El modelo de "sustitución de importaciones" estaba estrechamente ligado a la agro exportación hacia los Estados Unidos, a la vez que promovía una relativa industrialización para desarrollar el incipiente mercado regional, cuya máxima expresión fue el Mercado Común Centroamericano (MCCA). Este modelo de integración regional entró en una crisis mortal en los años 70. El triunfo de la revolución nicaragüense en 1979 y el auge revolucionario en El Salvador y Guatemala en la década de los años 80, fueron posible, entre otros factores, por la desarticulación del MCCA.
A partir de 1990, fecha en que se produjo el derrumbe de la URSS y el fin de la revolución en Nicaragua y el Salvador (aunque el tratado de paz se firmó hasta el 16 de Enero de1992) la región centroamericana, sin el peligro inminente de la revolución social y bajo la influencia del "Consenso de Washington", experimentó profundos cambios en el modelo económico, que todavía no han sido analizados correctamente por los revolucionarios.
Este nuevo proceso de integración económica regional se produjo por fuera del decadente MCCA y SICA [Sistema de Integración Centro Americano], y obedeció más a un proceso natural de ampliación y absorción del mercado por parte de las transnacionales, y no fue producto de una política consciente de los gobiernos que recién comenzaban a salir de la marejada revolucionaria de los años 80.
Transnacionales y fusiones
Sin mayor resistencia social, en todos los países centroamericanos se liberalizó el comercio, se redujeron las barreras arancelarias y no arancelarias, se negociaron nuevos tratados comerciales con países como México, Chile y Taiwan, se privatizaron total o parcialmente la mayoría de empresas estatales dedicadas a la prestación de servicios públicos (energía, teléfonos, etc.), y se liberalizó el mercado laboral para hacer aun mas atractiva la inversión extranjera.
De esta forma, los poderosos grupos económicos centroamericanos y las empresas transnacionales comenzaron a "integrar" la región expandiendo sus actividades.
Las empresas transnacionales comenzaron a comprar importantes empresas locales en todos los países centroamericanos. Actualmente, las empresas transnacionales funcionan como sistemas internacionales de producción integrada que concentran, de manera creciente, sus inversiones en actividades vinculadas a los servicios. Centroamérica no podía ser la excepción en el mundo.
Se produjo un proceso simultáneo de absorción de empresas locales por parte de empresas transnacionales, al mismo tiempo que se intensificaba la inversión intra regional y la fusión de algunos de los grandes grupos económicos. Las empresas mexicanas penetraron ampliamente en toda la región. Son conocidas las alianzas entre diferentes grupos en la actividad de bienes raíces (Grupo Poma y Grupo TACA en el Salvador, Grupo La Fragua y Grupo Pantaleón y Grupo Gutierrez- Bosch y Grupo Castillo en Guatemala); en el sector financiero (Grupo Cuscatlán, Grupo La Fragua y Grupo Pantaleón); y en el sector de tecnología (Grupo Pellas y Grupo Motta). Este auge en la actividad de bienes raíces se debe, entre otros factores, a que en los últimos años Centroamérica se ha transformado en el destino final de los jubilados de los países imperialistas.
Los grupos más poderosos tienen alianzas estratégicas con empresas transnacionales y con grupos económicos extra-regionales.
Las alianzas del Grupo Agrisal con SABMiller, las del Grupo CABCORP con Ambev, las de los Grupos La Fragua y CSU con Wal-Mart, las del Grupo Pellas con General Electric y con IBM, las del Banco Cuscatlán con el Citigroup y las del Grupo Poma con el Grupo Carso de México, son algunas de las más destacadas.
Entre las 100 empresas más importantes que operan actualmente en Centroamérica, más de la mitad (56) proceden de Estados Unidos, 28 de países europeos (Inglaterra, Francia, España, Holanda, Luxemburgo, Suiza, Suecia, Alemania), 9 de países asiáticos (Japón, Corea del Sur), 5 de países latinoamericanos (Costa Rica, México, Colombia) y 2 de Canadá.
Como consecuencia de esta integración, la inversión extranjera directa en Centroamérica aumentó considerablemente en los últimos 15 años. En la década de los años 90 se registró un promedio anual de 1 mil 333.15 millones. En el periodo 2000- 2004 se registró un promedio anual de 2 mil 121.9 millones. Con relación al PIB, la inversión extranjera directa alcanzó mayores niveles en el segundo quinquenio de los años 90, en el periodo que se produjeron la mayoría de privatizaciones en la región en áreas que antes eran monopolio estatal: telecomunicaciones, energía eléctrica y el sistema financiero.
