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Estado español :: 15/07/2006

Capitalismo frente a cultura: acabando con todo tipo de oposición

Diego Farpón
Ya no volverá Oliver Stone a nuestra ciudad. Ni volverán los Diarios de motocicleta. Tampoco lo harán el cine latinoamericano ni el asiático. Cae el centro urbano histórico de Alicante y no lo hace solo: con él arrastra la cultura. La poca cultura cinematográfica alternativa e independiente que nos quedaba.

Ya no volverá Oliver Stone a nuestra ciudad. Ni volverán los Diarios de motocicleta. Tampoco lo harán el cine latinoamericano ni el asiático. Cae el centro urbano histórico de Alicante y no lo hace solo: con él arrastra la cultura. La poca cultura cinematográfica alternativa e independiente que nos quedaba.

Desaparece el cine alternativo, ese cine que, a falta de dólares, utiliza horas de sueño y de esfuerzo, pocas veces reconocido, para salir adelante. Desaparecen las películas con protagonistas desconocidos y sin acento norteamericano. El cine Astoria cierra sus puertas.

Era algo esperado. Las salas y las pantallas pequeñas, propias de un cine con más de 27 años de historia, no han podido resistir eternamente el envite capitalista. Que la entrada costase la mitad que en el resto de los cines no ha sido suficiente.

Era algo esperado. La popular Ruta de la madera era herida de muerte hace unos días cuando tiraban abajo el Ávalon, el último pub alternativo y con precios realmente bajos. Allí se cantaba contra el capitalismo. En su lugar construirán una gran torre de edificios. Ahora, apenas pasado tiempo, desaparece la oferta alternativa cinematográfica.

La presión del capitalismo, que destruye toda alternativa ideológica y, por extensión, de cultura y de ocio, se hace en estos días más evidente que nunca. Ahora nos quedan pubs con canciones cuyas letras son incomprensibles, precios por las nubes y mentiras por marcas. También quedan las grandes superficies comerciales con cines en los que proyectan efectos especiales a falta de historias que contar. Para el capitalismo, ocio y cultura son sinónimos de negocio.

Ahora nos queda la libertad, esa tan pregonada por el sistema, de elegir a qué centro comercial acudir, a qué pub, para encontrarnos en todos ellos las mismas personas y personalidades, las mismas películas, la misma música e idénticas canciones. Nos han robado los cines, nos han robado un pub, y con ellos nos roban, sin que nos demos cuenta, nuestra libertad.

kaosenlared

 

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