórico está presente en todo momento.
La Tribuna contiene además una historia de amor. Ésta dista de un enfoque romántico. Sólo está enamorada la joven cigarrera. Su novio, de otro origen social y oficial del ejército no le corresponde pero está dispuesto a usarla para su satisfacción.
Amparo puede ser para él una amante más o menos clandestina, nunca una esposa. La novelista no manifiesta simpatía por el varón. Lo que no le impide tener cierto matiz condescendiente con la joven que paga tributo a haber querido saltar escalones en el edificio social.
La ilusión de la joven de subir de condición social por medio de un matrimonio que uniera el amor y la conveniencia se ve frustrada. Deberá seguir siendo una obrera y el lector la contempla imbuida de nuevo de ese papel.
Los historiadores de la literatura española consideran a esta obra como el inicio de la llamada "novela social" en España y la inscriben asimismo en el "naturalismo". Esa escuela que tenía una visión de la novelística que por momentos la acercaba más a la sociología que a la novela tradicional.
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Pardo Bazán fue una firme exponente de una visión femenina y feminista acerca de la labor literaria. Sin ser socialista y ni siquiera republicana supo retratar la explotación, las injusticias, los prejuicios sociales. Una sociedad colmada de privilegios para unos y privaciones y servidumbres para los de abajo, Emilia tomó el camino de los segundos.
No importó que se edificara un palacio y que usara su título de condesa. Quiso ser una crítica de la realidad social que la circundaba. Eso a partir de su lugar de escritora de vasta producción. Y de portadora de una actitud osada para su época en cuanto a su vida afectiva Situada en la transición entre los siglos XIX y XX ilumina la literatura española de ese período.
Ella expone las complejidades y contradicciones asentadas en el origen social; las ideas políticas, la configuración cultural. Y sobre todo, la mirada de género. En particular La Tribuna muestra a mujeres que, obligadas a trabajar por su pobreza, se alejan del paradigma dominante entonces para el género femenino. Su condición de trabajadoras las lleva a la lucha, como a Amparo. Y las reivindicaciones económicas coinciden con una orientación política cuestionadora.
La Tribuna puede leerse aún hoy como un atrayente acercamiento a un espacio en el que se entrelazan la pertenencia de clase y la de género. A tantas décadas de distancia sigue trayéndonos la referencia a problemas sociales, políticos y culturales aún no resueltos.
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