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México :: 27/12/2006

Las lecciones de Oaxaca

Okupazión Auditorio Che Guevara
"La APPO no ha dado ese paso cualitativo que la perfile como un movimiento anticapitalista, que la dote de independencia y autonomía de clase. Aún permean y dominan en ella las posiciones conciliadoras, propias de los partidos y organizaciones reformistas que se disputan su dirección..."

Dentro del capitalismo no hay salida

La feroz represión desatada en contra de la APPO, con el virtual destierro de mas de un centenar de presos a un penal de Nayarit y la aprehensión de su figura mediática Flavio Sosa, como culminación de toda una campaña perfectamente planeada por los gobiernos estatal y federal, y operada bajo las ordenes de Calderón aún antes de que este asumiera, a través de su ahora secretario de Seguridad, y del Procurador de la República, ha dejado mas que de manifiesto cual es la disposición al diálogo por parte del pelele recién llegado al gobierno. Mas que de un golpe de mano propagandístico, se trata de una muestra de como la democracia puede llegar a ser la mejor forma de dictadura.

Si alguien albergaba esperanzas de que con el recambio de régimen habría alguna puerta abierta a la salida de URO, pues pronto estas ilusiones se vinieron abajo.

Todo ello pone aun mas en la mesa de discusión cuales son las perspectivas y alcances verdaderos de movimientos como el de Oaxaca: si es posible la solución a este tipo de demandas en el marco del régimen, o solo la vía revolucionaria abrirá alguna posibilidad de cambio real.

Ni Comuna ni doble poder: descontento de abajo sin dirección proletaria.

"la Comuna era, esencialmente, un gobierno de la clase obrera, fruto de la lucha de la clase productora contra la clase apropiadora, la forma política al fin descubierta que permitía realizar la emancipación económica del trabajo.
Sin esta última condición el régimen comunal habría sido una imposibilidad y una impostura. La dominación política de los productores es incompatible con la perpetuación de su esclavitud social"

(Kart Marx en La Guerra civil en Francia.(1871) Ediciones en lenguas extranjeras, Pekín 1978.)

Desde que se inició allá por mayo-junio el movimiento oaxaqueño, distintos intelectuales y organizaciones políticas han pretendido emparentar de alguna manera, cada quien con sus argumentos, lo que sucede en el sureño estado mexicano con el episodio protagonizado por los trabajadores parisinos allá por 1871. Confunden la forma con el fondo, se trata de dos movimientos distintos: la Comuna era "esencialmente un gobierno de la clase obrera" lo que hemos visto en Oaxaca, para nada tiene que ver con eso.

Quienes vieron en las barricadas o en el control territorial el germen de un "doble poder", de una "nueva república" o cosas semejantes, en el mejor de los casos, llevados por su entusiasmo, olvidaron que las formas de autodefensa, por muy desarrolladas que estén, por si solas no significan que detrás de ellas se este gestando ningún poder obrero,"distinto" al de los capitalistas. En el peor de los casos, incurren en una falsificación, omitiendo desde su perspectiva estatista, que la Comuna tendió efectivamente a destruir el Estado capitalista.

En la ciudad de Oaxaca hemos visto durante meses la resistencia heroica de una buena parte de sus pobladores, un ejercicio de autodefensa inédito en este país. Pero de ninguna manera vemos que hasta ahora dicho movimiento se haya dotado de una dirección propia por parte de los trabajadores y explotados que participan de el, ni un cuestionamiento radical al estado capitalista, al gobierno de los ricos, a la propiedad privada. La reacción contra el autoritarismo no ha alcanzado a dirigirse contra la causa profunda de este, quedándose en el reclamo democrático.

Por ello, no se puede pretender que haya ninguna línea de continuidad entre el movimiento comunero y este: los obreros de 1871 instauraron una real aunque efímera República del Trabajo donde las banderas rojas se levantaron en la ciudad por casi dos meses, haciendo huir del Hotel de Ville al gobierno de la burguesía. Mientras que en la antigua Antequera, si bien el defenestrado gobernante anduvo a salto de mata un buen tiempo, fue la misma APPO quien se encargó de mantener el orden establecido.

Bastaba con ver la defensa de la propiedad enarbolada como principio, cuando se aplicó en múltiples ocasiones la "ley popular" a delincuentes comunes, para darse cuenta de ello. Mientras que ningún burgués fue molestado en su persona, mas allá de la toma temporal de estaciones de radio y tv.

La Comuna destruyó los símbolos del imperio bonapartista (columna de Vendome), se fundó como un movimiento de carácter internacionalista obrero, incluyendo en su seno a muchos "extranjeros". En Oaxaca seguramente muchos luchadores de otros lugares como el asesinado reportero de Indymedia encontraron un espacio. Pero subsisten aun elementos del chovimismo mas recalcitrante: como ese monigote de Benito Juárez (quien en el siglo XIX concluyo la labor de despojar a los indígenas de sus tierras)portando una boina al estilo del Che, impreso en miles de afiches sin reparar en lo grotesco del símbolo.

Y si se le quisiera comparar con los soviets de 1905 o 1917, el despropósito es aun mayor. Estos fueron autenticas instancias de autoorganizaciòn proletaria, mientras que la APPO apenas es un frente de masas.

La APPO no ha dado ese paso cualitativo que la perfile como un movimiento anticapitalista, que la dote de independencia y autonomía de clase.

Aún permean y dominan en ella las posiciones conciliadoras, propias de los partidos y organizaciones reformistas que se disputan su dirección.

