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Europa :: 29/03/2023

La guerra de la OTAN contra Rusia en Ucrania va hacia una guerra de desgaste

Julián Varsavsky
Volvió la guerra de trincheras, sin pactos a la vista. El orden mundial post-Guerra Fría se reconfigura hacia Oriente, en un conflicto que ya es mundial

Como en un déjà vu centenario de la Primera Guerra Mundial, el conflicto en Ucrania está estancado en una guerra de trincheras, ya no sobrevoladas por monoplazas a hélice, sino aviones robot sin piloto arrojados a lo kamikaze. Es una guerra de desgaste que Rusia aplica con una estrategia de escalada, al atacar ciudades ya sin blancos abiertamente civiles, generando terror en las tropas ucranianas con la doble novedad de que lo hace con misiles hipersónicos Kinzhal casi indetectables, que esquivan las defensas antiaéreas con una finta a una velocidad 10 veces la del sonido.

Ucrania prepara una supuesta contraofensiva primaveral con la nueva flotilla de tanques alemanes, ingleses, españoles y de EEUU que van llegando. Hasta ahora, la guerra de desgaste rusa no ha hecho tanta mella en la infraestructura. La semana pasada, la ciudad de Zaporiyia restableció su suministro eléctrico después de 6 meses a oscuras. ¿Cuánto tardará Rusia en volver a cortarlo? ¿Y cuánto está la población dispuesta a resistir en el pantano de barro y sangre que se han convertido las planicies del país mientras se descongela la nieve?

Rusia viene concentrando sus tropas en la zona central de la línea de 800 kilómetros de frente de batalla. Hace un año invadió desde el norte por Bielorrusia, el centro por el Donbás y el sur desde Crimea. Hoy ya no están las tropas en esos flancos: se concentran en la zona central del mapa en una maniobra de pinzas con eje en la estratégica ciudad de Bajmut.

Romper la moral de la tropa

Lo que busca el general ruso Valeri Guerasimov es forzar lo que en términos bélicos llaman “un momento decisivo”, un triunfo épico que desmoralice al adversario, como la ofensiva de Stalingrado por el Ejército Rojo en 1943 o la del Tet en Vietnam, hitos en las derrotas de Alemania y EEUU

Los combatientes rusos del Grupo Wagner ejecutan la batalla de Bajmut y habrían tenido allí 3.000 muertos y heridos en siete meses. La ciudad tiene un valor simbólico para la escasa moral de las tropas ucranianas. Por eso la semana pasada el presidente ucraniano Volodomir Zelenski le hizo una visita a las afueras y este lunes fue a Zaporiyia.

Los rusos también atacan con aviones y helicópteros, pero el factor central es la artillería. Si tomaran la ciudad, avanzarían hacia Kramatorsk a la que ya atacan con misiles, y Donetsk estará perdido para la OTAN.

El general ucraniano Valeri Zaluzhnyi declaró este sábado que "gracias a los enormes esfuerzos de las fuerzas de defensa, estamos logrando estabilizar la situación en Bajmut." Lo hizo después de la bronca que le echó Zelenzky a su Estado mayor cuando le pidieron retirar las tropas de esa ciudad rodeada. El jefe de Wagner confirmó que sus fuerzas controlan el 70 por ciento de la ciudad.

El objetivo ruso es perforar el estancamiento por el centro del frente de batalla, avanzar en Ucrania más allá del Donbás y forzar una negociación, obteniendo antes algo para ceder: el terreno ganado en tierra ucraniana, fuera de Donetsk.

Zelenski a todo o nada

En las últimas semanas, Zelenski ha “quemado las naves”: habla de victoria total y recuperación de todo el Donbás y Crimea, una península estratégica que Rusia no llevaría a una mesa de negociación: a lo sumo cedería parte del Donbás (hoy lo domina casi completo). Todo indica que la guerra duraría, al menos, un año más.

Y se viene la ofensiva ucraniana con unos cuantos tanques occidentales y pontones desmontables. ¿Aspiran a cruzar el río Dniéper y retomar Donbás? Si no lo pudieron hacer desde el 2014, cuando se enfrentaban a guerrillas casi desarmadas, menos ahora. En una entrevista este sábado, Zelenski dijo sobre la contraofensiva: “No la podemos empezar aún; sin tanques y artillería, no se puede enviar a ningún valiente soldado al frente”.

