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Madrid :: 09/11/2006

Ocupación como herramienta subversiva: Viejos errores de los que aprender. La casa del lago

Pensamiento crítico destructivo
Me dirijo a hacer un análisis reflexivo que, a partir de un hecho vivido de cerca, -el desalojo del CSOA La casa del lago- se proyecte a establecer una reflexión autocrítica de la forma de desarrollar un centro social ocupado de manera subversiva.

Son hechos parecidos al comentado los que compararé, para establecer una serie de errores comunes que deberíamos dejar de repetir al desarrollar proyectos autogestionados que pretendan ser revolucionarios, constituyéndose como medios y no como fines en sí mismos.

Desde la práctica totalidad de la historia de las ocupaciones en el Estado, todos los proyectos han desarrollado un sistema del que nos queremos deshacer, debido a sus problemas y contradicciones de base. No por ello eliminaremos todos los errores y todas las contradicciones en nuestros proyectos, pero al menos intentaremos disparar en la dirección correcta. La crítica es necesariamente destructiva, para desde sus cenizas, realizar una labor de nueva construcción de la lucha, la lucha que queremos llevar a cabo.

La casa del lago: auge y declive de nuestra comunidad ideal

En torno a mayo de 2005, dos colectivos políticos de getafe (Madrid) con ideas diferentes logran ponerse de acuerdo, después de varias asambleas coordinativas que tenían como fin ocupar, y ocupan la casa del lago después de unos extraños sucesos con la gente que vivía dentro desde hace 8 años.

Se crea una asamblea y se establece como tarea primordial el acondicionamiento del sitio (destrozado por la dejadez de sus antiguxs inquilinxs). Se limpia el recinto, se cortan árboles que afectaban a la estructura de la vivienda, y se crea un sitio limpio con un número reducido de personas viviendo dentro. El entusiasmo inicial, así como el elevado número de personas que colaboran con esa tarea, logran que dichos trabajos se realicen en un tiempo record.

En las asambleas, se empieza a discutir unos estatutos consensuados entre los dos grupos. Uno de ellos ya había presentado unos, pero las tareas de limpieza y la presentación de cara a lxs vecinxs a modo de bandos y octavillas, se imponen al debate sobre las bases en las que funcionar (un primer error, sin duda).

Las actividades se deciden posponer hasta que el sitio quede totalmente acondicionado, (un segundo error que conseguimos solventar insistiendo). De esta manera, empezamos a proyectar documentales, hacer charlas, e incluso un concierto sin drogas en junio al que se opone una gran parte de la asamblea.

En verano mucha gente se marcha y las actividades se limitan a proyecciones de cine y acondicionamiento del espacio. Pero a finales de agosto, el ritmo vuelve al centro y se retoman los debates para fijar unos estatutos comunes. Varios conflictos centrales aparecen: subvenciones y grupos subvencionados; dietas veganas; cobrar por conciertos; falta de afinidad e intereses comunes, etc. Se decide empezar a cortar el alcohol como forma de financiación (un primer gran acierto). Los estatutos se cierran para hacer una presentación en octubre: los grupos subvencionados sólo entran en el caso de no ser proyectos políticos.

Unos días después de la presentación, la policía entra en el recinto y divide la finca en dos, alegando que la casa que no utilizábamos sería demolida por seguridad. La tensión empieza a crecer y se nota en las caras y en las asambleas, las cuales se hacen cada día, algunos días hasta dos veces. La respuesta de gente de fuera es grande y la policía retrocede hasta la puerta (no tienen nada que perder), durante un mes se suspenden algunas actividades que comprometerían al centro y su perdurabilidad, o que provocarían un desalojo inminente y violento, según opinaban algunxs (incluido el abogado del centro). Algunas personas abandonan la asamblea y se proyectan actividades políticamente vacías para aparentar un funcionamiento intenso pero moderado para vecinxs y policías.

Un mes después del primer intento, la policía vuelve, cierra el recinto y varias personas quedan encerradas dentro de la casa. Nadie puede entrar ni salir. Se hacen continuas vigilias fuera para evitar un desalojo. Las fuerzas de la gente van agotándose y los nervios afloran. Son días muy chungos, física y psicológicamente, en los que mucha gente abandona. Finalmente, el día 9 de diciembre, la policía entra a las 5 de la madrugada, rompiendo puertas y ventanas, y demoliendo las dos estructuras de la finca. Las personas que se encontraban dentro salen por el tejado y son identificadas y expulsadas del recinto. La actuación policial es normal: violenta, desproporcionada, injusta, y en este caso, saltándose su propia legalidad.

La casa del lago no fue nada más ni nada menos que lo que son la mayoría de las ocupaciones. Y como todas ellas después y de su desalojo, se sobreestimó su labor y se utilizó de manera partidista. La casa del lago no despertó a más gente para que se decidiese por cambiar lo establecido, sólo consiguió que alguna gente se acercara a fiestas y guateques, y que mucha otra gente lo utilizase políticamente para recriminar a lxs gobernantes su labor y pedir responsabilidades.
Otros ejemplos a evitar

Desde los años 80, la ocupación se ha desarrollado -no sólo en España, sino en toda Europa - entre estos cauces que queremos abandonar: plataformismo, ocupación como fin en si mismo, estatismo, asistencialismo, espectacularidad, especialización y división de roles y tareas, recuperaciones, intentos de legalización, la falsa autogestión...trataremos de explicarlas brevemente:

- El plataformismo se basa en construir una lucha común, en la que prima lo cuantitativo a lo cualitativo. La diversidad política de los grupos e individuos obliga a buscar consensos y términos medios, cediendo en cada una de las posiciones. Las posiciones subversivas se corrompen para buscar la unión y la fuerza. Sus muestras las encontramos en el llamado Movimiento okupa, en las luchas anti-OTAN de hace años y las luchas antiglobalización actualmente, el antifascismo, etc. Es una posición de respuesta, que espera una nueva vuelta de tuerca para luchar contra algo. Nosotrxs, en contra del plataformismo proponemos tomar la iniciativa con quién y cómo queramos.

