Los Estados Unidos de América, son un país depredador, racista y genocida por antonomasia. Sin embargo, hoy pretenden convencernos de ser los más fervientes defensores de los derechos humanos en el mundo.
Sí, el mismo país que en 1945, durante la Segunda Guerra Mundial, arrojó dos bombas atómicas sobre las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki, causando la muerte inmediata de 175,000 personas -la inmensa mayoría civiles- y la muerte lenta y dolorosa de otras 45,000, como resultado de la contaminación radioactiva provocada por las explosiones.
El mismo que lanzó sobre Vietnam, en una guerra no declarada, 14 millones de toneladas de bombas, 200 mil toneladas de Napalm y 50 mil toneladas de desfoliantes, con los que asesinaron a más de 3 millones de vietnamitas, casi todos civiles, lisiaron o mutilaron a millones más y devastaron miles y miles de hectáreas.
Genocidios, crímenes de lesa humanidad, que aún permanecen impunes.
Habrá quienes piensen que estos crímenes se cometieron hace muchos años, que los Estados Unidos ya no cometen tales atrocidades, menos ahora con el "demócrata" Barack Hussein Obama en la presidencia. Pero resulta que siguen cometiéndolas. En Afganistán, el número de muertos tras 10 años de invación yanqui (2001 - 2011), supera el millón. En Irak, en 8 años, han sido asesinadas 1 millón 200 mil personas, luego de la invasión que tenía como fin desactivar las armas de destrucción masiva, que supuestamente poseía el régimen de Saddam Husein; mismas que nunca aparecieron, porque no existían.
Ahora, ese mismo país y sus secuaces, afirman que quieren liberar al pueblo libio. Para conseguir tal fin ya iniciaron los bombardeos sobre las ciudades de ese país africano.
¡Mentira! Lo que quieren en realidad es apoderarse del petróleo libio y no les importará cuanta sangre tengan que derramar para conseguirlo.
Nuevos crímenes, mismos criminales.