
Y es cierto si lo vemos sólo desde la perspectiva del momento, pero no lo es si lo consideramos a más largo plazo. Las administraciones estadounidenses anteriores no premiaban las capacidades de la gente sin importar su origen étnico, sino que respondían a los criterios woke. En el plano internacional, Trump se lanza a controlar Gaza, como lo hicieron las administraciones estadounidenses anteriores en esa misma parte del mundo. Sólo que ahora es a la inversa, Trump tiene razón a largo plazo pero no la tiene en el momento presente. La Casa Blanca está tratando quizás de hallar la vía "jacksoniana" para salir de la trampa del Medio Oriente.
Para celebrar en 2026 el 250º aniversario de la Declaración de Independencia, mediante la cual las Trece Colonias se separaron del Reino Unido, el 4 de julio de 1776, Trump tiene en proyecto un arco del triunfo que será para Washington la mayor realización arquitectural que dejará él en la capital de los EEUU de América.
Al mismo tiempo, siguiendo otra directiva presidencial, el Departamento del Tesoro planea emitir una moneda conmemorativa de 1 dólar con la efigie de Trump y la inscripción In God We Trust ("En Dios confiamos").
En efecto, el programa de la administración -Make America Great Again- sigue fundamentalmente la trayectoria histórica en la que, tanto en el plano interno como el ámbito internacional, se ha basado la "grandeza" de EEUU.
En el plano interno, los actos de la administración Trump llevan claramente la impronta del "supremacismo blanco". Así lo confirman los hechos: el despido de los funcionarios gubernamentales negros (de los 98 que había en los más altos cargos de la administración hoy sólo quedan 2); la reforma del Programa de Acogida de refugiados, que ahora da la preferencia a los blancos, en particular a los sudafricanos blancos herederos del apartheid que dicen ser perseguidos; la implacable cacería y persecución desatada contra los inmigrantes "irregulares", provenientes casi todos de Latinoamérica, Asia y África.
De la reacción popular que esta política está suscitando en EEUU se están aprovechando los demócratas, que han ganado las elecciones para los puestos de gobernador en los Estados de Virginia y New Jersey, así como la alcaldía de Nueva York. Zohran Mamdani se convierte así en el primer alcalde de Nueva York, con un programa de reclamos sociales y económicos en gran parte análogo al que llevó a la Casa Blanca al demócrata Barack Obama (de origen africano), de 2009 a 2017, con Joe Biden como vicepresidente. Fundamentalmente, los aspectos internos de aquel programa de Obama no pasaron del papel a la práctica, mientras que en la política exterior la administración Obama hizo exactamente lo contrario de lo que el Obama candidato había prometido, promesas que le valieron recibir el premio Nobel de la Paz cuando a penas acaba de llegar a la Casa Blanca.
Siguiendo el recorrido histórico que hizo la "grandeza" de EEUU en el plano internacional, la administración Trump apuesta por la fuerza militar para mantener el predominio que Occidente está perdiendo y también para preservar el lugar de EEUU por encima de sus vasallos occidentales.
En el marco de esa estrategia -que se centra en la confrontación, incluso nuclear, con Rusia y China- están las operaciones militares que EEUU realiza actualmente. Entre esas operaciones militares está el despliegue masivo de tropas y de medios militares estadounidenses en la región del Caribe, apuntando contra Venezuela, en un intento de poner nuevamente en la órbita estadounidense ese país, que posee las mayores reservas comprobadas de petróleo del mundo entero; la preparación de una intervención militar en Nigeria, bajo el pretexto de "proteger a los cristianos", pero en realidad para reconquistar una región altamente valiosa, por sus materias primas (petróleo, uranio, oro, etc.), región en la que EEUU y Francia tuvieron que marcha atrás bajo la presión de los movimientos independentistas.
Esa misma estrategia determina el intento de Trump de obtener de las Naciones Unidas un mandato de al menos 2 años para el envío de una "Fuerza Internacional de Estabilización" a la franja de Gaza, oficialmente para «garantizar, en colaboración con Israel, el proceso de desmilitarización, entrenar y apoyar al personal de policía palestina, proteger a los civiles y garantizar la seguridad de los corredores humanitarios».
De esta manera, EEUU, después de haber armado y apoyado al régimen israelí en una serie de guerras en el Medio Oriente -en una operación similar a la del 11 de septiembre de 2001, que sirvió como pretexto para invadir Afganistán y posteriormente Irak-, se presenta ahora como una fuerza pacificadora y estabilizadora con el plan de Trump, mientras que el régimen sionista prosigue el genocidio contra el pueblo palestino en la franja de Gaza y en Cisjordania, plan cuyo verdadero objetivo es apoderarse de Gaza y convertir ese territorio en una lujosa «Riviera del Medio Oriente».
Red Voltaire