Hace medio siglo, el 27 de septiembre de 1975, fueron asesinados por la dictadura franquista cinco revolucionarios: García Sanz de Aragón, Sánchez Bravo y Humberto Baena de Galiza y Txiki y Otaegi de Euskal Herria. La economía estatal sufría una crisis inflacionaria que empobrecía a las clases trabajadoras y a los pueblos oprimidos. La corrupción sociopolítica era estructural y deslegitimaba día a día al poder a pesar de la gran censura de prensa que lo ocultaba casi todo. Jueces, fiscales, periodistas, curas y obispos, profesores, empresarios y sobre todos militares y policías, es decir, la maquinaria del Estado estaba debilitada, pero aún tenía fuerza interna suficiente como para condicionar lo que ya empezaba a llamarse «apertura democrática», luego «transición democrática» y por último, desde 1978, «constitución española».
Además de su fuerza propia, el bloque dictatorial también disponía de cuatro aliados decisivos: las burguesías «periféricas» regionalistas y autonomistas; el reformismo político-sindical sobre todo PSOE y PCE; la socialdemocracia alemana y el Vaticano, y Estados Unidos. Los cuatro aliados querían solo un lavado de cara, arreglos de chapa y pintura del Estado español dejando intactas sus burocracias decisivas para la explotación patriarcal, nacional y de clase sin la cual no se lograría la ansiada «integración en Europa», así como para cumplir con las exigencias militares de Estados Unidos y de la OTAN. Las cuatro ayudarían a controlar, reprimir y aplastar cualquier posibilidad revolucionaria, permitiendo a lo sumo que se cambiaran cosas insustanciales mejorando lo sustancial para responder mejor a las necesidades nuevas que surgían de la severa crisis de 1968 – 1975.
Conforme el bloque de clases dirigente en el Estado, apoyado por la cuádruple alianza descrita, fue convenciendo al grueso del franquismo de que salía ganando si cedía un poco para mantener el grueso de sus prebendas, en ese proceso que dio un salto en 1978, se inició el vaciamiento del sentido y de los fines históricos que llevaron al paredón de fusilamiento a los cinco revolucionarios. Se empezó a presentarlos como jóvenes románticos que por su voluntarismo subjetivo habían intentado forzar la marcha de la historia sin tener en cuenta que el Estado español se encaminaba lenta, pero de manera segura, a la «democracia» y a la «integración en Europa». Decían los reformistas que esos pecados de la juventud rebelde se superarían al empezarse a disfrutar de la «libertad constitucional».
Pero en realidad no eran militantes voluntariosos sin base teórica ni estratégica, sino que luchaban por el socialismo y por el comunismo, por el derecho de autodeterminación de los pueblos y por su independencia socialista, por el derecho/necesidad de la resistencia armada frente a la injusticia. Practicaban la lucha armada como táctica inserta en una estrategia más amplia en la que las formas de violencia revolucionaria eran meras tácticas supeditadas al objetivo histórico y a su estrategia.
No eran aventureros desorientados y manipulados «por los rojos». La finalidad de su sacrificio no era otra que el comunismo, objetivo irrenunciable que ahora es más necesario que entonces. Además, Otaegi y Txiki querían una nación vasca con su Estado socialista independiente en un contexto de lucha internacionalista y antiimperialista.
Su formación marxista, su dialéctica, partía del movimiento de las contradicciones del capitalismo en sí y de la forma que adquiría en Euskal Herria y el Estado español en aquellos años, formas más simples y menos destructivas que las actuales, como veremos. Sabían que la praxis revolucionaria es decisiva para la solución socialista de las contradicciones antagónicas que terminan estallando en crisis sistémicas, mientras que si la praxis es débil, entonces será la burguesía la que imponga su solución en detrimento del proletariado.
Para 1978 – 1982, la «transición democrática» había asentado el poder del capital sostenido por la monarquía militar, burocracias tardo-franquistas y el Gobierno del PSOE que junto con el PCE desintegraron buena parte de la militancia revolucionaria político-sindical precisamente cuando, a la vez, se intensificaba la destrucción de derechos nacionales, sociales, laborales y democráticos con la excusa de evitar golpes fascistas como los organizados en 1980 – 1982.
Ciñéndonos solo al deterioro salarial tanto en la Unión Europea como en el Estado español ofrecemos tres estudios concluyentes: uno, desde la década de 1960 – 1970 hasta 20234; otro, desde 1982 hasta 20125 y, el último, sobre el crecimiento plano de los salarios desde 1993 a 20256.