- El estatismo está relacionado con las plataformas y con concebir los espacios liberados como fines en si mismos. Se basa en una actitud conformista de paz social, donde no nos atrevemos a atacar y a llevar la iniciativa de nuestra lucha. El bienestar hace que nos olvidemos por qué luchamos y nos hace caer en la pasividad del centro social como medio de autocontrol social y concentración de todxs lxs que podríamos poner en aprietos a la socialdemocracia. Ejemplos de ello son los sindicatos, las asambleas universitarias o los sindicatos estudiantiles. Por contra, proponemos el ataque para conquistar nuestras peticiones, sin esperar.

- El asistencialismo se basa en emular las pretensiones de los centros estatales, centros cívicos, para el barrio, para jóvenes y viejxs... Busca dar un servicio a la comunidad local, entretenimiento, talleres, aprendizaje, ocupación, etc. Estos servicios se vacían de carga política subversiva y se cae en la dinámica del buen ambiente, lxs okupas buenos, la amistad de la opinión pública local, el vecinismo... Trataremos este tema profundamente más adelante.

- La especialización y división de roles reproduce los grandes males del delegacionismo y el funcionamiento tradicional del partido autoritario de síntesis. Proponemos la afinidad informal, la diversión interesada y la total horizontalidad como claves de un funcionamiento subversivo que evite caer en la asimilación de nuestra lucha por parte del Estado y sus sucedáneos.

- La caída en la espectacularidad ha sido practicada desde el inicio de las ocupaciones en la península y en el resto de países europeos. La conversión de centros en salas de conciertos y raves, las ruedas de prensa de ocupaciones madrileñas de los años 90, los desalojos televisados en las secciones de sucesos, todo ello supone la espectacularización, "llevada a cabo sólo para producir reportajes superfluos y de carácter contra-cultural, o como episodios de crónica negra...A través de la gran prensa, los espacios sociales han podido presentar a la gente la cara espectacular-asistencial, viendo censurado todo lo demás. Una mutilación significativa y no causal" . Eejemplos: El desguaze, kabo hasta hace muy poco, Minuesa, La rata, La guindalera...

- Otro viejo y odioso problema es el de la figura de lxs recuperadorxs. Grupos reformistas se han colado desde siempre en los espacios liberados, con la clara intención de ganar jóvenes adeptos. La izquierda, ya sea institucional o vestida de seda, ofrece la fuerza de la unión y la acción política para ganar puntos en un nuevo terreno. Ejemplos sobran: Izquierda Unida en las okupaciones de los años noventa en Madrid y Barcelona que mediaban y pedían la legalización de espacios ocupados; Las juventudes comunistas como portavoces y recogedorxs del movimiento ocupa; La Iglesia en espacios como La Barraka en Madrid, los grupos y partidos ecologistas socialdemócratas, la permisividad en las localidades gobernadas por Batasuna en el País Vasco...La legalización de espacios ocupados es una de las tareas de estos recuperadores, lo cual supone vaciar de contenido subversivo una herramienta esencialmente alegal, así como someterse a los cauces marcados por las leyes penales. El legalismo y los intentos de legalización, despenalización, etc. es un tema que trataremos con más detalle más adelante.

- La falsa autogestión es la práctica por la cual, diversos colectivos y centros sociales, invocando una sacrosanta autogestión como método de funcionamiento propio, en realidad practican la petición de ayudas estatales y municipales, "muchos CSA están más que dispuestos a una práctica comprometida con el poder, volviéndose interlocutores de la seguridad, el reconocimiento, las garantías, contratos, derechos y dinero. Especialmente si una institución (partidos de izquierda) los apoya...Pero lo que seguramente no se puede desarrollar en similares condiciones es la autogestión. La autogestión necesita de la libertad máxima para poder crecer" . Diversas plataformas invocan también a esta etiqueta de autogestión como manera de escapar de su verdadera naturaleza de cara al público, esta es la del funcionamiento del sufrido militante del partido. Nuestra propuesta subversiva es más divertida e informal, más interesada y afín.

La ocupación como medio, nunca como fin en sí mismo

La ocupación es un medio, nunca un fin, al menos si su objetivo pretende ser subversivo, es decir, si se erige como intento por cambiar las cosas de manera radical, desde la raíz del problema, aquí y ahora. Es un arma sobrevalorada que en realidad sólo ocupa una parcela más dentro de la infinidad de luchas en las que debemos participar.

La ocupación no es la comunidad perfecta y soñada en la que viviremos utópicamente. La ocupación es un robo y un ataque a través de su programa subversivo y revolucionario, no una comuna donde evadirnos y olvidarnos de actuar. La evasión se basa en concebir la ocupación como una comunidad donde sentirnos identificadxs y segurxs en nuestro maravilloso mundo, al margen de toda la maldad e injusticias que reinan al otro lado de las paredes. No podemos entender un centro social ocupado como un lugar perfecto, mientras fuera de nuestro espacio siga perpetuándose la injusticia del trabajo, del consumo, la autoridad o el capitalismo...

Concebir la ocupación como un fin es aceptar una postura conformista y cómplice con una máquina que arrasa el planeta y sus habitantes; es olvidar nuestras obligaciones para sentirnos bien momentáneamente en un mundo que sabemos que apesta. La ocupación como fin en si mismo es la adquisición de la comunidad ideal soñada en la que podemos dejar las puertas abiertas y confiar en nuestrxs vecinxs.

Sin embargo, todo proyecto político subversivo, todo proyecto que se precie anarquista y revolucionario, debe emplear las herramientas en aras de la aproximación al fin al que se dirige, o pretende hacerlo, esto es, la anarquía libre y salvaje.

