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Estado español :: 16/06/2025

El caso Koldo: Un reflejo de la corrupción estructural del capitalismo español

Ricardo Guerrero
La corrupción en España trasciende partidos políticos y se ha consolidado como una dinámica estructural del capitalismo, donde las élites políticas y empresariales operan en simbiosis

El caso Koldo, también conocido como caso Ábalos, ha destapado una vez más las entrañas de un sistema corrupto que permea la relación entre las élites políticas y empresariales en España. Este escándalo, centrado en la presunta trama de corrupción liderada por Koldo García Izaguirre, exasesor del exministro de Transportes José Luis Ábalos, pone de manifiesto cómo las empresas privadas, en connivencia con figuras políticas, han tejido una red de favores, comisiones ilegales y adjudicaciones irregulares que enriquecen a unos pocos. Más allá de los nombres propios, este caso es un síntoma de una corrupción estructural profundamente arraigada en el capitalismo español, un modelo donde la clase dominante, aliada con la patronal, perpetúa un sistema de explotación y lucro que trasciende partidos políticos y se consolida como una dinámica histórica.

Las empresas privadas en el caso Koldo

En el núcleo del caso Koldo se encuentra la empresa Soluciones de Gestión y Apoyo a Empresas S.L, una compañía sin experiencia previa en el sector sanitario que, durante la pandemia de COVID-19, logró contratos públicos por valor de 54 millones de euros para el suministro de mascarillas. Según la investigación de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil, esta empresa, vinculada al empresario Víctor de Aldama, se benefició de adjudicaciones irregulares en al menos tres ministerios (Transportes, Interior y Sanidad) y en dos comunidades autónomas gobernadas por el PSOE (Baleares y Canarias). Los contratos, otorgados sin los habituales procesos de licitación debido a la urgencia de la pandemia, generaron beneficios de 17 millones de euros, parte de los cuales habrían sido utilizados para pagar comisiones a figuras clave de la trama, incluyendo a Koldo García y, según las acusaciones, al propio Ábalos y al secretario de Organización del PSOE, Santos Cerdán.

Además de Soluciones de Gestión, la investigación apunta a otras empresas como Acciona, LIP y OPR, señaladas por la UCO como beneficiarias de adjudicaciones de obras públicas a cambio de mordidas que superaron los 600.000 euros. Estas empresas, según las grabaciones intervenidas, habrían participado en un esquema donde las concesiones se manipulaban mediante la alteración de los criterios de ponderación de las ofertas, asegurando que las compañías afines fueran las ganadoras. Este modus operandi no es un hecho aislado, sino una práctica habitual en un sistema donde las grandes constructoras y empresas de servicios han encontrado en la connivencia con el poder político una vía para maximizar beneficios.

Víctor de Aldama, presidente del Zamora Club de Fútbol y figura central en la trama, es un ejemplo paradigmático del empresario que utiliza sus conexiones políticas para obtener ventajas económicas. Su red de influencias, que incluía contactos con altos cargos del PSOE y relaciones internacionales en países como México, le permitió tejer una sofisticada red de sociedades en Luxemburgo y Brasil para ocultar el rastro del dinero. Esta opacidad financiera, característica de las élites empresariales, evidencia cómo el sistema capitalista facilita la acumulación de riqueza a través de prácticas corruptas, protegidas por la falta de transparencia y la complicidad política.

La connivencia entre la élite política y la patronal

El caso Koldo no es un fenómeno aislado ni exclusivo del PSOE. La corrupción en España trasciende partidos políticos y se ha consolidado como una dinámica estructural del capitalismo español, donde las élites políticas y empresariales operan en simbiosis. Desde los casos históricos como Filesa, Roldán o los ERE de Andalucía en el PSOE, hasta Gürtel, Púnica o Lezo en el PP, la historia reciente de España está plagada de ejemplos donde las grandes empresas han financiado partidos políticos o pagado comisiones a cambio de contratos públicos.

Esta connivencia se basa en un pacto implícito: las empresas obtienen adjudicaciones y beneficios extraordinarios, mientras que los políticos y sus partidos aseguran financiación, poder y privilegios personales. En el caso Koldo, las grabaciones de la UCO revelan cómo se hablaba abiertamente de amaños en adjudicaciones y de deudas de constructoras por favores recibidos, lo que apunta a una red organizada que podría haber canalizado fondos incluso hacia las arcas del PSOE. Esta posible financiación ilegal de partidos no es nueva; casos como el de Convergència Democràtica de Catalunya en el caso Palau o el PP en Gürtel muestran cómo la corrupción empresarial y política ha sido una constante desde la Transición.

El problema radica en la propia naturaleza del sistema capitalista, donde la acumulación de capital depende de la captura del Estado por parte de las élites económicas. La corrupción en España se concentra en áreas como los contratos públicos y el urbanismo, donde las grandes empresas ejercen una influencia desproporcionada sobre las decisiones políticas. La falta de controles efectivos y la discrecionalidad en la toma de decisiones permiten que los políticos actúen como intermediarios de los intereses de la patronal, perpetuando un sistema donde el poder público se pone al servicio del lucro privado.

La corrupción como esencia del capitalismo español

La corrupción en España no es un accidente, sino una característica intrínseca del modelo capitalista que privilegia los intereses de la clase dominante. La patronal, representada por grandes constructoras, empresas de servicios y grupos financieros, ha encontrado en la corrupción un mecanismo para maximizar beneficios, mientras que la clase política, independientemente de su color ideológico, se beneficia de este sistema a través de comisiones, favores y financiación ilegal. Este bucle mafioso se retroalimenta porque el capitalismo, por su propia naturaleza, fomenta la acumulación de riqueza a cualquier precio, incluso a costa de la ética y el bienestar colectivo.

En España hay una creciente desafección ciudadana que ve cómo las instituciones son instrumentalizadas por una élite que opera al margen de la legalidad. La intensidad de los escándalos radica en la magnitud de las redes corruptas, que involucran a múltiples actores y generan una sensación de impunidad generalizada.

Superar el capitalismo para salir del bucle

El caso Koldo, como los escándalos que lo precedieron, no se resolverá con medidas cosméticas como comisiones de investigación parlamentarias o discursos de 'tolerancia cero'. Estas respuestas, aunque necesarias, no atacan la raíz del problema: un sistema económico que prioriza el lucro de unos pocos sobre el bien común. La connivencia entre la élite política y la patronal solo puede romperse acabando con el modo de producción capitalista, que fomenta la desigualdad, la opacidad y la corrupción como herramientas de acumulación.

La alternativa pasa por construir un modelo económico basado en la propiedad colectiva de los medios de producción, la transparencia en la gestión pública y un control estricto de los contratos y las adjudicaciones. Esto implica un cambio estructural que desmantele el poder de las élites económicas y políticas. Solo superando el capitalismo será posible salir del bucle de corrupción mafioso que ha marcado la historia reciente de España, donde los casos de corrupción no son 'manzanas podridas', sino el fruto de un sistema diseñado para beneficiar a la clase dominante a expensas de la mayoría trabajadora.

El caso Koldo no es solo un escándalo más; es un espejo que refleja la podredumbre estructural del capitalismo español. Las empresas implicadas y su connivencia con figuras políticas de alto nivel, demuestran cómo el poder público se subordina a los intereses de la patronal. Mientras el sistema capitalista siga siendo el marco dominante, la corrupción seguirá siendo la norma. La solución no está en parches reformistas, sino en una transformación radical que ponga fin a la hegemonía de las élites.

nuevarevolucion.es

 

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