“El gato peruano tiene siete vidas, el gato sueco nueve… Así que tengo derecho a que la próxima ya me toque”, recita Hugo Blanco, sentado en la cafetería de un hostal en el casco histórico de Cusco. En sus 76 años de vida, hasta nueve veces le vio la cara a la muerte, según su propia cuenta. Sin embargo, a medida que avanza en su relato queda claro que se ha dejado unas cuantas veces fuera.
Condenas de muerte, tiroteos, secuestros, intentos de asesinato, alguna enfermedad, catorce huelgas de hambre, torturas y cárceles… Y siempre la muerte salió perdiendo. Tan molesto ha resultado este histórico luchador campesino para los sucesivos Gobiernos peruanos que, en una de sus huelgas de hambre, el entonces ministro del Interior se solidarizó con su situación regalándole un ataúd.