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Anti Patriarcado :: 31/05/2007

Prostitución y dominación patriarcal

Alita de la cuerva
Se alimenta todavía la visión de que el acceso sexual al cuerpo femenino es un derecho masculino fundamental que puede ejercerse a través de la mercantilización del cuerpo femenino así como a través de la obligación, la de un servicio sexual que las mujeres deben a los hombres y que se inscribe dentro de la negación de su propio deseo.

Introducción

El patriarcado, que a todxs nos humilla y veja a diario, exigiendo la venta, a través del Estado, de nuestra sumisión, exacerba dicha situación cuando se trata del género femenino. También ocurre lo mismo con lxs niñxs, pero en este artículo nos centraremos en la desigualdad de géneros. Asimismo, soy consciente de que el género masculino también es víctima de una estereotipación, pero eso también lo dejaré para otra ocasión.

Igualmente, me gustaría que la reflexión acerca de la prostitución que sigue, no quede simplemente en una crítica hacia la situación que viven las mujeres de la calle y los prostíbulos, pese a que ese sea el tema que nos ocupa. Por un lado, afecta también a la pornografía, a lxs teleoperadoras de las líneas eróticxs, a las mujeres dispuestas a casarse a través de agencias matrimoniales internacionales o a aquéllas que lo hacen con un "buen partido", etc.. Por otro, también me refiero a lxs obrerxs del sector servicios, que como todxs sabemos es mayormente ocupado por mujeres y, en cuyos puestos laborales, la imagen, el agradecimiento, el ofrecimiento del servicio, la pasividad y la sumisión respecto a los deseos del cliente son la norma a seguir. La prostitución, en el sentido más específico del término, no es más que el reflejo más exacerbado de toda esta cotidianidad.

Las luchas femeninas/feministas de los últimos años centraron sus reivindicaciones más sonadas en aspectos sexuales y de reproducción (aborto). Este discurso fue distorsionado desde el patriarcado y sus instituciones económicas, políticas y morales y parece que aquellas luchas ya han sido superadas. Nada más lejos de la realidad. La subyugación del cuerpo femenino está latente en todas partes: no hay más que revisar los prejuicios de padres, madres y educadorxs respecto a la apariencia y sexualidad femeninas (y masculinas); no hay más que ojear las revistas destinadas a mujeres o adolescentes, observar los roles femeninos en televisión o descubrir en toda publicidad a la mujer de apariencia impecable que de forma más explícita o subliminal se muestra pasiva y objetivada para que el goce de otros. ¿Dónde sino creemos que están los orígenes de anorexias, violaciones y malos tratos?

Finalmente, no hay que olvidar las ingentes cantidades de dinero que reporta dicho negocio, ya sea al Estado que lo haya regulado, ya sea a proxenetas, mafias, etc..

La industria de la explotación sexual, en todas sus vertientes (desde la pasarela Cibeles hasta los tugurios de niñas tailandesas sobrevioladas), es, pues, la expresión más evidente de la esclavitud humana. No en vano, ya en el 1936, las Mujeres Libres decidieron liberar los prostíbulos como icono más fehaciente de dicha sumisión.

Mitos que enmarcan la prostitución

La prostitución es un fenómeno que afecta a diversos aspectos de la sociedad y que no se limita sólo a actividades individuales (prostituta y cliente). Todo análisis de la prostitución requiere que se la ubique dentro del contexto político, social, económico y cultural que la ha dado origen y que la sigue alimentando. Requiere un esclarecimiento de los actores que la protagonizan y de las estructuras económicas y sociales que la sostienen.

Numerosos mitos circulan sobre la prostitución y la mayoría niegan o minimizan la amplitud y la gravedad de este fenómeno.
Se dice a menudo que la prostitución es el oficio más antiguo del mundo: nada más lejos de la realidad a no ser que se asemeje a la esclavitud. Con esta frase se llena la boca el poder público patriarcal ante un crimen que no quiere ni sabe cómo erradicar.