En foros y reuniones auspiciados por la APPO se ha hablado hasta el cansancio de impulsar una "reforma del estado", de formar un gobierno "plural, de obreros, campesinos...y empresarios," una "nueva constitución que reconozca a todos". Solo de manera minoritaria y dispersa participan compañeros que plantean y son conscientes de que hace falta ir mas allá.

Aunque la combatividad formalmente sea manifiesta, estratégicamente, esto no redunda en mayor efectividad. Si hay muchos quienes entienden que la mera (y necesaria) salida de Ulises no cambiará las cosas de fondo, pues desafortunadamente esa conciencia alcanzada aun no se expresa en el programa planteado por el conjunto del movimiento, ni siquiera luego de la Asamblea Constituyente de la APPO, donde su anterior dirección formal (provisional)fue ampliamente cuestionada.

Esto permitió a dichos compañeros, junto con muchos otros que no militan de ningún grupo, imponer una serie de mecanismos de sujeción para los representantes (horizontalidad, revocabilidad, rotatividad) pero no ha habido un cambio sustancial en el programa político.

¿Poder popular, repliegue táctico, o colaboración de clases?

El movimiento que se inició teniendo como motivo la huelga o paro magisterial, dadas las circunstancias de represión, pronto se fundió en un organismo mas grande que expresara la solidaridad y la disposición a la lucha de otros sectores, así surgió la APPO. Dentro de ella las direcciones reformistas, (de una amplia gama que incluye desde personas como el emblemático Flavio -tránsfuga del foxismo y del perredismo- hasta partidos como el pejista-stalinista PCM-ML),hallaron su lugar idóneo: un frente multiclasista proclive a ser utilizado por cualquiera. Mientras se disputaban su dirección, todos ellos se encargaron de que este movimiento perdiera su identidad de clase. De por si los maestros están sometidos al sindicato como aparato de sujeción estatal, hubo que añadir a esto la presencia de toda esa línea de oportunistas.

Esta gente en nombre del pueblo o de los "repliegues tácticos" disfraza su política de conciliación con la burguesía.

Ya se propone como receta mágica el construir asambleas populares por todos lados. Estos señores prefieren hablar del pueblo en abstracto (o de plano como "unidad de todas las clases") y no de los trabajadores en concreto porque sus intereses no son los de éstos. Mañana nos hablarán de sus "proyectos de nación" y su "articulación de esfuerzos", de su anhelado "frente único". Atar las luchas de abajo al tren de la burguesía, renunciar a la revolución proletaria, crear ilusiones pacifistas, eso y no otra cosa significan sus aparentemente distintas estrategias de "construir el poder popular" y formar "convergencias (con la burguesía) de oposición al régimen"... hacia la "revolución socialista."

Sin organización autónoma no hay perspectiva

Para que luchas como la de Oaxaca tengan una perspectiva revolucionaria es necesario ahondar en el desarrollo de la conciencia y organización política de nuestra clase.

Hace falta que como clase nos apartemos de la idea de que es posible lograr algún cambio a través de las organizaciones sindicales, que, aunque sean dirigidas por la "izquierda", se limitan a gestionar la explotación. En el capitalismo de hoy no hay cabida para sindicatos "independientes", menos "revolucionarios", es como pensar que puede haber "policías buenos". Ante esta realidad, la cooptación, las negociaciones a espaldas de la base, y la "traición" de individuos como Rueda Pacheco, mas que una excepción viene a ser la regla del juego.

Y aun más: no dejarnos engañar o arrastrar por los Mesías del populismo radical y el estalinismo, que se presentan como socialistas siendo que lo único que promueven es un cambio allá arriba, para ser ellos u otros los nuevos Ulises.

Unos promueven la ilusión de un supuesto cambio pacífico "desde ahora" autogestionando la explotación, construyendo un supuesto "poder popular" que no significa mas que dejar intacto el poder del capital.

Los otros se cuelgan de la hoz y el martillo proclamando una revolución de la que siempre han sido feroces enemigos,(baste ver lo que hicieron por casi setenta años en la exURSS) pues nada tienen de marxistas ni de comunistas, mas allá del título usurpado.

Ni que hablar de los dirigentes perredistas, los aliados mas fieles de la burguesía y de su "estado de derecho" ellos son los primeros interesados en montarse en los movimientos. Y luego, si llegan al poder, nos dirán que "todo cambió", cuando ellos agarren su hueso.

El episodio de Oaxaca, desde nuestro punto de vista, deja mas a la vista la necesidad de construir una Organización Política Revolucionaria.

Un instrumento para la lucha proletaria dirigido por los propios trabajadores y trabajadoras, no por el "pueblo". Pues somos nosotros las y los trabajadores quienes movemos al mundo y sobre todo, los únicos que no tenemos nada que perder. Una organización que avance defendiendo un programa propio, para expropiar a los burgueses.

Una organización que busque desarrollar nuestros métodos históricos, como la huelga de masas, y no cayendo en métodos que nos ponen en las manos del propio capital. Las piedras y bazucas de pvc, instrumentos de una minoría voluntarista, ponen a quienes las utilizan en el campo de la pelea militarista, campo dominado por el capital donde siempre estaremos en desventaja al dejar de lado la organización política.

La mejor arma de los oprimidos es su organización política, independiente y autónoma. Hay que hacer la revolución para poder ganar la guerra, como diría un viejo conocido. Y esto desafortunadamente no se logra de un día para otro. Pero partimos de plantear en todo momento, aunque seamos vistos como aguafiestas, esta necesidad innegable. Defensa de la APPO ante la represión del Estado burgués. Revolución Comunista para echar abajo todo Estado, para acabar con represores y explotadores por siempre.

izquierdaproletaria@yahoo.com.mx

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