La revolución de 1979 provocó una estampida de los grupos financieros nicaragüenses (BAC, BANIC) y estos fueron los primeros en regionalizarse (Credomatic, Aval, Pacific y LAFISE), y extender sus negociaciones de cambio de moneda, tarjetas de crédito y banca offshore.
Comercio y dolarización
Según datos del SIECA, entre 1990 y 2004 el comercio intra regional aumentó de 671.2 millones a 3 mil 439.7 millones de dólares.
A partir de 1990 se registró una creciente integración empresarial: comercio, servicios básicos, turismo y finanzas. La integración financiera de los principales bancos de Centroamérica, ha sido acompañada por una creciente dolarización en los hechos. Para el año 2003, el 40% de los activos totales del sistema financiero estaba en dólares. En Panamá y El Salvador la moneda oficial es el dólar norteamericano.
El motor inicial de este proceso de mayor integración del mercado regional fueron los países del llamado Triángulo del Norte (El Salvador, Guatemala y Honduras), posteriormente se adhirió Nicaragua, al crear una zona de libre comercio entre los mismos. Con el CAFTA este proceso dio un salto de calidad, aunque todavía esta pendiente su ratificación mediante un referéndum en Costa Rica.
Nuevo modelo
Por primera vez en nuestra atribulada historia, las economías de los cinco países que conforman la nacionalidad centroamericana han dejado de ser exclusivamente "agroexportadoras", lo que ha conducido a un debilitamiento político de las oligarquías y de las castas militares que siempre controlaron el poder, dando paso al surgimiento de nuevas fuerzas políticas, como ARENA en el Salvador, el PLC y el FSLN en Nicaragua, el PAC en Costa Rica El nuevo modelo de explotación capitalista ya no se basa en la agricultura, sino en la economía basada en los servicios y el comercio, cuyas áreas más dinámicas son las maquilas, el turismo y las remesas.
Los grupos hegemónicos que dominan actualmente en Centroamérica ya no están vinculados a la agricultura tradicional, sino que están vinculados a los servicios, al turismo, a los bienes raíces y al sector financiero, aunque en Guatemala los grupos agroindustriales y agrícolas siguen siendo muy poderosos.
Maquila y turismo
Esta tipo de industria nos hace retroceder al periodo de acumulación originaria del capitalismo, en donde no existían derechos laborales. La nueva clase obrera es una fuerza semiesclava.
La maquila en Centroamérica utiliza intensivamente mano de obra poco calificada, especialmente mujeres, y genera empleo de baja calidad, salvo el caso de Costa Rica donde existe maquila de alto valor agregado.
En términos generales, la maquila centroamericana es parte de la cadena productiva de las grandes transnacionales.
La industria turística en Centroamérica está en manos de las grandes transnacionales hoteleras, pero también participan empresas grandes, medianas y pequeñas, en una escala nada despreciable.
Remesas de migrantes desde EEUU
Las migraciones de centroamericanos hacia Estados Unidos han generado una nueva fuente de divisas, las remesas familiares, que han contribuido a preservar la estabilidad financiera y cambiaria.
Y como las remesas representan un excedente económico adicional, contribuyen al financiamiento de la inversión, refuerzan los patrones de consumo y constituyen uno de los principales instrumentos redistributivos con que cuenta el modelo, contribuyendo de esta manera a la reducción de la pobreza.
Remesas transferidas por los migrantes centroamericanos
Desde otra perspectiva, las migraciones hacia Estados Unidos contribuyen a quitarle presión al mercado laboral local, lo que a su vez amplía los espacios de maniobra capitalista para definir e implementar políticas públicas, contribuyendo a la estabilidad social y política.
En conjunto, en el período 2001-2004, las remesas hacia América Latina ascendieron de 24 a 45 mil millones de dólares. Una buena parte de la clase obrera centroamericana y Latinoamérica ya no trabaja en nuestros países, sino que forma parte del contingente más explotados en las metrópolis imperialistas, especialmente en Estados Unidos.
En el mismo período, 2.026,150 trabajadores centroamericanos emigraron hacia los Estados Unidos y 71,685 lo hicieron a Canadá Las remesas mitigan el hambre, pero tiene un efecto adormecedor en las luchas obreras y populares. De la misma forma, la migración permanente hacia los Estados Unidos, por un lado, y la creciente migración intra regional (nicaragüenses a Costa Rica y El Salvador, Hondureños a El Salvador), por el otro, quitan presión sobre el desempleo y subempleo, y vuelven relativamente manejables las crónicas crisis del sistema capitalista.
El Socialista Centroamericano Nº 65, 22/06/07. Socialismo o Barbarie