Dicen también que es una profesión como cualquier otra: pero dicha actividad está siempre reservada a lxs demás, ya que nadie querría ver asistiendo a sus hijxs, mujeres, madres o hermanxs a cursos de formación profesional para ejercerla, por ejemplo. La prostitución no será nunca un oficio: se trata de una explotación del cuerpo y de la persona. "No sé si es el más antiguo, pero sí es el más doloroso, sobre todo interiormente. Las agresiones físicas, no son nada al lado del dolor interior: el que te desgarra, que te impide respirar" (joven prostituta francesa). Se trata de un oficio física y psicológicamente insostenible: por ello, muchxs "chulxs" obligan a estas mujeres a pasar un tiempo en casas de prostitucióndonde las principiantes son "adiestradas" con una media de 30-50 relaciones al día; la mujer ve ahí su voluntad quebrada, queda psicológicamente destruida. A partir de entonces será fácil asegurar su fidelidad a la calle.También vemos a muchas prostitutas cambiar de nombre y adoptar uno "de guerra" cuando se prostituyen, como si se desdoblaran. Además, beben o se drogan para olvidar.

Dado que el dinero otorga las consecuentes relaciones asimétricas entre cliente y prostituta, la prostitución encarna y propicia la brutalidad y la violencia.

Además, al contrario que en el resto de empleos, con los años y la experiencia, la prostituta ve devaluar aquello que le permite subsistir, su cuerpo, por lo que su vida se degrada aún más (baja de precios, etc.).

Por otro lado, no puede decirse que dicho "oficio" haya sido escogido libremente: esta actividad concierne esencialmente a mujeres que provienen de medios económicamente y socialmente desfavorecidos, lejos de los medios que permitirían su mejor reinserción social (inmigración, bajo nivel educativo, bajo nivel de ingresos...). Aún más, no deberíamos ignorar que el 80% de las prostitutas han sido violadas o apaleadas durante su infancia, por lo que la prostituida desprecia su cuerpo (que ahora ve como impuro y objeto de placer para los hombres). La prostitución es la opción de aquéllas que no tienen opción.

La droga es también un elemento que puede llevar a la prostitución. Es el único medio rápido de disponer del dinero necesario para pagar una dosis. Hay una relación muy estrecha entre la droga y la prostitución. O bien una se droga y se prostituye después para poder seguir drogándose, o bien una se droga para poder seguir prostituyéndose y, de forma encadenada, sigue prostituyéndose para poder pagar las dosis. Es un círculo vicioso, por lo que muchxs chulxs inician a sus prostitutas para retenerlas más fácilmente.

La prostituta, ella misma, se da ilusiones de libertad, necesidad ésta de justificarse social y moralmente. Pero en realidad no existe, como estamos viendo, diferencia entre prostitución voluntaria y prostitución forzada: se trata más bien de un nudo apretado donde se unen discriminación, esclavitud, opresión y aceptación resignada del orden social (masculino).

Finalmente, es dudoso que la diferenciación entre prostitución "voluntaria" y "forzada" vaya a alterar el significado de dicha prostitución para el cliente; tampoco alterará el ejercicio de poder que él ha adquirido con su dinero; y tampoco debe alterar los sentimientos despreciativos que tantos clientes demuestran hacia todas las mujeres. La distinción entre prostitución voluntaria y forzada es otro ejemplo de centrarse solamente en las mujeres y no en la institución de la prostitución ni en el contexto socioeconómico de nuestros tiempos.

La prostitución es necesaria dado que los hombres tienen necesidades y deseos incontrolables. Se sacrifican entonces algunas mujeres por salvar a las "mujeres decentes". La prostitución disminuiría entonces la violación; dicho postulado es falso. El violador busca la resistencia que no encontrará nunca en la prostituta.

Que el deseo sexual de los hombres sea irreprimible es otro mito. La sexualidad no es un simple instinto. El hombre, si ha sido educado para respetar a la mujer y la sexualidad de ésta, tendrá una sexualidad harmoniosa fundada en su propio placer y el de la mujer. De este modo, la violación es prácticamente desconocida en los primates y las tasas de violación y de agresión sexual varían considerablemente según las culturas sin que se produzca una variación correlativa en los niveles de testosterona. Lo que ocurre es que, en la mayoría de sociedades, el hombre es constantemente animado a tener deseos sexuales y a satisfacerlos (en orgullo a su virilidad), cuando, de otro lado, las mujeres son reprimidas.

Una visión tradicional del hombre es legitimada: un hombre que rechaza una relación real con una mujer muestra su poder mediante el dinero, controla sus sentimientos sin comprometer nada de su persona y se desprende del riesgo del reencuentro y de la reciprocidad.

