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Las muertes se suceden bajo la inoperancia del gobierno.
La falta de “cauces normalizados y permanentes de entrada a España”, así como la inexistencia de programas de cooperación y codesarrollo reales y verdaderamente efectivos” está provocando que aún hoy, tras la construcción de las vallas de la vergüenza de Ceuta y Melilla y la intensificación de los controles marítimos por parte de la Guardia Civil, sigan pereciendo personas. La organización señala en este sentido, que desde el comienzo del año, han muerte unxs 921 migrantes, que intentaban alcanzar las costas de la Península.
Mientras esta situación se reproduce desde 1988 (cuando se halló la primera persona en la costa andaluza), tanto instituciones como un número importante de la población, siguen sin querer afrontar la grave situación que se está viviendo tanto en Andalucía, por ser la zona limítrofe con el continente vecino, como en las islas Canarias u otros países del denominado Primer Mundo.
La negativa de las instituciones para aportar al menos infraestructuras de acogimiento para las personas que van llegando, ha provocado el colapso total de los centros de acogida tanto en Andalucía como en Canarias. Al mismo tiempo, la continua división entre muertos de primera y de segunda, sume a éstas personas en el olvido. No están reconocidxs ni en vida ni una vez muertxs, por lo que su realidad se difumina y esconde dando paso a la aparente normalidad de la vida cotidiana del Estado de Bienestar.