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Medio Oriente :: 16/11/2025

El paradigma de Abdullah Öcalan, el Movimiento de Mujeres y la transformación del PKK

Movimiento de Mujeres de Kurdistán en Abya Yala
La transformación del PKK debe leerse no como un cambio organizativo, sino como una transformación filosófica y social

El Movimiento de Liberación del Kurdistán nace en el Oriente Medio, en las tierras de la Mesopotamia. El pueblo kurdo, uno de los mas antiguos del mundo, es un pueblo originario con una fuerte tradición de resistencia y lucha. Des de la época del Imperio Otomano hasta el día de hoy a sobrevivido al genocidio, la asimilación, la criminalización de los estados-nación que ocupan el territorio. Es un pueblo sin Estado, dividido entre fronteras impuestas --Turquía, Siria, Irán e Irak--, pero unido por una identidad común, una lengua, una memoria colectiva y un sueño compartido: vivir libres en sus propias tierras. Más que una lucha nacionalista, el movimiento kurdo ha evolucionado hacia una propuesta política y filosófica que cuestiona las estructuras de poder patriarcales, coloniales y estatales. Inspirado en las ideas de Abdullah Öcalan, líder histórico del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), el movimiento abrazó el paradigma del confederalismo democrático: una forma de organización social basada en la autonomía local, la ecología, la justicia social y, sobre todo, la liberación de las mujeres.

Las mujeres kurdas han tenido un papel central tomando responsabilidad como combatientes, pensadoras, organizadoras y líderes comunitarias, comprendiendo que no pude existir la libertad de los pueblos sin la liberación de las mujeres. El Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) fue fundado el 27 de noviembre de 1978, en un pequeño pueblo llamado Fîs, cerca de Diyarbakir, en el sureste de Turquía. Su nacimiento no fue un hecho aislado, sino la culminación de años de fermento político, de búsqueda ideológica y de resistencia frente a la negación sistemática de la identidad kurda por parte del Estado turco. Durante décadas, tras la fundación de la República de Turquía en 1923, la existencia misma del pueblo kurdo fue prohibida. Su lengua fue silenciada, su cultura reprimida, y su nombre borrado de los mapas oficiales. Ser kurdo se convirtió en un acto de resistencia. En ese contexto de asimilación forzada, pobreza rural y represión política, surgió una nueva generación de jóvenes que buscaban transformar la realidad desde las raíces. Entre ellos se encontraba Abdullah Öcalan, conocido como Apo, estudiante de ciencias políticas en Ankara, que comenzaba a organizar a compañeros universitarios en torno a la idea de liberar al pueblo kurdo mediante una revolución popular. Asistieron alrededor de 20 militantes, hombres y mujeres, que redactaron los primeros documentos ideológicos del movimiento.

El PKK se definía como un partido marxista-leninista, comprometido con la independencia del Kurdistán y la creación de una sociedad socialista basada en la igualdad de clases y la justicia social. Poco después, los fundadores se dirigieron a las zonas rurales del Kurdistán turco para organizar al campesinado y construir las primeras redes de apoyo popular. En 1980, tras el golpe militar en Turquía, la represión se intensificó brutalmente, y el PKK se vio obligado a trasladar sus bases a Líbano y Siria, donde estableció campamentos de entrenamiento. Desde allí, en 1984, el partido inició su lucha armada con el objetivo de liberar el Kurdistán de la dominación turca.

Sin embargo, con el paso del tiempo, y especialmente desde la captura de Abdullah Öcalan en 1999, el PKK evolucionó ideológicamente. Abandonó el objetivo de crear un Estado-nación kurdo y adoptó el paradigma del confederalismo democrático, una propuesta de autogobierno basada en la democracia directa, la ecología y la liberación de las mujeres.

El Movimiento de Mujeres de Kurdistán, rumbo a la libertad

El Movimiento de Mujeres del Kurdistán es una de las revoluciones más profundas y transformadoras de nuestro tiempo. Nace en las montañas, en los pueblos rurales, en las cárceles, en los corazones de mujeres que comprendieron que la liberación de su pueblo solo sería posible con la liberación de las mujeres mismas. Su raíz se hunde en la historia de las kurdas que, durante siglos, resistieron el patriarcado impuesto por los Estados y por las tradiciones. Pero su forma actual comenzó a tomar fuerza en los años ochenta, dentro del marco del Movimiento de Liberación del Kurdistán y del PKK, cuando las mujeres empezaron a organizarse de manera autónoma. Bajo la influencia de Abdullah Öcalan, quien declaró que "una sociedad no puede ser libre si las mujeres no son libres", las militantes kurdas transformaron la revolución kurda en la revolución de las mujeres. En los años noventa surgieron estructuras autónomas como la Unión de Mujeres Libres del Kurdistán (YAJK), y más tarde la Kongra Star y la KJK (Komalên Jinên Kurdistan), que articulan hoy la red de mujeres en todo el Kurdistán.