De otro lado, se estigmatiza a la prostituta en una estrategia patriarcal que nos bipolariza a las mujeres en buenas (madres, esposas e hijas) y malas (mujeres desvinculadas de un varón que las legitime). Dicha división supone un control social y sexual sobre las mujeres donde el estigma se impone como un signo de sumisión y esclavitud. Si la sociedad patriarcal desprecia a las putas es porque éstas son percibidas como el chivo expiatorio de la trasgresión de la norma moral, del pecado, a la par que la masculinidad reafirma su supremacía y se desvincula de toda culpa., redimido a través del pago. La exclusión a la que son sometidas dichas mujeres se traduce en la carencia de lazos sociales.

Se alimenta todavía la visión de que el acceso sexual al cuerpo femenino es un derecho masculino fundamental que puede ejercerse a través de la mercantilización del cuerpo femenino así como a través de la obligación, la de un servicio sexual que las mujeres deben a los hombres y que se inscribe dentro de la negación de su propio deseo. La prostitución deshumaniza la sexualidad y reconforta la incomprensión y el desprecio entre las mujeres y los hombres.
La prostitución ayuda a los hombres tímidos y a disgusto con su físico. comentarios.

Diferentes soluciones planteadas para acabar con prostitución

El Prohibicionismo

Supone que la prostitución, su organización y su explotación están prohibidas. Esta opción ha sido escogida en países como China u Oriente Medio.

En Barcelona, medidas como la "Ley de Civismo" penalizan muchas prácticas de prostitución en base a moralismos caducos y herederos de tabúes y que no son más que una excusa para reportar al Fisco Público sumas de dinero a través de multas y arrestos.

La Reglamentación o Regularización

Dicha práctica, de la cual Francia fue pionera, va directamente ligada a prácticas higienistas iniciadas en el siglo XIX. Las prostitutas eran consideradas un mal de la sociedad, portadoras de enfermedades, debiendo ser recluidas en centros donde su esclavitud fuese legal pero sin que tuvieran un contacto abierto con el público (para evitar epidemias). Las casas de putas se convirtieron pues en empresas comerciales cuyo único objetivo era hacer dinero del cual, el Estado, recibía casi un 50% de los ingresos generados en dichos lugares en forma de impuestos.

Dicha medida ha sido un fracaso: ni ha evitado los maltratos a las prostitutas ni la propagación de todo tipo de enfermedades de transmisión sexual. Tampoco ha podido impedir la prostitución en la calle, ni la clandestina, ni la corrupción, ni el peligro.

En Alemania, siguiendo esta política, nacen los "Eros Centre", supermercados del sexo que van cambiando de dueño a menudo, donde la prostituta ejerce y, de lo que cobra, reporta un porcentaje en concepto de impuestos al Estado y al Ayuntamiento. Además paga, a precios desorbitados, la habitación, los preservativos, las toallas y la comida al "gerente" de un centro con ventanas siempre cerradas, pasillos interminables, habitaciones minúsculas. Se supone que en dichos centros las prostitutas son independientes, cuando en realidad están a merced del proxeneta de turno.

La reglamentación de la prostitución sólo favorece la expansión del proxenetismo y la consideración de lxs proxenetas como empresarixs, al tiempo que se da la cobertura legal para que las organizaciones mafiosas desarrollen su actividad con mayor impunidad.

A nivel ideológico, la reglamentación de la prostitución equivale a defender un modelo de sociedad en donde unos seres humanos tienen que soportar, a cambio de dinero, ser humillados cada día por un número variado de desconocidos que por ser clientes absorben en sí un status de poder. Además, educa a la población en la idea de que la sexualidad es un mero objeto de consumo que se compra y adquiere como el resto de las mercancías.

Abolicionismo

Supone tolerar la prostitución intentando eliminarla por la prevención y la reinserción de las prostituidas.
Suecia ha sido país pionero en este tipo de medidas desde 1999, criminalizando la "compra de los servicios sexuales", es decir, al cliente.

En San Francisco, se han aplicado el mismo tipo de medidas, el cliente debiendo pagar una multa, realizar servicios sociales y acudir a una "Escuela de clientes" en la cual, ellos, que sólo conocen un cuerpo silencioso y dócil, se encontrarán con la cólera de esas mujeres y su verdadera opinión sobre su trabajo, que no es el de la "prostituta feliz".

Pese a todo, parece lamentable que desde estas campañas se impulsen mensajes lamentablemente mentirosos dando la idea de que si juntamos firmas, castigamos a los clientes, promovemos cursos de formación o subsidios de desempleo para las mujeres prostitutas, conseguiremos crear las condiciones adecuadas para que nadie tenga que dedicarse a este oficio y, en consecuencia, disminuir el poder de los traficantes, la prostitución ilegal, la demanda y el abuso sexual de mujeres y niñxs.

