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Medio Oriente :: 27/07/2018

Regreso al futuro: La Gran Marcha del Retorno

Haidar Eid
La nueva conciencia que emerge en Gaza y desde Gaza conecta todas las formas de resistencia popular

La Gran Marcha del Retorno, que comenzó el 30 de marzo y aún no ha concluido, ha mezclado las cartas y ha expuesto a la luz cuestiones cruciales sobre la esencia de la causa palestina y el estatuto de la Franja de Gaza. A pesar de la sombría realidad de la vida en Gaza que el asedio de Israel pronto volverá inhabitable con la complicidad internacional y local, una nueva conciencia está emergiendo.

Esta nueva conciencia está debilitando las viejas políticas del actual liderazgo de derechas y de la insustancial “oposición” representada por lo que llamo la izquierda estalinista, es decir, los Frentes Popular y Democrático para la Liberación de Palestina, el Partido del Pueblo Palestino, la Unión Democrática Palestina y, en cierta medida, la Iniciativa Nacional Palestina. Estos partidos aún no han logrado abandonar su subordinación intelectual a la ahora extinta Unión Soviética y siguen dependiendo financieramente de la derechista dirección de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP). En otras palabras, dependen de la Autoridad Palestina para su existencia y son incapaces de forjar estrategias independientes y eficaces.

Ante el fracaso de la clase política dominante tras 70 años de desplazamiento y desposesión desde la Nakba, de 11 años de bloqueo que las organizaciones internacionales de derechos humanos han calificado de crimen de lesa humanidad, y de tres guerras israelíes que han matado a más de 4.000 personas –hombres, mujeres y niños– los palestinos y palestinas de Gaza han decidido movilizarse pacíficamente para exigir el cumplimiento de las resoluciones internacionales, empezando por la Resolución 194 de Naciones Unidas sobre [el Derecho al] Retorno de los refugiados palestinos a sus hogares y tierras.

De hecho, como ha concluido tanto la sociedad civil como los activistas políticos de Gaza, el único poder fiable es el del pueblo, especialmente después de que la dirección palestina diera la espalda a la Franja de Gaza y empezase a imponer medidas de castigo contra sus gentes en abril de 2017. La lucha contra el apartheid en Sudáfrica ya inspiró al activismo palestino a finales de la década de 1980 y en la movilización popular de la Primera Intifada. Los y las activistas palestinos se han seguido inspirando asimismo en la historia de resistencia popular en Palestina que abarca desde la huelga de 1936 a los posteriores levantamientos en Cisjordania, la Franja de Gaza e Israel.

La nueva conciencia que emerge en Gaza y desde Gaza conecta todas las formas de resistencia popular. En particular, defiende el llamamiento a boicotear, des-invertir e imponer sanciones a Israel (BDS) inspirándose en el movimiento de liberación sudafricano. Tanto es así que la Marcha del Retorno ha creado un consenso palestino sin precedentes en línea con los propios objetivos de la campaña del BDS. Activistas del BDS participan en la Marcha desde sus inicios co-organizando con los coordinadores de la Marcha iniciativas de concienzación en las que ha quedado patente la relación directa entre las principales formas de resistencia popular y el papel de la sociedad civil en ellas, tal y como enseñan las lecciones de experiencias y enfoques pasados como la resistencia armada.

La Marcha del Retorno en Gaza tiene el potencial de promover la verdadera unidad nacional después de que desde 2006 hayan fracasado todos los intentos de reconciliación entre Fatah y Hamas. Todos los partidos políticos están participando en la Marcha y tienen representantes en el Alto Comité Nacional de igual a igual con los y las representantes de la sociedad civil. El hecho de que tanto Hamas como Fatah participen con representantes en este comité demuestra que solo los y las activistas políticos, al estar directamente conectados con la gente, pueden conseguir lo que los dirigentes de los partidos no han logrado. Y si los dirigentes de los partidos han fracasado es porque el actual sistema político palestino representa intereses de clase y de grupo que dependen de las divisiones internas para sobrevivir, así como de la coordinación con la ocupación israelí en materia de seguridad. La marcha ha demostrado que existe una gran brecha entre el liderazgo palestino y el pueblo palestino, especialmente en Gaza.

La nueva conciencia creada por la Gran Marcha del Retorno también se evidencia en la ruptura manifiesta con el proceso de Oslo y su ilusión de un mini Estado junto a un Estado judío que practica el racismo contra su propio pueblo. Al afrontar los nuevos hechos sobre el terreno creados por Israel, tiene el potencial de revivir los conceptos de liberación nacional y autodeterminación. Son esas nuevas realidades las que han hecho imposible el establecimiento un Estado palestino independiente y soberano en el 22% del territorio de la Palestina histórica. Por lo tanto, ha llegado el momento de una lucha decisiva por la libertad, la igualdad y la justicia. Después de todo, dos tercios de los residentes de Gaza son refugiados cuyos derechos al retorno y a la reparación están garantizados por el Derecho Internacional.

La campaña BDS no ha adoptado una posición política precisa sobre la cuestión de la estatalidad ni sobre si deben existir dos Estados o un único Estado democrático. Sin embargo, los objetivos de la Marcha del Retorno se sitúan en contra de la solución de dos Estados por estar esencialmente en contradicción con la principal reivindicación de los y las manifestantes, es decir, el retorno y la reparación de los refugiados. La celebración de marchas hermanas en Haifa, Ramala, Belén y Umm al Fahm refleja la naturaleza pan-palestina de la Marcha del Retorno y su propagación desde la sitiada Franja de Gaza al Territorio Palestino Ocupado (TPO) y a Israel. Y esto es exactamente lo que preocupa a Israel.

Esta iniciativa popular es un intento de redirigir los esfuerzos hacia la consecución de los derechos legítimos y de interconectar a los tres segmentos del pueblo palestino: los ciudadanos y ciudadanas palestinas de Israel, los y las palestinas en los TPO y los de la diáspora. También demuestra que Gaza constituye una parte integral de la identidad nacional palestina. Los palestinos de Gaza nunca han sido antipatrióticos y no se les puede responsabilizar a ellos de la profunda división nacional. Han jugado un papel esencial en la configuración y en la defensa activa del nacionalismo palestino moderno, que es precisamente lo que la Marcha ha reafirmado.

Los dirigentes palestinos han presentado una remisión a la Corte Penal Internacional (CPI) alegando que los funcionarios israelíes han cometido crímenes de guerra y crímenes de lesa humanidad contra el pueblo palestino. Tienen que ir más lejos: deben renunciar a las limitaciones de Oslo, incluida la coordinación de seguridad y la subordinación económica [a Israel], y abrazar inequívocamente el llamamiento de la campaña del BDS. No deberían participar en ninguna “negociación” a menos que lo que encabece la agenda sea la aplicación de la Resolución 194. Deben asegurarse de que cualquier negociación aborde la reivindicación de poner fin a las políticas de apartheid contra los ciudadanos y ciudadanas palestinas de Israel.

Finalmente, la lucha por la libertad, por el retorno y por la autodeterminación para todos los segmentos del pueblo palestino encarna de manera concreta la unidad nacional inclusiva sobre el terreno. A esta unidad no la definen dos facciones políticas, ni las denominadas “dos partes de la patria” (es decir, Cisjordania y Gaza), sino más bien la nueva conciencia colectiva a la que la Marcha del Retorno y el BDS han contribuido.

* Haidar Eid es profesor asociado de Literatura Poscolonial y Posmoderna en la Universidad Al Aqsa de Gaza.
Al Shabaka. Traducción para Rebelión de Loles Oliván Hijós. Extractado por La Haine

 

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