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Asia :: 30/11/2007

La cara más oscura del régimen filipino

Txente Rekondo
Los movimientos contra la presidenta filipina, Gloria Macapagal Arroyo (GMA), nos han mostrado una historia ya vivida en el pasado.

Los movimientos golpistas, las acusaciones de corrupción, el poder de las fuerzas armadas, los enfrentamientos armados con la guerrilla comunista del Nuevo Ejército del Pueblo (NAP) y con los diferentes grupos armados moros, son la otra parte de una fotografía que difícilmente nos llega desde el país asiático, pero que aún ocultando es una parte de la “democracia” filipina.

Filipinas se caracteriza, tras muchos años de una brutal dictadura apoyada por Estados Unidos, por tener un sistema dominado por las diferentes élites del país, que mientras combaten entre ellas por hacerse con las mayores cuotas de poder, condenan a la mayor parte de pueblo filipino a la marginación del escenario político y a la pobreza, ya que los importantes recursos naturales del país generan grandes sumas de dinero que siempre acaban en los bolsillo de las élites filipinas.

La popularidad de la presidenta Arroyo alcanza los índices más bajos, habiéndola definido como “la más impopular y polémica” tras la dictadura de Ferdinand Marcos. Además, en las elecciones al Senado del pasado verano, Arroyo ha sufrido una humillante derrota, no sólo por el fracaso de sus candidatos sino porque entre los vencedores se encontraban algunas de los “dirigentes” de la actual maniobra “político- militar”.

Mientras que GMA sigue haciendo discursos grandilocuentes, anunciando que antes de que acabe su mandato en el 2010, el país se incorporará a la lista de “los países desarrollados del mundo”, observadores de aquella realidad no dudan en mostrar las dos caras de la moneda filipina, por un lado esas declaraciones de buenas intenciones, pero al mismo tiempo coexiste “la otra cara”, donde prevalece el sistema plagado de corrupciones, un poderoso e influyente ejército, la pobreza, dos importantes insurrecciones armadas y la presencia de EEUU en Filipinas”.

Recientemente ha visto la luz un informe del enviado especial de Naciones Unidas, Philip Alston, donde señala que “el incremento de la violencia contra los militantes de izquierda obedece a la estrategia contrainsurgente del gobierno”. En ese informe Alston viene a corroborar lo que se puede definir como el lado más oscuro del régimen filipino, algo que prefieren olvidar los gobiernos occidentales, y que probablemente ningún dirigente de nuestro entorno tendrá a bien en señalar a la presidenta Arroyo durante su visita anunciada por diferentes estados europeos.

La estrategia del gobierno, dirigida, planeada y ejecutada por los militares filipinos, ha supuesto la muerte en los últimos seis años en “ejecuciones extrajudiciales” de cientos de militantes de izquierda, líderes sociales, defensores de los derechos humanos, sindicalistas y abogados. Bajo la excusa de que la mayoría de organizaciones o grupos son “frentes del Partido Comunista de Filipinas (CCP), se ha puesto en marcha un proceso de desmantelamiento de las organizaciones sociales.

Las Fuerzas Armadas filipinas (AFP) sostienen la “teoría de las purgas”, intentando presentar esas muertes como fruto de enfrentamientos internos y purgas. Sin embargo, las AFP mantienen publicaciones donde teorizan y presentan esa campaña dentro de la llamada “trinidad de la guerra”, donde presenta como un solo bloque al CCP, el NPA y el Frente nacional Democrático (NFD), así como el informe en Power Point “conociendo al enemigo” que utilizan en sus seminarios y charlas los oficiales filipinos.

La ola de violencia se ve incrementada además por los conflictos armados que el estado filipino mantiene con el NPA y con los insurgentes moros en Mindanao. También se producen enfrentamientos mortales por las disputas en torno a la reforma agraria, donde los propietarios cuentan con el apoyo de policial y la impunidad para atacar a los campesinos. Así mismo, en estos años de gobierno de Arroyo, el número de periodistas muertos violentamente ha aumentado considerablemente. Finalmente, han aparecido grupos de “escuadrones de la muerte”, como el que actúa en la ciudad de Davo, y cuyos integrantes cometen sus acciones a cara descubierta, y con más de 500 muertos desde 1998, muchos de ellos “niños de la calle”.

Evidentemente la guinda de esta estrategia la encontramos en torno al sistema judicial, “que en lugar de perseguir a los autores de esas ejecuciones, se dedica a perseguir a los dirigentes de la sociedad civil”, dando un halo de impunidad añadida a ese poder fáctico que representan las AFP.

Tampoco podemos pasar por alto el papel que EEUU juega en este teatro de operaciones. Desde el 11-s, y nuevamente bajo la excusa de “la guerra contra el terror”, Washington ha logrado “volver” a suelo filipino, para lo que no ha dudado en inyectar enormes sumas de dinero para las arcas del gobierno y las AFP, al tiempo que bajo el manto de “operaciones y maniobras conjuntas” ha logrado reinstalar una presencia permanente en el archipiélago, con el valor geoestratégico que conlleva, de cara a frenar el peso chino en la región y de paso controlar el importante paso del estrecho de Macasar. De momento ha logrado volver a estacionarse en suelo filipino de manera permanente, asegurándose el uso logístico de la región.

Tras los sucesos de estos días, no es difícil anticipar que acontecimientos similares pueden volver a repetirse en el marco de la convulsa realidad de aquel país. Y la pregunta que se hacen muchos es saber si GMA logrará acabar su mandato dentro de tres años o si bien será destituida por los casos de corrupción que le acechan o por algún movimiento golpista.

Gabinete Vasco de Análisis Internacional (GAIN)

 

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