Nos ceñimos al retroceso de los salarios frente a las ganancias burguesas porque es uno de los barómetros inequívocos que miden los resultados de la lucha de clases sobre y en contra de la felicidad y calidad de vida de la humanidad explotada. Los cinco fusilados en 1975 lo sabían perfectamente por cuanto que eran comunistas, y en lo relacionado a la lucha de liberación nacional de clase de Euskal Herria, Txiki y Otaegi también sabían que su militancia armada era parte de una estrategia superior que buscaba generalizar todas las formas de lucha en la medida de las necesidades de acumulación de fuerzas y enraizamiento del independentismo socialista en el seno del pueblo trabajador. En este sentido hemos de saber que Vascongadas, con menos del 5% de la población del Estado, aportó hasta 2024 entre el 40% y el 60% de todas las huelgas del Estado según diversas fuentes, incluidas las de la patronal.
Desde luego que existen otros barómetros que, además de medir el grado de la lucha de clases, también sugieren si esta tiene tendencia al alza o a la baja, pero ahora no podemos extendernos al respecto más que en otras cinco igualmente decisivas que solamente vamos a enunciar sin orden de importancia: la radicalización popular, juvenil y de la mujer trabajadora; la lucha lingüístico-cultural bajo los golpes crecientes del nacionalismo imperialista español; la lucha por los derechos democráticos cada vez más atacados, empezando por el de la amnistía y contra el fascismo; la lucha internacionalista, antiimperialista y contra el racismo; y la lucha por la reintegración de nuestra especie en la naturaleza.
No podemos entender los altibajos, retrocesos, parones y recuperaciones de estas y otras luchas si no comprendemos que desde finales de la década de 1950 y hasta la primera década del siglo XXI, es decir, durante casi sesenta años, decenas de miles de personas de entre una pequeña población de tres millones de personas en la parte de Euskal Herria bajo dominación española, han militado y militan en diversos grados de compromiso, aceptando sacrificios, vigilancias, multas, represiones y torturas, cárceles, exilios y hasta la muerte. Lo significativo es que en esos casi sesenta años, con sus innegables éxitos, errores y fracasos, la coordinación de decenas de miles de personas y de sus prácticas se ha guiado en buena medida por criterios políticos, teóricos, estratégicos y éticos muy parecidos o idénticos en el fondo a los de Otaegi y Txiki, a pesar de las pequeñas diferencias que ya entonces empezaban a separar en lo organizativo a la rama militar de la político-militar de ETA.
Desde luego que existían otras organizaciones, movimientos, sindicatos y partidos que se reivindicaban del independentismo socialista, que hacían más énfasis en tales o cuales tácticas y estrategias. En el nivel de abstracción espacio-temporal en el que nos movemos ahora, hay que reconocer que todo ese universo de autoorganización del pueblo obrero, además de ser incomprensible para lo que debemos llamar «marxismo estatal», aglutinaba a esas decenas y decenas de miles de abertzales que se identificaban de algún modo con el llamado «universo-ETA» referenciado también en Txiki y Otaegi.
Pero la vigencia de ambos militantes no se limita a su valor referencial sino que además reactualiza el eterno enfrentamiento entre reforma o revolución en estos momentos en los que ya es innegable que el capitalismo y, por tanto, el Estado español atraviesan una crisis sistémica mucho más destructiva que la de 1968 – 1975. Huyendo de la historia-ficción porque no podemos saber qué caminos hubieran recorrido ambos revolucionarios sí debemos decir que su filosofía de la praxis, por recuperar este término central, es ahora más necesaria y urgente que entonces porque, insistimos, la humanidad explotada jamás se ha encontrado ante un peligro como el actual.
Ya desde la mitad del siglo XIX la dialéctica marxista avisaba que las fuerzas productivas devienen en fuerzas destructivas en una unidad y lucha de contrarios. Entonces parecía imposible, pero ahora ya es una amenaza real no solo por el holocausto nuclear y otras armas terribles, sino también por la catástrofe climática, la crisis socioecológica, etc., lo que indica que las fuerzas destructivas pueden confluir ya en la sexta extinción de la vida, tal vez la última, aunque la humanidad explotada sigue teniendo el recurso de la lucha revolucionaria para evitar ese desastre.
El antagonismo entre la producción social de bienes y su apropiación privada burguesa, en vez de su socialización, ha llegado a un límite intolerable. Desde 1975 el capitalismo ha desarrollado fuerzas productivas reales y potenciales con alto contenido liberador si son reorganizadas y dirigidas por los pueblos trabajadores y no por el capital. El potencial liberador que surge del hecho mismo de que el método científico –no la tecnociencia imperialista– es revolucionario en sí mismo, choca con la propiedad burguesa. Para que no se visibilice esa contradicción insoportable entre lo que podría hacer el proletariado si tuviera su Estado socialista y los crímenes que sí lleva a cabo el capital aplicando la fuerza de su Estado, la burguesía desarrolla sofisticados sistemas de alienación de masas, de telecontrol ideológico, de vigilancia preventiva y de represión selecta, para terminar en la contrainsurgencia terrorista de masas guiada por especialistas en la guerra cognitiva.