El regreso de las trincheras

Según el experto en historia de Rusia y Ucrania, Jorge Wozniak, este “regreso táctico” a la I Guerra Mundial denota dos países con acceso a tecnologías similares: artillería de precisión y drones. Los tanques son un blanco sencillo, como se vio en la entrada de los rusos a Kiev:

“Hay videos con tanques yendo en zigzag y recibiendo un cohetazo. Esto hace que los rusos resuelvan el avance de otra manera, tratando de atraer a los ucranianos hacia los lugares donde los desgastan con su artillería abrumadora en una asimetría de 10 a 1; se dice que los rusos no toman ciertas localidades porque no pueden, pero lo cierto es que lo que hacen es dejarle a los ucranianos una sola vía --tanto de suministros como de escape-- para ir generando bajas. Si los rusos tomaran esas ciudades, tendrían que concentrar allí su tropa, exponiéndose. Como apuntan al desgaste y la hemorragia permanente, buscan posiciones favorables para arrasarlos desde la distancia, lo cual es el fuerte de los rusos desde la II Guerra Mundial.”

La estrategia es no darle descanso a los ucranianos, día y noche. Por eso la guerra se estanca en una inesperada lucha de trincheras a destiempo de la posmodernidad. En la que mueren pocos rusos y muchos ucranianos.

Se estima que sumando militares y civiles, habría cerca de 300.000 muertos en esta guerra, cifra que se duplicaría en un año más: esta semana la UE aprobó ayuda económica a Ucrania para un millón de municiones y misiles, pero ucrania gasta 90.000 municiones diarias. Y Eslovaquia prometió 13 viejos aviones caza MIG-29. Hoy no existe condición alguna para abrir la negociación: Occidente no tiene algo para ceder.

El factor económico

Es una incógnita cuánto más EEUU y Europa financiarán una guerra tan cara. El PBI ucraniano cayó 30 por ciento. Un informe de este lunes del instituto ucraniano KSE de cooperación, indicó que los daños por la guerra alcanzan 133.000 millones de euros. Solamente en el parque de viviendas, hay 150.000 dañadas.

El PBI ruso sólo cayó 1,9 por ciento. El daño a la economía ucraniana es fatal, mientras Rusia reestructura y mejora su matriz comercial para eludir sanciones europeas, potenciando el comercio con exrepúblicas soviéticas. China es el segundo beneficiado con esta guerra después de EEUU y Xi Jinping visitó a Putin esta semana en Moscú por tres días. Tenían mucho de que hablar: Rusia no volverá a comerciar pronto con Europa y China triplicó las compras de gas a Moscú.

Ucrania tiene 14 millones de desplazados y una población agotada de quedarse sin gas, luz, agua o internet y viendo a familiares enviados a combatir o escondiéndose para evitar el frente. El colapso ruso que buscaba Occidente con sanciones, sencillamente no sucedió.

Europa está sufriendo los efectos de la guerra con falta de energía y alimentos, e inflación, agudizando la conflictividad social. Podrían generarse fracturas en la Unión Europea: Hungría no votó las sanciones porque depende del gas ruso y lo sigue comprando, aunque en teoría no debería por ser parte de la UE.

La carta china para la paz

La semana pasada dos enemigos históricos --Irán y Arabia Saudita-- reestablecieron relaciones tras siete años de guerra indirecta en Yemen: fue a través de la mediación de China, país que comienza a pisar fuerte como árbitro en las relaciones internacionales, a un nivel inédito que era exclusivo de EEUU.

China busca lograr un éxito similar en el conflicto de la OTAN contra Rusia en Ucrania y presentó 12 puntos para un plan de paz. Los chinos no han tomado partido claro en esta guerra. Aun cuando se haya solidificado la relación con Moscú, Beijing no pierde el eje: su mayor socio comercial es EEUU --el segundo es la UE-- y lo último que buscaría es un conflicto directo, más allá de los vaivenes de la relación. Menos aún irían a una guerra cuando la base de su status quo interno es el crecimiento económico: la guerra es pura destrucción.

¿Fracasó el plan de Putin?

Cuando Rusia envió su columna de 65 kilómetros de tanques a Kiev, parecía que la guerra sería un paseo. Pero aparentemente se tuvo que replegar. Lo cierto es que los generales rusos saben que esa clase de blindados no sirve para entrar a una ciudad: son un elefante en un bazar. Una bomba molotov arrojada desde una ventana genera tanto calor dentro del tanque, que sus ocupantes deben salir y son rematados por un francotirador.

