Se cumplen estos días cincuenta años desde que el régimen fascista español asesinase a Txiki y a Otaegi, miembros de la resistencia vasca. Al mismo tiempo asesinaron a tres revolucionarios del estado español, de tal manera que Franco se despidió de la misma manera que empezó su carrera militar... asesinando jóvenes y revolucionarios.
Fue en la guerras coloniales de Marruecos y en la represión de la revolución de Octubre de 1934 en Asturies donde adquirió fama de matarife, sobre la sangre de miles de personas que luchaban en una guerra de descolonización, que por el momento pudieron sofocar y sobre la sangre del proletariado astur, compuesto por mineros básicamente, aunque también de otros sectores del proletariado.
Miles de personas asesinadas por este criminal, que nos guste o no sigue marcando la agenda política en el estado español. La derecha española, siempre ha sido troglodita, a veces lo ha disimulado mas que otras, pero en la intimidad siempre han sido franquistas.
En estos tiempos convulsos que nos esta tocando vivir donde el fascismo esta recobrando protagonismo (no ha vuelto, nunca se marchó ni del Estado español ni del resto de Europa) han decidido salir del armario sin complejos y vuelven a las calles las banderas del fascio
Los años que le tocaron vivir a Txiki y a Otaegi fueron más duros aún. Y lo más dramático es que no es descartable que vuelvan esos años, de otra forma y maneras. Dependerá en gran medida que otros jóvenes, al igual que hicieron Txiki y Otaegi planten cara al fascismo, también de otras formas y maneras. Será la dialéctica de la lucha la que determine esas formas y maneras.
Txiki tenía 20 años y Otaegi 33. Decidieron hacer frente al franquismo, de una manera generosa, sabían que el futuro de esa decisión sólo les llevaría a la cárcel, al exilio o como fue en su caso a la muerte. No lo dudaron. Lejos de autoproclamas y soflamas, su forma de aportar fue la practica.
La práctica militante es la que genera teoría militante. En estos años de principios del siglo XXI en la que tanto abunda la cibermilitancia y tantas personas se atreven a decirnos como se deben hacer las cosas, sin dar un palo al agua (militar básicamente se basa en eso, en dar palos al agua...) causa hilaridad semejante atrevimiento. Los años me han hecho desconfiar de este perfil de gentes. Además cuanto más radical es su mensaje, más probabilidades de que acaben traicionando o terminando en el reformismo, o en esos chiringuitos que terminan liquidando todas las luchas e integrandose en el sistema. Al tiempo.
Txiki y Otaegi y el resto de los fusilados aquel día no hicieron autoproclamas. fue su ejemplo el que generó una oleada de militancias nuevas. Cientos de jóvenes en Euskal Herria en aquellos días decidieron militar en las diferentes organizaciones antifascistas y de construcción nacional y por el socialismo de la época.
La única proclama de Txiki fue su carta despedida al pueblo trabajador vasco. 50 años desde que la escribió y aún pone los pelos como escarpias. Leerla, releerla debería ser obligatorio para las personas que deciden dar el paso de militar por los mismos valores por los que dio su vida.
Otaegi era un joven casero de un barrio de Azpeitia. No participo en acciones armadas directas. fue ejecutado lisa y llanamente porque el régimen en su agonía necesitaba sangre. Le tocó a él, como le pudo tocar a cualquier otro
Txiki veinteañero, dio un ejemplo de dignidad frente al pelotón de fusilamiento. La última actividad que hizo en su vida fue cantarles a los verdugos el "Eusko Gudariak". Dicen testigos presenciales del fusilamiento que puso los pelos de punta. Txiki representa como nadie lo que era la resistencia vasca en aquellos años.
Había nacido en Extremadura y era hijo de una familia de emigrantes Su plena integración en Zarautz y en Euskal Herria, junto a un carácter indomable, y una bondad infinita, según afirman quienes lo conocieron, su toma de conciencia de los valores políticos del antifascismo vasco de la época, le hicieron militante de la resistencia vasca. No debemos olvidar que en aquellos años aún vivía Franco.
Quizá su fotografía más icónica es esa en la que luce una camiseta con el rostro del Che Guevara. Y es que al igual que el Che, no importó donde había nacido, sino que primaba las urgencias de la lucha revolucionaria. El Che, nacido en Argentina, luchador cubano y asesinado en Bolivia peleando por su liberación
Txiki nacido en Extremadura, luchador vasco y asesinado por el fascismo fruto de esa militancia.
Jamás sabremos cual habría sido el devenir de Txiki, sabemos los valores por los que fue asesinado. Joven, veinteañero. Por eso su rostro siempre será, al igual que el del Che o el de Otaegi, o el de tantos y tantas militantes asesinados aquí o allá, un rostro joven.
El paso de los años le recordará así. Joven, idealista, revolucionario, militante, comprometido, creador de conciencia con su ejemplo. Sin cibermilitancia, pero con el peso de su militancia real
50 años y ahí está. Joven. Igual que la idea que le movía. La liberación de los pueblos y el comunismo. El comunismo es la juventud de la humanidad... nunca olvidemos
haizeagorriak.wordpress.com