Objetivación del cuerpo femenino

La prostitución es un paradigma de la condición femenina. Se trata de una modalidad de explotación, ejercida mediante una actividad histórica y organizada, basada en los roles sexuales... a cambio de un pago inmediato en dinero o bienes que son apropiados en parte por la víctima de la explotación y frecuentemente también por tercerxs organizadxs en torno a esa explotación.

La mujer es, o debe ser según el discurso patriarcal, una segunda categoría, un punto de apoyo de la masculinidad, un complemento, un objeto de, enfin, una personalidad negada en pro del macho. En base a dicha diferenciación entre géneros, la feminidad se caracteriza, hoy en día (es decir, tras la mal llamada "liberación de la mujer"), por seguir perpetuando la imagen de un género femenino pasivo: laboralmente (capaz de asumir las tareas tanto "masculinas" como "femeninas"), socialmente, lingüísticamente, culturalmente, moralmente y económicamente.

Por otro lado, el poder ha utilizado siempre el sexo para doblegar a sus víctimas. En las sociedades patriarcales, la identidad masculina es sinónimo de virilidad y conquista sexual. Una de las actitudes más recurrentes, durante todas las guerras, para asegurar el sometimiento, es la violación sistemática de las mujeres del pueblo vencido. En consecuencia, la dominación a gran escala de la mitad de la población ha consistido en la objetivación de la identidad de las féminas, es decir, reduciendo su exigencia a disponer del propio cuerpo en una coquetería esclava e insana, a un cuerpo pasivo convertido en objeto de placer dispuesto a ser consumido por el género opuesto (el género activo que desea), a una persona que, además, es mano de obra barata y entretiene a los clientes (en el sentido más amplio).

Dentro de los roles sexuales operantes en nuestras sociedades, toda mujer ha percibido que el sexo es rentable y que su cuerpo es un recurso. No debe sorprendernos que haya aumentado notablemente, en la actual crisis económica, el número de mujeres que recurren a la prostitución como medio de supervivencia y para el mantenimiento de la familia.
La prostitución es un negocio que otorga ganancias a un conjunto de intereses y forma parte de una industria socio-económica que incorpora todas las características de explotación social, racista, étnica y sexista, vigentes en nuestras sociedades globalizadas y patriarcales.
Los burdeles son negocios que nos permiten percibir, sin gran dificultad, que quien está detrás (como en todo) es el capital: estamos ante lucrativas empresas que producen unos altos beneficios con costes muy bajos; de ahí, que existan diferentes "negocios" adecuados a distintas clases sociales y a sus específicos intereses y apariencias.

Además, la especialización, a nivel internacional, también tiene que ver con este negocio y así, igual que a cada país le hacen producir aquello que más riqueza genera en el mercado internacional, hay países que basan su producción y riqueza nacional en la venta de mujeres, uniendo enormes beneficios y sumisión generalizada. La prostitución se ha extendido a todos los continentes. Los países pobres desarrollan la prostitución femenina e infantil, así como el tráfico de este colectivo humano, para poder mantener su competitividad en el plano internacional. Entre las distintas modalidades de prostitución mencionaremos el turismo sexual, la prostitución para bases militares, la pornografía, la comercialización del sexo mediante internet y los matrimonios por correo. Queda pues patente hasta qué grado la globalización de la economía ha podido sacar ventaja de la ideología patriarcal: se trata de una megaindustria que mueve más de 17 millones de dólares al año. Las estadísticas sobre mujeres y niñxs traficadas a países de Europa, Norte América, Japón y Asia son estremecedoras. La Interpol estima que 300.000 mujeres desde Europa del Este están involucradas en prostitución en Europa Occidental, controladas en su mayoría por mafias internacionales. Además, sólo en Italia, según la Organización Internacional de la Migración, ingresan anualmente entre 20.000 y 30.000 mujeres y menores provenientes de África, ilegalmente, para fines de prostitución. El estereotipo de mujeres exóticas de los países del Tercer Mundo pone al descubierto los conceptos racistas y sexistas presentes en la cultura de la sexualidad masculina. En España, mientras en el año 1999, en los clubes de carretera se estimaba que había unas 9.590 mujeres prostituidas, los recuentos actuales elevan al número a más de 19.000 mujeres; el 98% de ellas son inmigrantes.

Si la socialización de los hombres conlleva a considerar que la esencia de su identidad reside en su proeza sexual, sabemos que la socialización de las mujeres ha sido orientada hacia la sumisión, la pasividad, la dependencia y el intercambio de sexo por seguridad afectiva y económica. La inseguridad y la vulnerabilidad de la mujer siempre han operado en provecho de la dominación sexual masculina.

