Principal |
Brasil :: 02/01/2019

¿Cómo será el Brasil de Bolsonaro?

Eric Nepomuceno
La defensa del aborto es una trama del marxismo cultural para que no nazcan niños

Hay serias dudas sobre qué país nacerá con Jair Bolsonaro, el capitán retirado que asume la presidencia el primer día de 2019. Por ahora y pese a todo, sigue siendo el país más poblado de América Latina, con la mayor base industrial, retumbante éxito en el campo y una de las 10 mayores economías del mundo.

Hay un cierto escepticismo entre políticos veteranos en el Congreso cuando se refieren a cómo serán las relaciones del nuevo presidente con diputados y senadores, y de las cuales depende la viabilidad de su gobierno.

A su vez, hay muchos puntos insólitos en tiempos de democracia, a empezar por el número de militares retirados que integrarán el gobierno en diferentes niveles, y también por medidas adoptadas para el día de la ceremonia en que Bolsonaro asumió el derecho, por voluntad popular, de depositar su trasero en el sillón presidencial.

Faltando pocos días para la fiesta se rumoraba entre seguidores del capitán retirado que 300 mil personas desbordarían las calles de Brasilia. Los más entusiasmados preveían 500 mil. Sería algo alrededor de dos o tres veces la multitud que, el primero de enero de 2002, saludó al entonces presidente Lula da Silva.

En concreto, un despliegue de seguridad sin precedente en tiempos de democracia: nada menos que 12 mil agentes, docenas de tiradores de élite en puntos considerados estratégicos, agentes de seguridad reunidos en pequeños bloques e infiltrados entre la multitud, puntos de revista personal con detectores de metal. Carteras, bolsos y mochilas no permitidos. Tampoco botellas de agua, las de plástico inclusive.

Bolsonaro vistió un chaleco antibalas, y todo el espacio aéreo de Brasilia estuvo cerrado. Y con un detalle: baterías de mísiles instaladas y escuadrones de aviones listos para interceptar y derribar cualquier aeronave en actitud sospechosa.

¿Fiesta o guerra? ¿Puro reflejo del grado de militarización de lo que será el gobierno de Bolsonaro? ¿Obsesión surgida a raíz del atentado ocurrido el pasado 6 de septiembre, cuando –pese a estar cercado por más de una docena de policías– el entonces candidato Bolsonaro fue acuchillado por un desequilibrado?

De todas formas, ese enredo no será lo único de insólito que ocurrirá en el gobierno que empieza a funcionar al día siguiente [hoy].

Nunca antes en la historia Brasil tuvo una ministra –y, para más exactitud, justamente la que será responsable por la cartera de Mujeres, Familia y Derechos Humanos– que haya visto a Jesucristo en un pie de guayaba. Pastora de una de las sectas evangélicas que respaldaron a Bolsonaro, Damares Alves es una de las más activas dirigentes antiabortistas en el país, y rehúsa decididamente aceptar que el aborto sea tratado como cuestión de salud pública (en un país donde las muertes de mujeres por abortos ilegales se suman por decenas de miles cada año). También asegura que ciertas fiestas escolares son guerra contra la familia. A ejemplo de Bolsonaro, no reconoce la existencia de minorías, y asegura que irá a defender los derechos humanos de todos, sin diferencias entre mayorías y minorías.

Tampoco, al menos en tiempos de democracia, hubo un ministro de Educación que, antes de asumir, ya denunciase de manera enfática el aparato marxista que conquistó el Estado y defendiese la expansión de la educación privada como única salida para semejante mal.

Ricardo Vélez Rodríguez, a ejemplo de su colega Damares y de casi todos los integrantes del gobierno entrante, jamás tuvo experiencia alguna con la administración pública. Colombiano instalado en Brasil desde hace más de medio siglo, su mayor mérito fue haber sido profesor en la Escuela de Comando del Estado Mayor del Ejército. Además, claro, de ser admirador incondicional del estilo de vida de EEUU y de Donald Trump.

Y menos aún un futuro ministro de Relaciones Exteriores como Ernesto Araujo, que nunca estuvo al frente de una embajada y asegura, entre otras cosas, que habrá alineación total con EEUU, que Dios estará presente en cada acción del país y reiteró que la defensa del aborto es una trama del marxismo cultural para que no nazcan niños.

Ah, sí: también es inédito en toda la historia de la república brasileña que un ultraderechista fundamentalista, defensor de la tortura, racista, homofóbico, misógino y cuyo nivel intelectual hace con que puesta a su lado una hormiga se parezca a un dromedario haya llegado al poder por la vía del voto popular. Con todo y chaleco antibalas.

Página 12 / La Haine

 

Enlace al artículo: https://www.lahaine.org/bM2u