Por la detención de Meng Wanzhou la directora financiera de la empresa privada Huawei Technologies en Canadá a petición de EEUU, y arresta a dos ciudadanos canadienses: un exdiplomático, Michael Kovrig y un empresario, Michael Spavor. Lo extraño es que la detención de la señora Meng, bajo el pretexto de violar las sanciones de EEUU contra Irán, sucedía mientras Donald Trump se encontraban en una cena con Xi Jinping en Argentina, y afirmaba haber alcanzado un “increíble” acuerdo con su homólogo, para darse una tregua de tres meses en su guerra comercial.
Según Washington Post, Trump desconocía la orden de detención, mientras John Bolton, el asesor de Seguridad Nacional del presidente (que sueña con bombardear a Irán), afirmaba que estaba al tanto de la operación. Y ¿por qué no se la comunicó a Trump? Una de dos: están jugando al “policía bueno y policía malo” o la facción anti-china del gobierno -con Bolton y el asesor de Comercio Peater Navarro, preocupados por los avances tecnológicos del país asiático y la yuanización de sus transacciones, ha asestado un golpe a los que, como el secretario del Tesoro Steven Mnuchin, buscan una mayor participación de las compañías estadounidenses en el mercado chino y su enorme área de influencia.
Los productos de Huawei Technologies, el mayor fabricante de equipos de telecomunicaciones del mundo, han sido vetados por el gobierno de Trump desde el agosto pasado, alegando tanto la defensa de la industria nacional como el uso que China podría dar a sus empresas en el suelo de EEUU para el espionaje.
Pero, hay más.
La "Iniciativa del Sur Global"
Entre el regionalismo y la globalización, la Iniciativa china del Sur Global (ISG) aparece como resultado de:
¿Dónde queda Irán?
Irán, además de ser un país clave para la Ruta asiática de la Seda, es la primera reserva mundial de gas, la cuarta del petróleo, y el único de Oriente Próximo cuyos recursos están fuera del control de las compañías de EEUU, desde que Trump (presionado por Israel y Arabia Saudí) obligara a las compañías estadounidenses (como Boeing) romper sus contratos con Teherán. China es el mayor comprador de petróleo iraní, su mayor socio comercial, entre cuyas inversiones se encuentra el puerto de Chabahar, en el Golfo Pérsico (que sufrió un atentado “yihadista-sunnita” el 6 de diciembre), siendo una de las piezas del “Collar de perlas”, una serie de puertos estratégicos del mundo alquilados por China.
Pero, aunque China necesitará hidrocarburo para seguir con la Nueva Revolución Industrial (PartNIR), y trabajar para “un nuevo tipo de relaciones internacionales”, no arriesgará [de momento] sus relaciones con EEUU por Irán, que siquiera es su vecino (como lo es Corea del Norte): en 2012, Obama sancionó el Banco de Kunlun Co, creado por China sólo para pagar el petróleo que compraba de Irán. Pues Beijing ni quiere una guerra contra Irán, ni un cambio violento de su régimen, ni un Irán nuclear: ha votado seis resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU (junto con Rusia) en favor de las sanciones contra Teherán entre 2006 y 2010, aunque también hizo de mediador entre Irán y EEUU para alcanzar el acuerdo nuclear del 2015. [pero necesita proveedores independientes de petróleo, como Irán o Venezuela].
Esta consideración ha llevado a Beijing a:
- Rechazar el ingreso de Irán como miembro de pleno derecho en la OCS.
- Disminuir sus importaciones de petróleo iraní de 650.000 barriles al día a 250.000, desde la reimposición de las sanciones de Trump el noviembre pasado, a pesar de que Irán contaba con que este país absorbería el millón de barril que se quedaba fuera del mercado. China está abastecida por Rusia, Arabia Saudí, Angola, Irak y Omán. Por si fuera poco, también se ha retirado (igual que la francesa Total) del megaproyecto del campo de gas South Pars en el Golfo Pérsico, ha ralentizado la reconstrucción del reactor de agua pesada de Arak, se ha negado a venderle aviones comerciales, y ha dejado en el aire los contratos que ha firmado para construir ferrocarriles, autopistas, y centrales eléctricas.
Los chinos pueden utilizar “la carta de Irán” en sus negociaciones con EEUU: renunciar a hacer negocios con los persas a cambio de ventajas comerciales, por ejemplo. Las políticas del propio Irán tampoco han ayudado: se volcó con atraer la simpatía e inversiones de EEUU y Europa y se le “olvidó” enviar siquiera una delegación comercial a China, ni intentó aprovechar la guerra comercial entre los dos gigantes, cuando EEUU paralizó sus exportaciones de gas a la República Popular.
Hoy Beijing cree que involucrarse en el conflicto irano-estadounidense le perjudicará. Bueno, tampoco le disgustará ver a EEUU desgastándose en otra guerra en Oriente Próximo, que por otro lado, colocaría a la India al lado de Irán, alejándole de Washington: “Cansa a los enemigos manteniéndolos ocupados”, recomendó Sun Tzu.
Público