A lo sumo, la mujer ha asumido la falsa imagen de su propia condición de inferioridad respecto a los hombres, su dependencia y sumisión, al igual que todo el género humano ha sido enajenado y prostituido bajo el dominio del mayor proxeneta, el Estado. Y es que, en la misma situación de prostitución, las mujeres encuentran un mecanismo de compensación ambiguo y falso, que es el de considerar que, a través de sus cuerpos, ejercen un poder sobre los hombres, que es el someterles por medio de ofertas sexuales. Las mujeres debemos conquistar el placer sexual que se nos ha negado históricamente para así convertirnos en sujetos de placer, frente a la cosificación a la que hemos sido condenadas. Se apunta así a la necesidad de continuar transformando la sexualidad más allá de la denominada revolución sexual de los años 60-70, claramente insuficiente.

Pornografía

La pornografía conlleva a la vez una dimensión provocante y mercantil. Todos nuestros deseos están ya materializados y disponibles en el mercado, desde el que no dejan de llegarnos invitaciones al placer. Lo verdaderamente preocupante es que en todas esas fantasías, listas para consumir, las mujeres seguimos encarnando representaciones al servicio del hombre en todas las variantes concebibles.

Debemos, en primer lugar, diferenciar la pornografía del erotismo, el cual puede también ser provocador y llevar implícito un objetivo comercial, pero está más orientado a visualizar experiencias afectivas y sexuales entre la pareja, de forma recíproca.

La pornografía no expresa ningún tipo de afecto. La pareja se escinde en dos categorías: el dominante -el hombre- y la dominada -la mujer o niñxs-, utilizadxs como objetos. Éstxs son entonces partícipes de situaciones degradantes, envilecedoras, mostrando que no pueden encontrar su placer más que en un rol de sumisión y de humillación. La sexualidad sirve así de coartada para crear o reforzar una desigualdad, donde los cuerpos de las mujeres y niñxs son mostrados como objetos, mercancías, abusando de primeros planos para mostrar penetraciones por todos los orificios y el placer final atribuido a la emisión del semen masculino. El pene sólo es filmado cuando está erecto, símbolo patriarcal de la potencia masculina; la emisión del esperma es dramatizada como la apoteosis esperada de la erección salvadora que inunda el cuerpo abandonado de la mujer. La pornografía hace apología de la violencia hacia las mujeres y/o niñxs, donde el hombre domina por su sexo triunfante.

Estas películas no muestran la sexualidad entre hombres y mujeres, la cual no se limita a la penetración y hace partícipe a la persona al completo. Limitar dichas experiencias a los órganos genitales despojan a aquéllas de partes importantes del placer: la imaginación, el deseo recíproco y el contacto corporal al completo.

El comercio pornográfico se hace principalmente entre países desarrollados pese a que actualmente tiende a extenderse a países en vías de desarrollo. Concretamente, la clientela del mercado del cyberporno está compuesta de un 95% de hombres. En 2001, Vivendi Universal Canal + tenía el monopolio del mercado mundial.

La banalización de la pornografía, lejos de liberar o emancipar a los individuos destruyendo los tabús de nuestras sociedades judeo-cristianas, no hace más que reforzar los fundamentos de la sociedad capitalista y patriarcal. El dinero es el motor y el objetivo del éxito, donde las relaciones entre géneros son relaciones de fuerza, envilecidas y degradadas.

Conclusiones

La "naturalidad’ y la "necesidad’ con que la sociedad acepta la prostitución es lo que encubre su verdadera naturaleza y oculta lo que realmente da origen a su existencia: el embrutecimiento y desigualdad en las relaciones.

La creencia profunda y generalizada de que los hombres tienen derecho a los favores sexuales de las mujeres, implícita en la sexualidad masculina, es inculcada en hombres y mujeres desde temprana edad. Este mismo concepto de sexualidad apoya el comportamiento de lxs proxenetas, al colocar el control de sus mujeres involucradas en la prostitución dentro de los confines de las relaciones de dominación, sometimiento y dependencia. Este derecho y necesidad masculinos, la idealización de la mujer como objeto sexual, la adquisición de los servicios sexuales por dinero, son los factores que perpetúan la prostitución.