En el ámbito militar, la creación de las YJA Star (Unidades de Mujeres Libres), simbolizó una ruptura histórica: mujeres empuñando las armas no solo contra el Estado Islámico o la opresión turca, sino contra toda forma de dominación patriarcal. A día de hoy, el KJK (Sistema Confederal de las Mujeres) ha desarrollado una estructura donde las mujeres lideran procesos de autogobierno, educación, justicia y economía cooperativa. Han creado tribunales de mujeres, centros de formación política, cooperativas agrícolas y sistemas de co-liderazgo en los que todo cargo es compartido por un hombre y una mujer, garantizando la paridad real en las tareas de responsabilidad frente a la comunidad. El cambio no ha sido solo estructural, sino también cultural. La sociedad kurda ha comenzado a reinterpretar sus mitos, sus costumbres y su lenguaje. Se ha rescatado el rol, la sabiduría ancestral y el espíritu de las mujeres de la historia. La educación política impulsada por las mujeres del movimiento ha permeado a nuevas generaciones, produciendo un proceso de despatriarcalización colectiva. El Movimiento de Liberación del Kurdistán, es un Movimiento de Mujeres.

Sobre el cambio de paradigma

La evolución intelectual de Abdullah Öcalan no representa únicamente la transformación estratégica de un líder político, sino también la reconstrucción filosófica de las búsquedas de libertad social en el Oriente Medio moderno. Desde 1999, en los textos que redacta durante su encarcelamiento, Öcalan cuestiona la concepción revolucionaria centrada en el Estado-nación y propone en su lugar un modelo social ético, ecológico y basado en la liberación de la mujer: la Paradigma de la Modernidad Democrática. Esta propuesta se erige como alternativa frente al carácter jerárquico y estatalista de la modernidad capitalista, y plantea un modelo de confederalismo democrático sustentado en la autogestión de los pueblos. En la perspectiva de Öcalan, el Estado-nación no es únicamente una forma de organización política, sino un sistema moderno de dominación que destruye la naturaleza social. Según él, el Estado-nación es la fortaleza ideológica del capitalismo: individualiza a la sociedad, subordina a la mujer y mercantiliza la naturaleza. Por ello, la revolución no puede consistir en la conquista del Estado, sino en la reconstrucción del tejido social sobre principios ético-políticos. De este modo, Öcalan critica las prácticas estatistas y centradas en el poder del socialismo real, redefiniendo el concepto de revolución desde las dimensiones culturales y morales de la transformación social.

La Modernidad Democrática, propuesta por Öcalan, defiende tres principios fundamentales frente a los tres pilares de la modernidad capitalista (el Estado-nación, el industrialismo y el capitalismo): Sociedad democrática (la voluntad popular y las asambleas locales), Equilibrio ecológico y la Liberación de la mujer. En este sentido, el Confederalismo Democrático se concibe como la superación del Estado-nación. Reconoce la diversidad cultural, étnica y social por encima de las fronteras nacionales. Este sistema ha encontrado una expresión práctica en las experiencias de autogobierno de Rojava (Norte y Este de Siria).

Sobre el proceso en la actualidad

Tras más de cuatro décadas de conflicto armado con el Estado turco, el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) anunció oficialmente su disolución y el abandono de la lucha armada. El proceso comenzó meses antes, cuando Abdullah Öcalan, guía histórico del PKK encarcelado desde 1999 en la prisión de alta seguridad de Imrali, envió un mensaje en febrero del 2025 llamando a su organización a "al cese de la lucha armada y buscar una solución política". Desde su celda, Öcalan insistió en que la fase de la confrontación militar debía dar paso a una etapa de diálogo y construcción democrática. Pocos días después, el PKK respondió al llamado declarando un alto el fuego unilateral.

Para Abdullah Öcalan, la forma más antigua de colonización en la historia es la esclavización de la mujer. El sistema patriarcal no solo determina las relaciones de género, sino también las estructuras de poder y propiedad. La transformación ideológica del PKK desde la década de 1990 refleja esta comprensión. Öcalan define a la sociedad como una entidad ética y política. La sociedad democrática es aquella donde los individuos dejan de ser consumidores para convertirse en sujetos activos, participando directamente en los procesos de toma de decisiones. En este modelo, la política no es una lucha por el poder, sino la organización moral de la vida común. El paradigma de Abdullah Öcalan ofrece una nueva orientación teórica a las luchas por la libertad, no solo del pueblo kurdo, sino de todos los pueblos del Oriente Medio contemporáneo.

En este sentido, la transformación del PKK debe leerse no como un cambio organizativo, sino como una transformación filosófica y social. La modernidad democrática, en palabras de Öcalan, significa un "retorno a la conciencia histórica de la humanidad": un esfuerzo por restablecer la libertad, la justicia y el equilibrio social en los planos tanto políticos como éticos. Desde esta perspectiva, la modernidad democrática es la forma de vida de las sociedades ancestrales, con raíces que se remontan a decenas de miles de años. Rescatar esa sabiduría, organizar y poner en práctica esta memoria histórica se convierte en una tarea esencial para la construcción del confederalismo democrático tanto en Oriente Medio como en el mundo entero.

 

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