Además, como todas las herramientas de lucha, la ocupación tiene sus errores y contradicciones. En la mayoría de los casos es necesario el uso del dinero y del comercio como medio para financiar el acondicionamiento, las actividades o la defensa legal del centro social. Al final, seguimos trabajando fuera para traer el dinero dentro, para que éste vuelva a salir antes o después y se siga perpetuando todo aquello que odiamos. Es por lo tanto un error, pensar que estamos ante un fin perfecto en el que evadirnos y desarrollar el llamado tejido social siempre pretendido y nunca visto. La ocupación es un medio más, no hay que sobreestimarlo ni rechazar su importancia, simplemente saber sus aciertos y errores para ir eliminando estos últimos sin querer comernos el mundo. Concibiendo un espacio como fin, lo que hacemos es crear un espacio de introyección, de autocontrol, de guettización. Pero eso no debe ser la ocupación, la ocupación debe ser un trampolín hacia nuevas luchas, un medio para apoyarnos y coger fuerza.

Autogestión: ¡subvenciones a la mierda!

La autogestión es el funcionamiento por el cual desarrollamos de manera autónoma nuestros proyectos. Se basa en hacer todo por nosotrxs mismos sin acudir a las instituciones estatales, sus ayudas o derivados; y huir del capitalismo, las empresas y el delegacionismo. También supone no colaborar con grupos que no se basen en métodos autogestionados, como partidos políticos, ONG's, sindicatos, asociaciones legales, grupos de música comerciales, etc.

Un centro social es su actividad, el medio es el mensaje , el espacio no tiene importancia alguna como fin en sí mismo. Al contrario, es un medio más para luchar de una manera concreta. Si las actividades que se realizan en un centro son organizadas por grupos no autogestionados, el centro no está desarrollando un funcionamiento tal, sino que se está limitando a seguir perpetuando el funcionamiento de las democracias, las jerarquías, los Estados y las empresas privadas. Todo ello es nuestro enemigo a abatir, por lo que, reproducirlo en nuestros espacios supone autodestruirnos y hacer que quienes nos someten se sigan riendo a nuestra costa.

¿De qué sirve un centro social autogestionado que no evita lo que se puede evitar? Los espacios liberados evitan -en la medida de lo posible - los males que vemos a diario, en todos los aspectos de nuestras vidas. En ellos no hay trabajo asalariado, sólo apoyo mutuo, interés y esfuerzo colectivo e individual por sacar adelante proyectos. En ellos no hay jerarquías, sino igualdad en su sentido más amplio, igualdad de decisión y participación política. En ellos no hay lucro, los beneficios se invierten exclusivamente en proyectos de la misma índole, esto es, autogestionados y antiautoritarios, no hay cabida para empresas, ni grandes ni pequeñas, ni musicales ni periodísticas ni de consumo responsable. No hay cabida para el sexismo, hay autodeterminación e individualismo sin coacción alguna del grupo.

De la misma manera, no debería haber cabida para el conformismo, la colaboración con nuestrxs enemigxs, el delegacionismo, el legalismo, y en general todas las prácticas que odiamos. La ocupación no es un fin a defender, sino un arma para atacar. Un arma más para poder atacar desde todos los frentes posibles.

En algunos espacios y proyectos se practica una falsa autogestión, ya que es una excusa que sirve para atraer a todo el espectro antiautoritario, cuando en realidad se practica la petición de ayudas a organismos estatales, la cesión de locales, la seguridad o la permisividad por parte de ayuntamientos progresistas, subvenciones, colaboración con grupos de música comerciales, etc. En otras ocasiones se negocia con ayuntamientos, se pacta con partidos políticos o sindicatos. Son prácticas trampa, pues la verdadera autogestión las niega a todas de raíz. Nuestra taréa es desenmascarar a estxs falsxs proyectos y plantar cara con nuestra autonomía.

Ahora con el miedo...

Una de las experiencias más intensas de mi vida fue estar dos semanas sumergido en el proceso que llevó al desalojo y demolición de la casa del lago. Es impresionante, observando con perspectiva, cómo las pequeñas diferencias, saltan con la más mínima presión. El proyecto se tira a la basura, las actividades se suspenden y las relaciones entre nosotrxs se hacen insoportables. Quejas, recordatorios, continuas y repetidas asambleas en las que se cambia por la tarde lo decidido por la mañana empiezan a mermar nuestra capacidad física y mental. En el lago se suspendieron actividades comprometidas que eran la esencia de un proyecto autónomo y alegal, pero lo peor es que fueron sustituidas por talleres apolíticos que trataban de acercarse a lxs vecinxs y mostrar de una manera falsa, que la actividad continuaba. Talleres de malabares, campeonatos de ajedrez, construcción de cajones flamencos... fueron las iniciativas "subversivas" que plantaron cara durante un mes a las amenazas de desalojo. Las jornadas subversivas, lxs punks y anarquistas, los conciertos, y en definitiva, lo que nosotrxs quisiésemos hacer, eran actividades prescindibles para evitar un desalojo que enterrase nuestra comunidad perfecta.

Esta clase de cesiones se sigue dando en multitud de centros sociales, eliminando la autonomía y la alegalidad pretendidas. Siempre se impone la lógica del peligro y del miedo sobre el pleno desarrollo de lo que pretendemos: un centro social y autogestionado al margen de las instituciones y del capitalismo. No tenemos permiso para nada y no pretendemos tenerlo, ni para hacer conciertos, ni para preparar comedores, ni para luchar a nuestra manera. Una cosa es usar un abogado para defendernos legalmente y otra muy diferente es hacer todo lo que el abogado nos diga que tenemos que hacer para no salirnos de la legalidad que queremos abolir.

