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Estado español :: 13/10/2003

Violencia de género para principiantes

Inés Arcia

Cuando me pongo a leer los titulares de los periódicos muchas veces encuentro algo que me llama la atención y después de leer el articulo me da cierta envidia. Algunos escriben cada cosa que dan ganas de llorar o de salir corriendo. Y encima cobran.

El pasado viernes 3 de octubre en El Mundo me encontré con una joya literaria escrita por un tal Manuel Hidalgo intitulada "Violencia de genero". Empieza diciendo que esta "expresión" no le gusta nada porque tiene una "inequívoca raíz feminista radical" y considera que es tan equivocada como hablar de "violencia de raza" (los magrebíes y los subsaharianos, para él son una raza") o violencia de etnia o de religión (en este caso utiliza como ejemplo de etnia a los serbios y de religión a los israelíes). En el medio de todo este cacao mental habla de la violencia de clase pero no se refiere a la violencia de clase que ejercen los explotadores sobre los explotados sino a la que deberían ejercer los pobres sobre los ricos, algo que hasta él reconoce, lamentablemente no es cierto (el lamentablemente es mío).

Manolito (sospecho que es el tendero amigo de Mafalda que ahora está currando de periodista en un "periódico de tirada nacional") dice que hablar de violencia de género implica decir que hombre o varón es lo mismo que violento en potencia, asesino o maltratador.

Vamos a ver Manolito. Para empezar no conozco a nadie que diga eso porque dicho así seria una total estupidez. Cuando las amas de casa feministas radicales como yo denunciamos la violencia de género nos referimos a que el mundo está dividido desde hace unos cuantos siglos en explotadores y explotados (eso que el barbudo, como lo llama Haro Teclen, denominaba clases sociales). El progreso, el desarrollo de las fuerzas productivas, las telecomunicaciones y todo lo demás han conseguido que después de bastante tiempo en la inopia algun@s nos hayamos dado cuenta de que la sociedad está también dividida en dos grandes colectivos, según sea su sexo al nacer. Esta división (masculino para los hombres y femenino para las mujeres) ha configurado estereotipos basados en una escala de valores diferentes y jerarquizados. Esto, aceptado como un hecho natural, ha sido transmitido de generación en generación desde las instituciones más próximas (familia, escuela, barrio) y del entorno social en su conjunto. Así, al género masculino se lo ha formado y se lo forma en una serie de valores, actitudes, comportamientos, capacidades y conductas que lo encaminan a desempeñar un rol social dirigido al mundo público, con un trabajo remunerado, en los ámbitos académico, profesional, laboral, científico, tecnológico, político, económico, etc. En cambio al género femenino se le fomentan otras capacidades, valores, actitudes, comportamientos y conductas que le permitirán desenvolverse en el ámbito de lo privado y doméstico. La mujer desarrolla la afectividad, la entrega, la sumisión, la debilidad, la ternura, la compresión, la dedicación y la intuición para poder saber qué es lo que necesitan las personas que hay a su alrededor y así adelantarse a cubrir sus necesidades... desempeñando en la mayoría de las ocasiones un trabajo no remunerado que conlleva una dependencia económica de otra persona. El hombre desarrolla la impetuosidad, liderazgo, valentía, competitividad, agresividad, protagonismo, seguridad, independencia para que pueda dirigir multinacionales, bombardear países, ir de reunión en reunión por los foros internacionales, salir en la tele y cobrar una pasta.

El sistema sexo-género tiene su origen en la división sexual del trabajo, un aspecto más del sistema económico y político capitalista patriarcal y explica por qué está gestionado mayoritariamente por hombres y hecho a su medida y semejanza. A pesar de que cada vez cobra más fuerza la teoría de que el sexo es una circunstancia física y el genero es adquirido las mujeres sólo pueden acceder al poder para seguir gestionando el mundo como se ha venido haciendo hasta ahora, para lo que hace falta adoptar y desarrollar las capacidades masculinas y reprimir las femeninas. Esas mujeres que pertenecen a las clases dominantes y que carecen de conciencia de género son la excepción que confirma la regla en la sustentación del sistema.

Resumiendo, le guste a Manolito o no, lo cierto es que los explotadores suelen ser hombres que vienen organizándonos la vida a todos los explotados y dentro de esa explotación general hay una particular que se expresa en la discriminación, desigualdad y violencia que sufrimos las mujeres. En un sistema basado en la explotación de los trabajadores y la represión de los que se revelan, esta es la parte "macro". La parte "micro" se expresa dentro de nuestras casas y un indicador es la enorme cantidad de mujeres maltratadas, abusadas y asesinadas por sus parejas, sus padres, sus hermanos en todo el mundo, infinitamente mayor que el número de hombres, niños y ancianos en la misma situación.

No es políticamente correcto asociar a la mayoría de los individuos del género masculino con violento o maltratador. Tampoco gusta que se relacione a Bush y Aznar con terrorismo de estado, explotación, corrupción, prepotencia, injusticia. Pero esto es lo que hay. Los oprimidos del mundo cada vez tienen menos recursos para defenderse de la violencia capitalista, de ahí que algunos pueblos utilicen chicos y chicas bomba para defenderse de los misiles inteligentes. Manolito argumenta que las mujeres también somos malas y que cuando no podemos propinar un guantazo, ejercemos una "violencia psicológica insoportable" sobre ellos. Es cierto, a veces puteamos a nuestros jefes y a nuestras parejas, les servimos la comida fría y no les planchamos las camisas. Cuando estamos muy pero muy hartas les ponemos un poco de veneno en el café. La violencia de los de arriba genera la violencia de los de abajo y los oprimidos tenemos derecho a defendernos. Por todo esto es que hace falta tener no sólo conciencia de clase sino también conciencia de género y me temo que esto es indispensable para que algún día podamos cambiar las cosas.

Especial para La Haine y Cádiz Rebelde

 

Enlace al artículo: https://www.lahaine.org/dT8