La prostitución no es un fatalidad inevitable en nuestras sociedades; no siempre ha existido: incluso hoy en día, no existe en muchas culturas tribales. El sistema sexo-género, en el que la mujer es considerada un objeto sexual para el uso y disfrute de otros seres sexuados y que se entrega al hombre para su placer o para procrear, es lo que está en la base de la industria del sexo o del tráfico de mujeres. Si a esto le unimos la situación de precariedad económica, de la que la feminización de la pobreza es su principal exponente, nos daremos cuenta de que el problema no radica en si la prostitución es legal o no, sino en la buena salud de este capitalismo patriarcal que nos esclaviza a todxs.

Nuestra lucha tiene que sostenerse contra el estigma (así como contra los abusos de quienes se benefician de dicho negocio) y no contra las putas, dado que la "deshonra" no recae únicamente sobre éstas, sino además sobre las lesbianas (y la comunidad homosexual en general), las promiscuas, etc.

Hay que practicar una educación no sexista que contribuya a acabar con la prostitución, con las relaciones asimétricas y sus correspodientes abusos de poder; hay que enseñar, asimismo, el respeto al propio cuerpo y al de los demás.

La sexualidad y el sexo deben dejar de ser tabúes o de confinarse al área más estrictamente privada. El sexo se ha de tratar como algo público puesto que nos concierne directamente a todxs y reviste un cariz político. El patriarcado configura, mediante la ordenación de la sexualidad, una construcción política, el género, atravesada por relaciones de poder y dominación.

Apéndice: Extracto del "Manifiesto de hombres por la abolición de la prostitución"

"A todos los hombres por la igualdad entre hombres y mujeres"

Nosotros, hombres por la abolición de la prostitución cuestionamos el modelo tradicional de masculinidad, basado en las ideas de control, dominación y rechazo de los sentimientos. Nos manifestamos a favor de una sociedad totalmente libre de machismo y discriminación por razón de género. Por ello valoramos que la prostitución es una manifestación de explotación sexual. (...)

- Defendemos que la sexualidad debe producirse en un plano de libertad, igualdad y mutua correspondencia, libre de jerarquías, dominación y mercantilización.

- Denunciamos la prostitución como una modalidad de explotación sexual de las personas prostituidas, en su práctica totalidad mujeres, y que contribuye a perpetuar y a que se acepte socialmente la violencia de género.

- Rechazamos que la educación sexual de muchos se base en la pornografía, industria donde se reproducen los mismos esquemas de violencia sexual que en la prostitución.

- Para nosotros el "cliente", el prostituidor, es el principal responsable de la misma porque con su compra permite que haya mujeres que se puedan vender y contribuye a generar relaciones sexuales de dominación.

- Consideramos que la regulación legal, sobre todo tal y como se plantea y con las escasas garantías para las prostitutas, beneficia a las mafias dedicadas a la prostitución, contribuye a su extensión y a la aceptación social de la misma, y favorece la existencia de la prostitución infantil.
(...)

- Consideramos que afirmaciones del tipo "sin la prostitución habría más violaciones", "es la profesión más antigua del mundo", "es la única manera de tener relaciones sexuales para muchas personas" son completamente inaceptables y ofensivas para los hombres. Los hombres no tenemos deseos sexuales incontrolables e incontrolados por los cuales sin prostitutas sólo podemos acabar violando. Ese tipo de argumentos sólo pretenden justificar la relación de poder que supone la prostitución y simplemente buscan defender los derechos de los explotadores sexuales.
(...)

-Pensamos que la sexualidad masculina y la masculinidad debe de ser cuestionada (para poder abordar las relaciones con las mujeres en una situación de plena igualdad). ¿Qué le falla a la sexualidad masculina para creerse con derecho a comprar mujeres? ¿Por qué el "cliente" no aspira a tener una relación igualitaria con la mujer en el ámbito sexual si no una en la que esta relación sea de dominación? Creemos que todo esto se debe reformular e, igual que hicieron las mujeres, debemos de repensar nuestro papel social y la esencia de la masculinidad para dar una respuesta adecuada a la actual situación de igualdad entre hombre y mujer.
(...)

Consideramos que, aunque la prostitución homosexual posee características diferentes de la prostitución heterosexual, es también una forma de explotación sexual. Por ello, llamamos a los hombres heterosexuales y homosexuales a comprometerse de manera activa en la lucha contra la prostitución. (...)

HOMBRE, LAS MUJERES Y LOS HOMBRES NO SON MERCANCIAS, NO LOS COMPRES! CON ELLO CONTRIBUYES A LA EXPLOTACIóN SEXUAL

 

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