Legalismo y legalización en un espacio expropiado a la legalidad

El legalismo, es un tema largo y encontramos debates desde casi el inicio de la ocupación tanto aquí como en otros países de Europa. Se olvida que los desalojos son medios legales y que la propiedad y el derecho no nos salvaguardan . En el lago, nada más conocer las intenciones de lxs gobernantes y la policía, se optó por una vía clara: la vía legal. En este camino lxs que nos reprimen tienen todas las de ganar. Quien hace la ley hace la trampa, y en este caso así fue. Dar una respuesta por los medios legales apaciguó una verdadera respuesta contundente y coherente con los principios que se promovían en el centro. Sin embargo, la misma asamblea realizó la labor policial apaciguando protestas más combativas, y su respuesta se limitó a reuniones con vecinxs y politicxs que de poco o nada sirvieron, y que sobretodo traicionaron la esencia autónoma de la autogestión pretendida. El otro tipo de respuesta fue judicial y el final fue cómico y muestra por qué no debemos llevar nuestra lucha por tales caminos: las denuncias contra la brutalidad policial el día del desalojo se desestimaron; y las denuncias contra el desalojo ilegal tuvieron como consecuencia la petición de un juez de paralización de la demolición del centro social, eso sí, un mes después de su demolición. Por otra parte, el proceso por lo contencioso administrativo se desarrolla en estos momentos y su utilidad se reducirá a la depuración de responsabilidades policiales o municipales, es decir, nada que nosotrxs queramos. Estas medidas llevaron a la desesperación de algunxs, y provocaron un par de acciones más contundentes, aunque igual de improductivas.

La ayuda letrada en centros sociales debe cumplir una función de autodefensa, pero no debemos olvidar que las leyes protegen a nuestrxs enemigxs, y que queremos destruirlas.

En el caso de los que optan por legalizar el centro, es decir, negociaciones que piden la expropiación y cesión del centro, sólo podemos decir que es uno de los grandes ejemplos de cómo el Estado es capaz de asimilar las luchas potencialmente subversivas. En Europa este modelo ha sido desarrollado en París, Berlín y otras ciudades Holandesas o Italianas. Su consecuencia directa es la asimilación del centro y la pérdida de la autonomía y autogestión; la consecuencia indirecta es que los centros que no adoptasen el modelo de la legalización, en cierta medida justificaban su desalojo debido a los pactos previos de los centros legalizados con el Estado y los ayuntamientos. Se crea una división entre buenos y malos que llega hasta la actualidad. En Madrid y Barcelona, durante los años 97 hasta el 99, hemos visto crear consejos para negociar una salida pacífica al conflicto de la ocupación. En el Parlamento catalán por ejemplo, varios grupos crearon una comisión para entablar diálogos que llevasen a la asimilación del movimiento okupa; en centros sociales como el Laboratorio en Madrid, las peticiones de cesión se lanzaban desde el propio centro a los políticos. En la actualidad se han dado cesiones a Seco, Eskalera Karacola y Laboratorio 3. Esta práctica es la pérdida de sentido de la ocupación, como herramienta alegal y revolucionaria. Supone negar la autonomía y la autogestión y pactar con quienes nos gobiernan. Si se tiene un proyecto subversivo, ocupación y legalización son términos contrapuestos e irreconciliables.

La asamblea como órgano problemático

Esto es un intento por abrir el debate sobre lo adecuado o inadecuado de seguir empleando las asambleas como método único de funcionamiento, así como por depurar y revisar sus procedimientos con el fin de encontrar la respuesta a la pregunta de si es la asamblea algo ideal e idóneo; o por el contrario se han quedado obsoletas en el contexto actual.

Varios problemas surgen en el funcionamiento asambleario. A menudo nos encontramos con que este medio no impide el desarrollo de actitudes autoritarias; con que la excesiva duración de algunas asambleas las hace insoportables; el protagonismo de unxs pocxs y el silencio de otrxs muchxs; el bipolarismo; o que las posturas "moderadas" o medias acaben por imponerse siempre como medio de consenso entre ese bipolarismo.

Las asambleas están hechas para grupos afines con unos límites políticos e ideológicos marcados, de manera que las negociaciones no supongan limitar el poder subversivo de una de las partes en conflicto. Dentro de dos posturas enfrentadas, la tibieza siempre triunfará como medida consensuadora entre las dos partes. Para salvaguardar la capacidad revolucionaria, los límites políticos deben estar marcados de manera muy clara. Un ejemplo sucedido en la casa del lago fue el siguiente: Una parte de la asamblea quería funcionar de manera autogestionada; otra quería que grupos subvencionados entrasen a participar. Entre estas dos posturas, y si se quiere llegar a un acuerdo mutuo, la única solución es una mezcla en la que los grupos no autogestionados terminarán participando, aunque sea poco, lo cual acaeció finalmente: grupos subvencionados entrarán, siempre que su actividad no sea política (como por ejemplo grupos artísticos). En la práctica, la colaboración con grupos subvencionados o empresas se realizó a medias. Diagonal hizo sus charlas, y las juventudes comunistas y CGT se acercaron a poner su mierda.

Las actitudes autoritarias se limitan en el asamblearismo, pero no se eliminan por completo. Nunca será lo mismo que hable una persona de 25 años que se expresa de manera correcta y persuasiva; a que hable un/x "niñatx" de 20 que quiere comerse el mundo, pero no sabe hablar en público. Hasta aquí esto es más o menos aceptable, pero cuando se otorga de manera tácita una confianza y estatus mayor a determinadas personas que saben consensuar y ser "moderadxs", que tratan de agradar a todas las posturas y llevar las riendas de la asamblea en todas las ocasiones, entramos en dinámicas monopolistas e incluso autoritarias dentro del asamblearismo. En la Casa del lago, unas cinco o seis personas dominaron este arte y supieron aprovecharlo a favor de intereses propios. La edad, la cantidad de tiempo y experiencia, la capacidad para expresarse y agradar a todxs... fueron transformadas en mayor poder de decisión, autoritarismo y desigualdad. Es una práctica que vemos en todas las asambleas. La solución pasa por depurar su funcionamiento y reglas; además de funcionar de manera afín, donde las decisiones y debates surgen de manera espontánea y natural.

Otras prácticas menos voluntarias son la excesiva duración de algunas asambleas. En este caso, en la Casa del lago pecamos de novatxs. Soporíferas reuniones para elegir el color de las habitaciones o los materiales ideales para una obra nos hicieron aprender y se crearon diversos grupos de trabajo que hacían más rápido el funcionamiento; otra asamblea para pedir actividades nos quitó gran parte del volumen de trabajo; pero los debates entre posturas difícilmente encontrables no se pudieron reducir. Los problemas: repetición de argumentos, la incapacidad para escuchar a lxs otrxs, la indefinición de horarios de comienzo y finalización estrictos, la diversidad de posturas acarreadoras de debates interminables, etc.

