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Colombia :: 20/07/2025

Petro no quiere OTAN

Horacio Duque
Son varios eventos los que indican que Colombia tiene otra manera de relacionarse con el resto del mundo en el gobierno de Petro

Un viejo axioma de las relaciones internacionales y las políticas exteriores de los Estados indica que hay una estrecha relación entre los asuntos internos y la gestión internacional de los gobiernos.
Colombia no es la excepción a esa regla que los estudios políticos han acogido como premisa del análisis de los temas globales que involucran centenares de estado modernos.
Así ocurre con el Estado colombiano. Durante más de 200 años la oligarquía dominante en el poder político central diseño y ejecutó una política internacional ligada a sus intereses económicos, sociales y militares. Para fortalecerlos y consolidarlos con las movidas internacionales. A lo largo del siglo XX y del XXI, toda la estrategia de la Cancillería o Palacio de San Carlos giro alrededor de los intereses de los gobiernos norteamericanos. Una subordinación colonial aberrante a los intereses de Washington y de otras potencias imperialistas como la británica.
Colombia ha sido por más de 120 años, un peón de brega de las camarillas imperiales gringas. Las castas políticas se han articulado a la hegemonía política de las multinacionales gringas y del Pentágono. La política contra las drogas es el caso más emblemático de ese comportamiento bastardo y antinacional.
Con el acceso al gobierno del bloque popular liderado por el presidente Gustavo Petro, los cambios sociales, económicos, culturales y ambientales han tenido gradualmente su reflejo en la acción del Ministerio de Relaciones Exteriores y en la propia gestión global del jefe de la Casa de Nariño.
Las cosas no se han dado a la velocidad de la luz, pero paso a paso han cobrado forma.
Son varios eventos los que indican que Colombia tiene otra manera de relacionarse con el resto de gobiernos del mundo en el gobierno de Petro.
Los momentos más emblemáticos de tal mutación tienen que ver con la ruptura diplomática con el gobierno de Israel, el ingreso a la Ruta de la Seda de China, el choque con la arbitraria arremetida migratorio de Trump, el desafío de las políticas arancelarias de Washington, el ingreso al Banco de los Brics, las relaciones alternativas con el gobierno venezolano de Nicolás Maduro, la solidaridad con el pueblo de palestina y el apoyo al pueblo y el gobierno de Cuba.
La decisión más reciente nos dice que el presidente Petro trabaja en la dirección de excluir el Estado colombiano de la Otan, la poderosa máquina de guerra imperialistas de las oligarquías europeas, ahora con el traje neofascista y anticomunista, para restablecer el completo dominio sobre la masa continental euroasiática, lo que implica la erradicación del Estado ruso y la reorganización de los territorios hacia el oriente de Europa para asaltar los recursos energéticos, mineros y agrícolas. Además del asedio en curso a la República Popular China que es la prioridad de Trump.
Vendrán mas cambios en este ámbito con las obvias implicaciones en el engranaje interno de la política colombiana, articulada por una trascendental transición hacia la paz, la justicia social, económica y ambiental, en la que el liderazgo del presidente Gustavo Petro es la garantía de su sostenibilidad.
Liderazgo que se concentra en un proceso constituyente de grandes implicaciones constitucionales y en el ámbito más general del campo político impactado por la transición en mención.

La Haine

 

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