Es la noche del 30 de julio de 1920; unas ligeras columnas de trabajadoras, con pancartas y pañoletas rojas, se dirigen al Teatro Bolshoi desde los distritos periféricos de Moscú. En sus carteles, las consignas rezan: “de la dictadura del proletariado en todos los países, a la completa emancipación de las mujeres”.
“Un coro de voces femeninas entona La Internacional por las calles de Moscú. Las proletarias moscovitas acuden con alegría a la inauguración de la Primera Conferencia Internacional Comunista de las Mujeres en el Teatro Bolshoi, a la que también se unen visitantes extranjeros.
Hacia las ocho de la tarde, el aforo del teatro está completo. Las trabajadoras ocupan la platea y las gradas, y el escenario acoge a las delegadas de Alemania, Francia, Reino Unido, EE.UU. México, Austria, Dinamarca, Suecia, Hungría, Finlandia, Noruega, Letonia, Bulgaria, India, Georgia, el Cáucaso y el Turkestán” [2].
Así describieron las mujeres revolucionarias la apertura de su primera conferencia, celebrada en Moscú en julio de 1920.