Para no acabar hartxs se deben fijar horarios (no más de 2-3 horas), se deberían hacer cursos para aprender a expresarnos y entendernos mejor, fijar órdenes del día si es posible con anterioridad o fijos (con apartados en orden), evitar repetir argumentos, evitar caer en descalificaciones personales, etc. Hace poco, un compañero en una charla sobre ocupación apuntó que es posible que necesitáramos nuevas dinámicas que convirtiesen en la asamblea en algo verdaderamente igualitario, para así no caer en la democracia parlamentaria o en la simple suma de votos o capacidades oratorias. Es un aspecto a tratar en un futuro inmediato.

Pero el gran problema vuelve a ser la diversidad de posturas, que acarrea mayor tiempo para discutir todo. Hacer unos estatutos sirve para algo, pero no es una carta magna. La única solución aquí es crear grupos asamblearios con una mayor afinidad y evitar los unionismos. Dos grupos igualmente convencidos de sus posturas son irreconciliables, y su transacción lleva a debates interminables y enfrentamientos personales y descalificaciones. La asamblea se convierte en un parlamento. Es el tema del siguiente apartado.

La diversidad como enemigo de proyectos autogestionados:

La afinidad es un requisito básico a la hora de formar un proyecto autogestionado. De lo contrario, todas las diferencias impedirán un desarrollo en el que alguna de las partes se sienta identificada plenamente con el mismo. Esto, que en principio parece un problema menor, acaba convirtiéndose en un obstáculo insalvable cuando el proyecto es serio, y es político. Decidir de qué color serán las puertas, cuánto de malo tiene el alcalde y sus policías, o quién hace los carteles no supone ningún problema, incluso temas más políticos se lograrán solucionar con el debate. Sin embargo, hay posiciones que deben ser inamovibles en un grupo anarquista afín: no colaborar con grupos subvencionados por el Estado, impedir a los medios de desinformación un acceso a la situación, no colaborar con grupos jerárquicos, hacer de la ocupación un medio y no un fin, buscar la alegalidad, el enfrentamiento, la subversión y la guerra social... Someter estos principios a debate y posterior consenso es perder nuestros principios y nuestros medios.

La diversidad política es causa de gran número de problemas posteriores en el desarrollo del proyecto. Las asambleas se hacen eternas, se acaba enemistándose con personas que opinan de otra manera, se practican las jugadas por la espalda, los cuchicheos, incluso se puede romper el proyecto. La solución pasa por formar grupos políticamente afines y con confianza y conocimiento entre sus miembros. Un colectivo que aboga por las instituciones públicas (un grupo comunista por ejemplo) difícilmente llegará a un acuerdo con un colectivo que quiere destruirlas. En el centro social del lago, todas las cuestiones referidas a la autogestión, - entendida como desarrollo autónomo al margen de las instituciones y empresas, - provocaron grandes discusiones, tensiones, enfrentamientos personales, y el malestar en ambos grupos, que no sentía totalmente como suyo el proyecto.

- Sin meterme en qué grupo tiene la razón, ambos grupos salen ganando si se mueven de manera afín, cada uno por su cuenta. Las objeciones a esta idea son ya repetitivas: la unión hace la fuerza, la cantidad antes que la calidad, juntxs contra el enemigo común... Lo cierto es que la gran causa del declive de muchos proyectos no es la falta de fuerza, sino la diversidad (política) que lleva a la autodestrucción. Si estamos convencidxs de cómo se hacen las cosas, hagámoslas y crezcamos desde la base de la afinidad y la calidad. De otro modo, la mayor parte de la fuerza se nos irá en discusiones vanas.

- Metiéndome en quien tiene la razón según mi punto de vista, la subversión sale perdiendo al negociar, pues sus posturas se tibian y sus cuchillos dejan de estar tan afilados como deberían. La insurrección es ya, dejemos el principio de mayoría parlamentaria para nuestrxs enemigxs y ataquemos desde este momento según cómo pensamos que debemos hacerlo. Desde la autonomía, la autogestión y la afinidad.

Lxs vecinxs, ¿cómo acercarse y cómo no acercarse a la gente?

En el mismo momento en el que se entra a un espacio para ocuparlo, uno de los principales problemas es que una denuncia anónima de un/x vecinx eche abajo el proyecto. Por ese motivo, muchos de los centros buscan la legitimidad en la comunidad vecinal de los alrededores con unas prácticas que en mi opinión son erróneas.

El principal problema es que el contenido revolucionario o subversivo se rebaja -así como el lenguaje y las palabras- en favor de una mayor aceptación por parte de personas del barrio. Esto es un engaño a todas luces que se efectúa de muy diferentes formas y en todas las etapas del proyecto de ocupación de un centro: primero se busca caer bien y evitar denuncias; más tarde se busca que la gente se acerque, para lo cual el proyecto se torna asistencialista, con talleres ocupacionales o de ocio sin contenido político; por último se rebaja el contenido de nuestro proyecto con el fin de presentar el centro como un lugar donde caben todas las posturas posibles, sin un radicalismo que aleje a las personas normales. Incluso cuando el proyecto amenaza con desaparecer, se busca el apoyo legitimador de lxs vecinxs, nuevamente rebajando contenidos subversivos y presentándonos como los okupas buenos y majetes que no hacen daño a nadie en su chabola. Este texto, extraído del zine Ahora o nunca #3 explica claramente el problema de cómo relacionarnos con la gente, pues en esas maneras se desarrollará el contenido de nuestra actividad conjunta:

Muchas veces se debate sobre el cómo llegar a la gente, qué vías son las más efectivas, etc., y vemos que muchas veces se cometen los mismos errores. Y hemos observado una cosa: los ejes entorno a los cuales se articula una relación determinarán en gran parte el contenido de esa relación. Es decir, que el hecho de conocer a una gente de una determinada manera hará que tu relación con ellxs tenga (más o menos) unos contenidos determinados. Esos límites se pueden traspasar, pero no es lo común. ¿A quéviene todo esto? Intentaremos plantearlo. ¿De qué manera queremos encontrarnos con la gente? ¿Qué queremos que vean en nosotrxs? No somos animadorxs socioculturales, no tenemos ningún interés en enseñar a la gente a tocar instrumentos, ni a bailar la danza del vientre; odiamos profundamente este mundo y nos enfrentamos a él y estamos interesadxs en encontrarnos con quienes estén en una situación parecida. No nos interesa especialmente caerle bien, ni mal, a "lxs vecinxs" si nuestra relación se queda en eso. No vemos sentido a esforzarnos por ofrecer una imagen de chicxs agradables, y menos aún si para ello tenemos que rebajar nuestro discurso y nuestra práctica, dejar de lado ciertos temas socialmente polémicos, asumir cosas con las que no estamos de acuerdo, etc. Porque eso nos parece mentir, ir de lo que no se es, vender la moto, intentar acercarnos a la gente a ritmo de pasacalles y limonada cuando en realidad lo que estamos deseando por dentro es estar unidxs a la gente peleando de verdad contra lo que nos oprime. Nos parece mal ir de buenxs para ver si así más gente muerde el anzuelo, Son estratagemas de predicador, ir de tapadillo por si cuela. Falta sinceridad y honestidad, lo que pensamos, lo que sentimos, lo que somos, no hay por qué ocultarlo, todo lo contrario; y quien quiera entender que entienda, y quien no, pues nada que hacer. Lo que está claro es que si te ven como a un/a payasx sólo te buscarán para que les entretengas, y que para que busquen en ti a un/a compañerx en una situación de conflicto tendrás que haber dejado claro antes de qué vas y a qué estás, ni más ni menos. Además, viendo los frutos que han recogido quienes se han intentado "acercar a la gente" con métodos ocioso-culturales cuando han estado en problemas, no vemos sentido a ese tipo de teatrillos. Como dice un amigo:
"somos lo que somos, a quien le mole que se quede, y a quien no que se pire".

Mi experiencia en la casa del lago corrobora esta explicación al detalle: desde un primer momento se intentó agradar a lxs vecinxs con actividades que rebajaban el nivel subversivo que pretendíamos. Talleres de malabares, de fimo, campeonatos de ajedrez, cine de verano, pasacalles, bandos en los que se evitaban palabras como autogestión, acción directa, asamblearismo, anarquía....En el momento del desalojo lxs mismxs vecinxs impidieron que se diese una respuesta contundente a los ataques policiales, haciendo de mediadores en un conflicto en el que no tenían nada que ver. Varixs vecinxs llamaron a medios de desinformación para cubrir el desalojo, apaciguaron las protestas más violentas y en general hicieron disminuir la rabia y la respuesta contundente que lxs represorxs merecían. No dudo en ningún momento de su buena intención, pero en este caso, no tenían nada que ver allí, e impidieron que la autogestión del centro se desarrollase de manera autónoma. Muchxs de lxs vecinxs, padres, madres y familiares de la gente de la asamblea, realizaron una labor de vigilancia y arbitrio según sus propios criterios legales, democráticos y pacíficos. Supusieron algo más que el mero apoyo siempre agradecido: impusieron sus opiniones para que la cosa no se saliese de madre, rebajaron las prácticas y contenidos y realizaron una tarea digna de pertenecer a la sociedad y la organización que deseamos destruir con todas nuestras fuerzas. Después del desalojo, incluso crearon una plataforma legal que pedía responsabilidades a lxs gobernantes locales y mandos policiales, sin respetar el carácter alegal que el centro social pretendía desarrollar. Del mismo modo, acudieron en nombre de asociaciones legalistas ajenas al proyecto a medios de comunicación burgueses contra los que el centro social luchó y vetó por medio de cartas a periódicos en los que se decían mentiras por desconocimiento. Esta son dos cartas de vecinxs en un medio de desinformación local con el que se impuso de manera personal una manera de hacer las cosas, pretendiendo representar a lxs que se declaraban inrrepresentables:

"La Casa del Lago", ya no está"
20 DE DICIEMBRE DE 2005
DOLORES .......... (Periódico digital del El Buzón de Getafe)

No pretendo convencerles de si los "Centros Sociales" autogestionados son buenos o malos. No pretendo convencerles de si la participación es buena o no. No pretendo convencerles de si los jóvenes son activos o pasivos. Tampoco pretendo convencerles de si la ocupación responsable debe o no debe ser. Pero si pretendo que hagan conmigo una serie de reflexiones, y que lo hagamos a través de una historia.
La historia, se desarrolló en un pueblo del sur de Madrid, pongamos que se llamaba Getafe, en diciembre del año 2005. En dicho pueblo, existía una casa abandonada a la orilla de un lago. "LA CASA DEL LAGO" la llamaban. En ese pueblo existía también un Ayuntamiento que pregonaba a diestro y siniestro la importancia de la juventud para la sociedad. Habitaban en aquel lugar, unos jóvenes activos, solidarios, que querían aportar su grano de arena, para, dentro de sus posibilidades ofrecer otro tipo de ocio, de cultura y de actividades sociales, pero que no podían llevarlo a cabo porque la rigidez administrativa del ayuntamiento cerraba los locales a las 9 de la noche; y hete aquí, que encontraron el espacio ideal, esa casa abandonada durante años era el lugar idóneo para, sin producir molestias a los vecinos y sin sufrir la rigidez de un horario, poder poner en marcha esa forma solidaria y alternativa de ver la vida y ofrecer sus propuestas a todo el mundo. La casa, estaba sucia, olvidada; su entorno sucio y descuidado. Se pusieron manos a la obra, la limpiaron, la pintaron, la pusieron confortable; arreglaron el entorno y cultivaron un huerto. Al silencio y la soledad que durante años había rodeado la casa, le dieron vida, la llenaron de música, cultura, convivencia y la pusieron al servicio del pueblo, todo el mundo era bien recibido. Y comenzaron a hacer algo tan sencillo como ofrecer un espacio libre y abierto a todo lo que contribuyera a formar una conciencia socia crítica, solidaria y comunitaria, talleres, cultura, debate, cine, charlas, todo cabía allí, y lo hacían a las horas en que nuestros jóvenes vivían la noche, la convirtieron en la casa de todos: "EL CENTRO SOCIAL -LA CASA DEL LAGO". Estos jóvenes, habían sido educados en su familia, en su escuela y en su entorno en la idea de que la Democracia, no era sólo votar cada cuatro años, que no era la rigidez de la administración fuera ésta del color que fuera, sino que la Democracia era participar, era tener la posibilidad de proponer ideas distintas, que era algo por lo que sus padres lucharon: La Libertad de expresión y de acción. Érase una vez. Porque ya no es..

