El Pocho nació en Concepción del Uruguay el 27 de febrero de 1966. Ingresa a la Universidad de Santa Fe para estudiar Derecho pero pronto decide abandonar. En 1986 comenzó a cursar como seminarista en el Instituto Salesiano de Funes. Laura Lepratti cuenta que "empieza con los salesianos a trabajar los fines de semana en las villas y les pide a las autoridades que le permitan ir más tiempo. Le dicen que no, que más adelante. Pocho les contesta que la gente no puede esperar. Es así que se va de la ordenación". Después de esta decisión se va a trabajar a uno de los barrios más pobres de Rosario, Ludueña, y junto con Edgardo Montaldo, un cura tercermundista que organizó las comunidades de base eclesiales en los '70, comienza a dar talleres de teología para los niños y jóvenes del barrio.
"Empieza a invitar a los jóvenes para hacer algo -continúa Laura-, primero se acercaron a tomar mate con tortas fritas, así nace el primer grupo en el 94', `La Vagancia', que hoy está más que nunca continuando la actividad que hacían con Pocho. Participaban de charlas, reuniones, talleres de guitarra y hasta de biblia; hoy escuchás a los `gurises' que empezaron y dicen que al principio iban por la comida, el empezar por ahí, por compartir un guiso, tomar unos mates. Los chicos empezaron en principio por el hambre, terminaron realmente por los talleres. Por eso, por el trabajo con los pibes, hoy dicen que una gran cantidad de chicos no conoció la comisaría 12a. de Rosario".
Ya en 2001 había logrado crear con el trabajo de todos la Coordinadora Juvenil de la Vicaría Sagrado Corazón del barrio Ludueña, que nucleaba a siete grupos de adolescentes. Todos los días atravesaba la ciudad por la avenida Circunvalación con su bicicleta para ir a trabajar. Era ayudante de cocina en la Escuela 756 del barrio de Las Flores.
Ya en diciembre, en Rosario, dice Laura, "se había dicho que los hipermercados iban a entregar alimentos. Cerca de donde Pocho trabajaba se estaba concentrando gente y pegado al establecimiento educativo donde estaban por servir la cena, pasaban móviles policiales y tiraban hacia la escuela impactos de balas, para intimidar a la gente a que no fuera a buscar los alimentos, ni a las movilizaciones, para asustar". En ese momento eran cuatro los que estaban preparando la comida, Claudio fue el último en terminar, el resto estaba en el techo mirando lo que sucedía. "Cuando Pocho sube, viene un móvil policial y para. Claudio grita: 'dejen de tirar que acá hay chicos comiendo', y uno de los policías lo insulta y le pregunta qué quiere, entonces Claudio repite 'no tiren que acá hay chicos comiendo', y el policía dispara".
"Hoy en la sociedad se ve que no es que mataron a Pocho, sino que lo multiplicaron, porque están surgiendo alas por todos lados. No solamente en Rosario, hasta en Concepción del Uruguay, donde nació, hay un grupo que lleva su nombre (Agrupación de Educación Popular Claudio Pocho Lepratti)", agrega Laura, quien ahora es parte de este grupo que surge al año de su asesinato. Por esta fecha se hicieron las primeras jornadas de educación popular: "Se trabaja en los barrios, la mayoría somos docentes. Nos reunimos para conseguir actividades donde la sociedad pueda concurrir. Estamos haciendo una biblioteca, todavía no tenemos lugar, por ahora estamos juntando el material en casa". Lo que Pocho quería, sigue Laura, "como dicen los zapatistas, era 'un mundo donde quepan muchos mundos'. Pero como Pocho planteaba, es un camino de hormiga". Es así que en su memoria, y dando cuenta del trabajo que hizo y lo que construyó, hoy lo llaman "Pochormiga".
Con respecto a la causa judicial de Pocho, Laura comenta que "sólo está detenido un policía, los otros dos que iban en el móvil están en libertad. Ese móvil se detuvo por una orden, la responsabilidad política le corresponde al entonces gobernador Carlos Alberto Reutemann, ahora senador nacional".
La condena fue hacia el autor material, quien apretó el gatillo, Esteban Velázquez. "como tiene 'tan buena conducta', desde un principio se le dieron ciertos privilegios, ir a la casa, o tener el lujo, ese diciembre, de festejar su cumpleaños. A este policía de Arroyo Seco, donde está cumpliendo la condena, la Justicia sólo le dio 14 años de prisión" dice Laura.
La lucha popular hoy exige el juicio y castigo a los responsables políticos por todos los asesinatos. Reutemann, por entonces gobernador, Lorenzo Domínguez, ministro de gobierno, Enrique Álvarez, subsecretario de seguridad y todos los funcionarios cómplices del poder político. A ellos nunca siquiera se los llamó a declarar.