Ya la II Guerra Mundial demostró la incapacidad urbana de los tanques. Lo mismo sufrió EEUU en Somalia e Irak: una ciudad se toma con infantería. Aquella columna de tanques era una maniobra de distracción, como se supo después. Así y todo, Putin perdió terreno conquistado con la contraofensiva de Ucrania: no previó un apoyo tan fuerte de Occidente ni la resistencia local.

El grupo Wagner es uno de esos ejércitos de mercenarios –EEUU tiene el suyo, mucho más grande-- en un mundo con pocos conflictos a gran escala: los países achican sus fuerzas inactivas y las tecnifican para tener menos soldados. Y ante una necesidad, contratan combatientes 'part-time': la tercerización de la guerra. Son soldados que formalmente no existen y ofrecen un paraguas a los Estados ante las atrocidades que se cometan: los generales que los contratan se lavan la sangre de las manos con más facilidad.

La carta atómica

Este lunes, el secretario del Consejo de Seguridad de Rusia, Nikolái Pátrushev, advirtió: "Olvidando las lecciones de la historia, algunos en Occidente ya hablan de una revancha que conducirá a la victoria militar sobre Rusia. Al respecto, sólo podemos decir una cosa (...). Rusia posee armamento moderno único capaz de destruir a cualquier adversario, incluido EEUU, en caso de que su existencia se vea amenazada".

Ucrania tenía el mayor arsenal nuclear de la URSS después de Rusia y decidió desnuclearizarse por la tragedia de Chernóbil y por presión ruso-norteamericana. Hoy los rusos tienen 5.934 bombas atómicas, más que EEUU. Una opción que el ejército ruso evalúa es lanzar una bomba nuclear “táctica” con un radio de acción limitado: 8 Km en total y 3 Km de daño profundo. Podría ser en pleno campo, a modo de advertencia. Mientras más se prolongue el conflicto, mayor la posibilidad de una carta atómica.

Putin afirmó el sábado que Moscú prevé desplegar armas nucleares "tácticas" en Bielorrusia: "Aquí no hay nada inusual: EEUU lo hace desde hace décadas. Ellos tienen sus armas nucleares tácticas desplegadas en el territorio de sus aliados; nosotros hemos decidido hacer lo mismo". Se trata de obuses de uranio empobrecido, a lo que Putin agregó –luego de que Reino Unido mencionara la posibilidad de darle esas armas a Ucrania- "Rusia, por supuesto, tiene con qué responder. Disponemos, sin exagerar, de decenas de miles de ese tipo de obuses. Por el momento no los hemos usado".

El futuro orden mundial

En el plano militar, EEUU intenta concentrarse en el Indo-pacífico --allí está su verdadera competencia-- y hace 2 semanas aumentó su presencia en Filipinas: pasó de 5 a 9 bases militares. También pondrá una planta de radares en Islas Marshall y ampliará su base en Okinawa. El riesgo sería caer en la Trampa de Tucídides, historiador ateniense del siglo V. a.C. que dijo: “fue el ascenso de Atenas y el temor que esto infundió en la dominante Esparta, lo que hizo inevitable la guerra”.

Casi siempre en la historia, cuando un hegemón estuvo en jaque, hubo guerra de proporciones. El mundo se está rearmando, como si fuésemos hacia una nueva gran guerra. Reino Unido anunció que pasará de 160 a 300 bombas atómicas; Japón duplicó su presupuesto militar y Alemania se rearma, mientras China aumentará su arsenal nuclear a 1500 bombas.

Rusia ya tiene claro que no podrá ocupar toda Ucrania e instalar un presidente aliado. Pero si consigue sus objetivos de máxima, habrá un freno al incontenible avance de la OTAN desde 1991: Putin aspira a un nuevo pacto de Yalta. Y quedaría claro que los países chicos no tienen más alternativa que alinearse al hegemón más cercano, en Europa central y el Indo-pacífico.

Taiwán observa esta guerra de reojo: podría demostrar hasta qué punto EEUU está dispuesto a ir contra una potencia nuclear como China. Una invasión a esa isla podría desencadenar una gran conflagración (o no, si EEUU actúa como en Ucrania por temor a la Doctrina de Destrucción Mutua Asegurada). El orden mundial post-Guerra Fría se está reconfigurando y el desenlace en Ucrania definirá parte de la "tectónica de placas" de la geopolítica futura.

Página 12 / La Haine

 

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