Porque el Ayuntamiento decidió que la casa abandonada, ahora que ya servía para algo, debía desaparecer. Porque el Ayuntamiento decidió que, o pasaban por el aro de hacer sus actividades en un local que cerraba a las 9 de la noche, hora en la que los jóvenes comenzaban su actividad, o nadie jugaba. Porque el Ayuntamiento, no dijo ¡!FUERA!! con la claridad del día, lo dijo con la oscuridad de la noche; no lo dijo con una policía de proximidad ( eso creíamos que era la policía local), sino con una policía municipal en pie de guerra, agrediendo los cuerpos de aquellos que creían en su "proximidad’. Porque el Ayuntamiento, no efectuó un desalojo, lo que hizo, fue una demolición amparada en la noche y poniendo en peligro la integridad de esos jóvenes (habitantes aún de la casa) que quisieron soñar que su Ayuntamiento era de izquierdas.

Demolieron, no sólo la casa, expulsaron, no sólo a los jóvenes. Demolieron y expulsaron las esperanzas, los ideales y la ilusión de los jóvenes. Demolieron y expulsaron los ideales de sus mayores que lucharon para que ellos pudieran vivir en libertad y permitirles la posibilidad poder cambiar el mundo. Demolieron y expulsaron la credibilidad de un gobierno municipal votado por la mayoría de ese pueblo.

Hoy, sin embargo: Seguirán en pie los locales municipales, sin tener en cuenta los horarios de nuestros jóvenes Seguirá en pie la idea de participa pero no molestes. Seguirá en pie que nuestros jóvenes, no tengan una alternativa de ocio que no esquilme sus bolsillos y machaque sus cuerpos. Seguirá en pie el consumo y el ocio marcado por la globalización mundial. Cuando llegue el momento de pedir el voto, seguirán en pie los discursos de "todo para los jóvenes" pero se les olvidará la segunda parte: con mis normas, con mis horarios, pretendiendo hacer jóvenes- viejos; por favor la próxima vez, digan la frase completa "todo para los jóvenes,
pero sin ellos".

No quiero convenceros de que de seguir así, todo esto, nos lleva al fracaso social. Porque: Estoy convencida, de que los Centros Sociales Autogestionados son buenos. Estoy convencida de que la participación de verdad, es buena y necesaria. Estoy convencida de que la juventud activa, crítica, solidaria existe cada vez con más fuerza, y debemos estar orgullosos de ella. Estoy convencida de que la ocupación responsable de un bien no utilizado, es cuanto menos digna de tenerla en cuenta y preguntarse el porqué existe. Y estoy convencida de que la izquierda debe actuar como izquierda, que en algunos momentos lo hace, pero, en éste debería haber dado ejemplo de ello. Creo que entre todos y todas, debemos recordarle, que no sólo tiene que estar, sino también actuar como muchos esperábamos, como hombres y mujeres que deben ser herederos de aquellos y aquellas que lucharon por las libertades. El futuro, lo exige.

Esta vecina ni siquiera está convencida de que la ocupación sea un método legítimo. Y confía en la izquierda institucional, cuando los partidos y el sistema democrático es algo que la ocupación subversiva debe atacar. Los apoyos contradictorios no son apoyos, producen la confusión de manera negativa desde el punto de vista pretendido por el centro. Incluso dice que los jóvenes querían soñar que el ayuntamiento era de izquierdas, cuando todxs sabemos que nada importa esa cuestión.

Esta otra carta, de otro vecino, pide responsabilidades ante el Ayuntamiento por el desalojo:

Sobre el desalojo de la Casa del Lago en Getafe y el Despotismo Ilustrado (Artículo en la edición de internet de El Buzón de Getafe) DICIEMBRE 2005

Imagínese que un edificio abandonado por su supuesto dueño, el Ayuntamiento de Getafe, se convierta en un Centro Cultural. Imagínese que un grupo de gente lo restaura por su cuenta y celebra actividades gratuitas y abiertas al pueblo sobre asuntos tales como el Franquismo, las Nuevas Tecnologías, el Consumo Responsable. Imagínese que proyectan películas y dan cursos hasta sobre cocina, a la par que cuidan de un huerto y cierran todos sus actos con una cena de convivencia. Imagínese decenas de jóvenes de la localidad reunidos todos los fines de semana en torno a estas actividades.

Imagínese también un gobierno municipal, el del Ayuntamiento de Getafe, Socialista y de Izquierdas, que decide que este proyecto sobra y consecuentemente con esta decisión manda, por propia iniciativa y sin ninguna intermediación judicial a su propia policía, que bloquea el acceso al Centro y mantiene de guardia permanente durante una semana a 5, 6, y hasta 8 dotaciones a la puerta de este lugar, impidiendo el acceso y encerrando en él a un numeroso grupo de personas. Imagínese a esta policía local dedicada a despertar a la gente que mantiene encerrada con discursos fascistas al grito de ¡Arriba España!, -nosotros tampoco nos lo podíamos creer-.

