Faltando pocas semanas para la realización de elecciones en el Estado Plurinacional de Bolivia, el gobierno de facto, parece haber caído en un estado de crisis institucional y política. Renuncias y destituciones de ministros, acusaciones de corrupción y viajes clandestinos al exterior, que son acompañados por una catarata de encuestas extrañas que sitúan al electorado yendo de un lado al otro con su voto, a gusto del pagador de las mismas, tratando de negar con la especulación, lo que dice la calle y lo que demuestra la magra gestión gubernamental que ha colocado al pueblo boliviano en un tobogán que lo arroja indefectiblemente, a una situación de pobreza desesperante.