En 1968 – 1975 estos y otros instrumentos de dominación no estaban tan desarrollados como ahora, y los más recientes, los creados para reprimir la Gran Crisis de 2007 y dentro de ella para idiotizar a las masas alienadas para que apoyen a la OTAN y a los ucronazis, a Estados Unidos, al genocidio sionazi y otras atrocidades «civilizadas», como la traición al pueblo saharaui por el gobierno español, no existían excepto en sus bases iniciales de la vieja pedagogía del miedo, del terror, tan vieja y actual como la existencia de la explotación social. Txiki y Otaegi le hicieron frente con sus vidas enseñándonos que la praxis independentista es el gozne sobre el que la humanidad gira hacia el comunismo.
Llegamos así a la decisiva actualidad de su mensaje que va directamente en contra del soberanismo reformista, del «comunismo abstracto», del «marxismo estatalista» y de la amalgama progre que mezcla algunas reivindicaciones sin atacar la raíz de la opresión. Veamos cuatro puntos imprescindibles:
Hoy hay que demostrar al pueblo trabajador que no hay salida posible a la crisis sistémica desde dentro de las instituciones impuestas por el Estado y por el capital, que el estricto parlamentarismo legalista y pacifista solo beneficia al poder a medio y largo plazo aunque se le haya podido arrancar pequeñas concesiones al principio para dividir y desactivar luchas facilitando así la represión selectiva o brutal de quienes no se rinden. Excepcionalmente, la burguesía puede aumentar un tiempo las raciones de pienso que echa al pesebre del rebaño obrero, reduciéndolas después.
Hoy hay que impulsar la coordinación y autoorganización del pueblo trabajador nucleado por el proletariado e internamente conectado con el necesario partido comunista vasco que dirija la lucha hacia la República socialista y su Estado obrero basado en el pueblo en armas. Si en 1968 – 1975 esta estrategia era la única que podía impedir tanto la continuidad del franquismo reformado como la posterior monarquía militar, ahora es la única que puede movilizar fuerzas vascas e internacionales que derroten la marcha a la Tercera Guerra Mundial lanzada por el imperialismo y apoyada por la burguesía vasca.
Hoy hay que llevar a su plena fusión la dialéctica entre, por un lado, la lucha diaria por la independencia nacional de clase y, por otro, la lucha también diaria por el antiimperialismo y el internacionalismo proletario. El contexto mundial es ahora más tenso, complejo e inestable que el de 1968 – 1975 por lo que es vital enlazar las acciones vascas con las internacionales: por ejemplo, mostrar que la lucha por la destrucción del ente sionista llamado «Israel» es la misma que la lucha por la destrucción de los entes reaccionarios llamados Unión Europea y Estados español y francés; exactamente lo mismo con respecto a las fuerzas represivas franco-españolas y a la OTAN, o a la dictadura real, cotidiana, del capital «vasco» y la del capital transnacional.
Hoy es imprescindible adecuar a las necesidades actuales el principio de interacción de las formas tácticas de lucha de entonces, conociendo cómo funcionan las represiones en la actual sociedad burguesa para calibrar qué tácticas han de priorizarse o relegarse según los principios de la dialéctica entre fines y medios, entre objetivos históricos, estrategias y tácticas. Pero hoy sigue siendo tan incuestionable como entonces la explicación entre el proletariado y el pueblo trabajador del derecho/necesidad a la revolución.
5 de septiembre de 2025
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Notas
1. Mario del Rosal-Javier Murillo: Treinta años de estancamiento salarial en la Unión Europea, 20 de septiembre de 2023 (https://nuevarevolucion.es/treinta-anos-de-estancamiento-salarial-en-la-union-europea/).
2. Manuel Y. Gómez: Retroceso del poder adquisitivo, 11 de enero de 2013 (https://elpais.com/economia/2013/01/11/actualidad/1357923756_832900.html).
3. Sergio Delgado: Una gráfica que define a España: los salarios llevan 30 años estancados, 16 de junio de 2025 (https://www.elblogsalmon.com/economia/grafica-que-define-a-espana-salarios-llevan-30-anos-estancados-subidas-bajadas-pa).
4. Mario del Rosal-Javier Murillo: Treinta años de estancamiento salarial en la Unión Europea, 20 de septiembre de 2023 (https://nuevarevolucion.es/treinta-anos-de-estancamiento-salarial-en-la-union-europea/).
5. Manuel Y. Gómez: Retroceso del poder adquisitivo, 11 de enero de 2013 (https://elpais.com/economia/2013/01/11/actualidad/1357923756_832900.html).
6. Sergio Delgado: Una gráfica que define a España: los salarios llevan 30 años estancados, 16 de junio de 2025 (https://www.elblogsalmon.com/economia/grafica-que-define-a-espana-salarios-llevan-30-anos-estancados-subidas-bajadas-pa).