Imagínese a esta policía cargando sin previo aviso en la madrugada del día 9 de diciembre, golpeando sin ton ni son a la gente y ensañándose especialmente con alguna persona porque se atrevió a pedirles que se identificaran, cosa que no hicieron, y que mostraran alguna orden de desalojo, lo que tampoco hicieron. Imagínese a esa misma policía comenzando el derribo del edificio con gente en el tejado. Imagínese por último lo que fue un Centro Social Cultural, levantado en un edificio abandonado por el Ayuntamiento ahora totalmente destruido por el mismo Ayuntamiento Socialista y de Izquierdas y cierre el panorama con una nota municipal que dice que el desalojo se ha producido para garantizar la seguridad de las personas que estaban dentro y la actuación de la policía ha sido exquisita, -hay heridos con parte de lesiones-. Pues esto ha sido hasta ahora la historia del Centro Social de la Casa del Lago de Getafe.

Pero señores del Gobierno Socialista y de Izquierdas la Cultura no es suya, la Calle no es suya y a su Despotismo Ilustrado -"Todo por el pueblo pero sin el pueblo"-se le ve el plumero. Cuando todos nos quejamos de la situación de la juventud, ustedes destrozan un proyecto cultural promovido por jóvenes ¡alguien debe tener responsabilidad! Cuando la policía carga brutalmente produciendo heridos, con un comportamiento de la mejor herencia franquista, ¡alguien debe tener responsabilidad! Cuando el Ayuntamiento de Getafe reduce a escombros, -con premeditación, nocturnidad y la alevosía de rancias formas franquistas que creíamos olvidadas-, el proyecto cultural de la Casa del Lago, ¡Alguien debe asumir la exigencia de responsabilidades!. El Gobierno Local Socialista y Izquierdas de buscar una solución para no demostrarnos que lo suyo es puro Despotismo Ilustrado.
Nosotros como ciudadanos exigimos esa búsqueda de responsabilidades y soluciones sobre el derribo del Centro Social Cultural de la Casa del Lago de Getafe.

Un vecino que no tuvo nada que ver con la asamblea del centro acaba tirando por tierra todo lo pretendido por un proyecto que se cree autogestionado. Lo peor es que estas muestras de solidaridad, consiguen apaciguar las protestas que serían coherentes con unas prácticas verdaderamente revolucionarias. Los miembros de la asamblea y otros apoyos acaban aceptando como buena cualquier acción que se enfrente al desalojo, por muy alejado que esté de los principios de autogestión, autonomía o anticapitalismo. Así sucede que se piden reuniones con gobernantes, se llama a medios de desinformación, se modera y se media en el conflicto, se logran moderar posturas revolucionarias, se invoca a la democracia... Nada de esto queremos. Sólo autonomía, con todo lo que ello conlleva; autogestión hasta sus últimas consecuencias; anticapitalismo y antiautoritarismo en la manera de decidir, participar o apoyar.

Queremos destruir el Estado de derecho, es algo que todxs lxs vecinxs deberían saber, pero el engaño manda. Los pasacalles y los talleres de malabares se imponen como medio aglutinador de masas legitimadoras. Masas cómplices con el Estado, conformistas abducidxs, consumidorxs natos, jefes y sumisxs, masas. Lxs vecinxs suelen ser un enemigo más, viven en la legalidad del Estado del bienestar y del consumo, y perpetúan los mecanismos del capitalismo y autoritarismo hasta sus últimas consecuencias. Su encuentro fortuito con una comunidad de color en un mundo gris, les hace apoyar causas perdidas, convencidxs de que lxs jóvenes tienen que luchar por sus derechos. Pero, ¿en qué momento se nos olvidó decirles que queríamos destruir su entorno, subvertir su organización política y económica hasta los cimientos, quemar su estructura y hacerla cenizas? ¿Fue un olvido casual o una manera de cubrirnos de los golpes que nos vendrían a dar lxs policías a quienes ellxs confiaban su seguridad? No, fue algo premeditado que se da en la mayoría de las ocupaciones. Evitamos decir lo que de verdad pensamos porque es TODO lo que las masas reproducen y perpetúan. Preferimos tener una buena mirada que expresarnos de manera real. Preferimos no decir a la cara las mierdas. Consecuencias: es imposible aprender, si todo está bien, nada hay que cambiar. Seguimos practicando los mismos errores desde hace más de 10 años. Es hora de reflexionar y levantar el pie antes de caer de nuevo en la misma piedra.

Bibliografía

- Fanzine Ahora o Nunca Nº 1 y 3.
- Dossier sobre ocupaciones madrileñas en los 90: Dossiers y zines Barrafón, Minuesa, Princesa, (Gracias a Tatu, Camacho).
- No podréis pararnos, Alfredo Bonnano.
- Todo lo que pensaste sobre la ocupación y nunca te atreviste a cuestionar. Contra la legalización de los espacios ocupados, que incluye el manifiesto italiano contra la legalización de los espacios ocupados, muy recomendable.

NOTA: Este fanzine ofrece un punto de vista subjetivo de lo sucedido en el centro social La casa del lago, de Getafe. El objetivo no consiste en friccionar aún más las diferentes posturas, sino marcar los cauces y debatir sobre cómo llevar a cabo un proyecto de una determinada postura, una postura subversiva y revolucionaria. Confío en que el debate ideológico no afecte al compañerismo o a la amistad que deberíamos mantener incluso con aquellxs que no piensan igual que nosotrxs mismxs. Por otra parte, dedico este fanzine a TODA la gente que se acercó, colaboró o participó en el proyecto que nos hizo aprender en La casa del Lago, nos hizo cometer nuestros primeros errores , pero también nuestros primeros aciertos y ganas por destruir el Estado de las cosas. Salud y anarquía. Gracias a las personas que me dejaron material y dossieres, y a aquellas que leyeron el texto u oyeron la charla y me dieron su opinión, sus ideas y aportaciones, etc.
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Si lo quieres en pdf con fotos y todo:
http://www.klinamen.org/textos/okupa_subversiva.pdf

Para cualquier cosa: yonkiii@hotmail.com

La ocupación como herramienta subversiva

La Casa del Lago (viejos errores de los que aprender)

 

Enlace al artículo: https://www.lahaine.org/aQ5o