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Europa :: 05/11/2025

La paz de la Machado y el belicoso premio nobel de la paz de Trump

Salvatore Bravo
Las gramáticas de los maestros quedan al descubierto.

El 10 de octubre, María Corina Machado recibió el premio nobel de la paz (intencionalmente en minúscula). El premio era codiciado por Trump, y Machado se lo dedicó. El Premio Nobel fue otorgado a una representante de la burguesía oligárquica venezolana que intentó derrocar al gobierno de Chávez en 2002. El Occidente relativista sin duda tiene serios problemas con las definiciones. La paz es un misterio trágico y doloroso, cuando se piensa y se observa desde la perspectiva de Machado. El misterio se adentra en el abismo, considerando que la ganadora del Premio Nobel telefoneó a Benjamín Netanyahu para declarar, con admiración, su apoyo a la operación en Gaza contra HAMAS.

Nos encontramos, por lo tanto, en una realidad que ha desbordado los límites de la ética, en la que las palabras ya no tienen significado y las instituciones son la encarnación terrenal de los cínicos intereses de las plutocracias. A medida que los principios éticos y los fundamentos de la lógica humana se derrumban, nos dirigimos hacia el Apocalipsis. La masacre genocida de cientos de miles de muertos, en su mayoría mujeres y niños, se considera «paz», por la cual la ganadora del Premio Nobel felicitó a Netanyahu, ajeno al valor ético del galardón.

Gaza aún arde entre escombros y cuerpos en descomposición, y todo esto se considera «paz». Resulta evidente que el Comité Nobel designado por el Parlamento noruego para otorgar el prestigioso premio no se guía por ningún principio ético, sino por la lógica de los poderosos. Hasta aquí, nada nuevo, pero lo que sí es absolutamente innovador es la ostentosa negación de todo principio racional ante el mundo. Los amos de la tierra, como se perciben a sí mismos, ante la derrota, reafirman su dominio del orden del discurso y del planeta. Sus falacias quedan al descubierto, demostrando su poder para decretar que «la paz es la guerra y la guerra es la paz». El mundo nos observa; más allá del alambre de púas de Occidente yace un planeta en constante movimiento.

Imaginemos la reacción de una persona no occidental al ver el Premio Nobel otorgado a una aristócrata venezolana que, tras recibirlo, en lugar de defender la paz y a los más vulnerables, optó por la guerra el 22 de octubre con su llamada telefónica al primer ministro del régimen israelí, Benjamín Netanyahu. La concesión del Premio Nobel a Machado tiene, por lo tanto, una evidente significación política, pero, aún más importante, denota el estado de decadencia en el que se encuentra Occidente, aferrándose cínicamente a un doloroso sueño de omnipotencia ya superado por la historia.

Una política deshumanizada y carente de sentido histórico no es más que un cálculo siniestro incapaz de comprender la dialéctica histórica. En este contexto, Occidente se aísla del mundo y se desvincula de la humanidad, dando paso a un largo período de tragedias evitables en el que los primeros en caer serán los más inocentes. Si persistimos en este absurdo, tarde o temprano tendremos que afrontar los fantasmas que hemos invocado. El Premio Nobel, por lo tanto, forma parte de un sistema de poder que aún se cree con derecho a determinar la verdad y la mentira según los intereses de las oligarquías. El pueblo solo debe obedecer y aplaudir.

Para los oligarcas, el pueblo es plebeyo, y por ende, se le puede hacer creer que la guerra es la paz. Esta es nuestra terrible condición, nuestra Noche de Walpurgis. En tiempos tan extremos, la irracionalidad del mal no debe llevarnos a la desesperación; al contrario, debemos dar testimonio de la transparencia de la bondad con palabras, acciones y muestras de solidaridad. Es la única manera de vencer a los fantasmas que parecen estar ganando terreno.

Dar testimonio de la racionalidad de la bondad es hoy una urgencia ética a la que están llamados todos los hombres y mujeres de buena voluntad. Un hecho es innegable: el Premio Nobel carece por completo de credibilidad; es simplemente uno de los muchos premios con los que el poder bendice a sus vasallos y declara sus guerras.

https://blog.petiteplaisance.it. Traducción: Carlos X. Blanco.

 

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